A veces parece que los caminos de algunas compañías son como los designios del Señor: inescrutables. Sólo parece. Si se examinan con detenimiento, se observa que simplemente tratan de obtener máximo beneficio con cuantos recursos estén al alcance. Cosa legítima en este sistema, por otra parte, aunque se disfrazan para nuevos negocios, continuando con prácticas tan bíblicas como que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha.
Es el caso de la potente eléctrica Iberdrola, cuyo presidente, Ignacio Sánchez Galán, ha aprovechado el tormentoso y reciente cónclave en Bilbao para, entre escaramuzas con ACS, lanzar un mensaje inequívoco que revela que la empresa que se proclama líder mundial en energías renovables sigue dispuesta a realizar un macroproyecto urbanístico que eliminará la penúltima zona virgen de la costa mediterránea española: la zona del cabo Cope, junto a Águilas (Murcia).
Se trata de un área que fue espacio protegido hasta que el Gobierno regional murciano lo desclasificó con su ley del Suelo de 2001. Inmediatamente, se lanzó a la palestra el proyecto Marina de Cope para urbanizar “suavemente” cientos de hectáreas con miles de viviendas, decenas de hoteles, algunos campos de golf, un gran puerto deportivo, etcétera. Uno de esos proyectos faraónicos costeros cuya paralización debemos agradecer a la tan crisis económica. Y del que ya está hecha la ruinosa autopista de peaje Cartagena-Vera.
El proyecto no salió de la nada. El principal propietario de terrenos en esa zona que fue parque regional era Iberdrola, desde antes de la protección y de la desprotección. Resulta que la eléctrica pretendió en los años setenta del siglo pasado construir una central nuclear en Cope, junto al cabo y a la marina. Por eso posee allí cuatro millones de metros cuadrados.
Aquella central nuclear no salió adelante gracias a la decidida oposición de vecinos de Águilas y organizaciones ecologistas, que consiguieron que Iberdrola abandonara el proyecto hacia 1975. Pero no abandonó los terrenos. Un cuarto de siglo más tarde, el Gobierno regional murciano, inmerso en su particular enladrillamiento de la costa, lanza el proyecto de Marina de Cope, tras desclasificar el suelo que fue parque regional durante unos años. A Iberdrola se suman en el empeño la valenciana Bancaja y la murciana Cajamurcia. Entre las tres disponen de las tres cuartas partes, calculan las organizaciones ecologistas, de los 22 millones de metros a urbanizar.
“Marina de Cope es un proyecto muy bonito y en ello seguimos”, citaba el pasado día 25 un diario regional a Sánchez Galán en Bilbao. Cinco días más tarde, el 30, la Dirección de Comunicación de la eléctrica cuenta en nota de prensa que “Iberdrola Renovables ha comprado a Caja de Ahorros de Murcia y a varios empresarios locales el 50% de las acciones de que éstos poseían de la empresa Energías Renovables de la Región de Murcia” (ERRM), con lo que aquélla se hace con el total del capital de ésta. Mera coincidencia, ERRM fue fundada en 2001, el mismo año que entró en vigor la ley regional del Suelo que desclasificó los terrenos de Marina de Cope.
La nota precisa que Iberdrola Renovables es la primera empresa en el desarrollo de esas energías en España y “líder mundial en su sector”. De Marina de Cope no dice nada. Quizá porque ERRM no opera en la costa sino en Yecla y Jumilla, también en Murcia. Sobre Cope, fue suficiente con las palabras de Sánchez Galán del día 25. Quizá los caminos de Iberdrola no sean tan inescrutables como los de otras compañías.
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