Comamos Kit Kat sin remordimiento de conciencia… ecológica

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No todo iban a ser malas noticias. Acostumbrados como estamos ya a enterarnos de algo peor cada día sobre el macrovertido de petróleo crudo en el Golfo de México, una pequeña noticia como la de que Nestlé dejará de utilizar aceite de palma procedente de la destrucción de los bosques tropicales después de una campaña de Greenpeace nos puede dejar indiferentes o no, pero desde luego necesita alguna explicación.

Greenpeace inició hace dos meses una campaña cibernética para pedir a Nestlé que dejara de poner indirectamente en peligro la permanencia del orangután como especie viva, allá en su último refugio, en los bosques de la isla de Borneo, Indonesia, usando aceite de palma para fabricar Kit Kat.

Cualquier desavisado amante de las chocolatinas pensaría que esto es una broma, o un vacile de friki. Pero resulta que el aceite de palma se saca de talar esos árboles para extraer el aceite para esa chocolatina tan crujiente, aparentemente tan inocua. Y en los bosques tropicales de Borneo habitan, entre las palmas, los orangutanes, especie en peligro de extinción.

Resulta, por demás, que estamos afortunadamente acostumbrados a pensar en términos ambientales globales cuando llegan a nosotros noticias de desastres como el del Golfo de México, sobre todo si interviene, aunque sea tarde, el superpresidente Obama. Pero nos cuesta un mundo, o no nos acostumbramos, a pensar en esos mismos término en un caso como el del Kit Kat, el aceite de palma, la deforestación de Borneo y el riesgo de desaparición del orangután junto a los modos de vida de las poblaciones locales. Los vemos muy lejos y nos suena a chino. O a indonesio.

Sea como sea, la organización Greenpeace se declara satisfecha porque Nestlé ha reaccionado a su cibercampaña apenas 60 días después de ser iniciada. Lo que da pábulo a albergar alguna esperanza de que no solamente las acciones en la red son efectivas -también lo han sido otras de Amnistía Internacional, por cierto-, sino también que algunas empresas, transnacionales o no, son lo suficientemente cuidadosas con el mantenimiento de la cuota de mercado de sus productos como para cambiar de modo de actuar cuando ven su reputación publicitariamente en peligro.

Pues esto es lo que ha pasado. No seamos tan ingenuos como para pensar que Nestlé se ha convertido de la noche a la mañana en ecoconsciente y está dispuesta a mantener ese nuevo carácter a costa de sus beneficios. Como lo que importa es el resultado, me alegro de que Nestlé haya reaccionado convenientemente a la campaña de Greenpeace y tanto los habitantes y bosques de Borneo como los orangutanes vean al menos retrasadas las amenazas que penden sobre ellos.

No cabe hablar de victoria pírrica puesto que los organizadores y participantes de la campaña no han perdido nada en ella. De lo que se trata es de airear el asunto para extender la idea de que la participación individual en este tipo de acciones colectivas puede ser tan efectiva o más como otras consistentes en convocatorias masivas meramente gestuales y demostrativas como apagar una luz o vestir determinado color un día.

En el caso de la famosa chocolatina, por lo menos vemos que muchos pocos han hecho un mucho. Así que podemos ingenuamente tomarnos un respiro y comer Kit Kat sin remordimiento de conciencia. Hasta la próxima que se descubra.

5 Comments
  1. Paco says

    No sere yo quien compre a Nestle, no solo por este tema -importante la victoria, por cierto, pero solo una batalla- sino por su trayectoria empresarial. Evidentemente la adopcion de habitos conscientes de consumo, produccion, ocio… menos impactantes es fundamental -sin achacar el declive medioambiental ni hacer responsable a la ciudadania que bastante tiene con una clase politica generalmente corta de miras y larga de intereses-. Aun en la victoria he de decir que efectivamente la tala y destruccion de bosque para plantacion de palma es un hecho y que numerosos productos cotidianos incluyen este aceite -miremos en las etiquetas de los productos y veremos que indica muchas veces «aceite vegetal»… ¿alguien se ha preguntado que aceite es este?, ¿de donde viene?-. Quiza deberiamos fijarnos en lo que comemos y compramos y a quien damos nuestro tiempo y esfuerzo -que se traduce en nuestro sueldo-. Por si interesa Greenpeace tambien ha publicado una guia de alimentos transgenicos, otra batalla que en España parece lejos de ganarse.

  2. celine says

    «Aceite vegetal» es positivamente aceite de palma. No lo dudeis. No hay que comprar galletas ni nada con ese «aceite vegetal»: es venenoso incluso a pequeñas dosis. Me siento bien por esta noticia, gracias por publicarla. Contribuí en la campaña, lo que demuestra que hay que vencer la pereza y la desidia que provoca la desmoralización en la que estamos metidos porque vale la pena.

  3. celine says

    Hay que sugerir a Greenpeace que la emprenda ahora con las Digestive de Fontaneda que usan la misma grasa oranguticida. Consultad la lista de transgénicos de GP: muy interesante.

  4. ecoylogica says

    La realidad es que existe un desconocimiento total sobre lo que comemos. Alguien se detiene a leer los ingredientes o la información nutricional de los alimentos? Por favor, el kit kat no hay que comerlo no sólo porque Nestlé se está cargando el hábitat del orangután y Greenpeace nos ha abierto los ojos, sino porque es una aberración alimentaria.

    Nos hemos olvidado de la dieta de nuestros padres y hemos cambiado nuestros hábitos mediterráneos por los de los norteamericanos, fruto de las agresivas campañas publicitarias de compañías como Kraft, Unilever, Nestlé, Coca-Cola, etc. que invaden con sus productos artificiales el 80% de las estanterías de los supermercados.

    Por ejemplo, hace unos años todos los niños llevaban al cole el clásico bocadillo para desayunar y se comían otro bocadillo para merendar. Y ahora qué comen? Bollos industriales, galletas chocolateadas (entre ellos el kit kat) o sandwiches de pan de molde, todos llenos de grasas trans enormemente perjudiciales que están convirtiendo a nuestros hijos en enfermos potenciales.

    A ver cuando surge una ONG que denuncie la invasion alimentaria de estas compañías y defienda el hábitat alimentario de nuestros hijos.

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