Una interesante iniciativa de WWF para el próximo sábado hace que nos podamos plantear algunas preguntas sobre cómo ir más allá. La entidad conservacionista ha logrado un grandísimo eco para su propuesta de que el sábado 27 de marzo, a las 20,30 horas, se apague el mayor número posible de iluminaciones de monumentos y edificios públicos y privados en todo el mundo y durante sesenta minutos. Una hora para la eternidad. Multitud de organismos de todo tipo, incluyendo aquellos que representan poderes mediáticos, políticos y sociales, se han sumado a la iniciativa de WWF Adena. Es el cuarto año que se celebra esta llamada “La hora del planeta”. Y cada edición cosecha más y más adhesiones. WWF quiere que esta convocatoria sirva para impulsar de alguna manera a los gobiernos de todo el mundo a autoenmendar la plana que emborronaron en Copenhague y conseguir un tratado que reduzca las emisiones de dióxido de carbono de una manera efectiva.
El éxito de la iniciativa de este año está asegurado, según vamos conociendo la multitud de entidades que se van sumando. Precisamente por eso, por el triunfo garantizado, quizá vaya siendo hora de que los gobiernos en general, y el nuestro en particular, den un paso más, un paso que sea más efectivo que la convocatoria del sábado. WWF ha cumplido con creces su misión: la de extender, junto con otras organizaciones ecologistas –cada una a su nivel–, la conciencia social de que son necesarias acciones concretas para, digamos, salvar el planeta. Quitando unos cuantos “negacionistas” del cambio climático y a otros tantos interesados en que todo siga más o menos igual a favor de sus bolsillos, es innegable la concienciación general de que hay que actuar para impedir que nuestro propio progreso acabe agostando la vida en el Planeta.
Por eso, cada acción que se propone, como la de WWF, sugiere nuevas formas de completarla y extenderla. El Gobierno español acaba de sacar a la luz, nunca mejor dicho, su ley de desarrollo sostenible. En ella se recoge, como una novedad, la racionalización del uso de la energía eléctrica en dependencias oficiales. Queda muy bien como norma y quedará mejor cuando se cumpla efectivamente. Pero fijándonos en la acción propuesta por WWF para el sábado, cae por sí sola pregunta de por qué no se promueve desde el poder una reducción drástica y general de los alumbrados nocturnos en todos los sectores y en todo el Estado.
Por ejemplo: ¿Cuántos edificios públicos, monumentos civiles y religiosos permanecen profusamente iluminados toda y todas las noches o, seguramente, más horas de las “necesarias”? Otra: ¿Cuántos edificios y complejos privados como los polígonos industriales en toda España mantienen sus potentes luces encendidas del ocaso al orto? Más: ¿Cuántos letreros publicitarios se ven en las ciudades grandes y pequeñas luciendo sin descanso durante todas las horas de oscuridad? Todavía: ¿Cuántas, de todas las luminarias señaladas, utilizan bombillas de bajo consumo? Colofón: ¿Qué sentido tiene que todos esos focos de luz estén encendidos, pongamos, entre las once de la noche y las seis de la mañana?
Una legislación que racionalizara verdaderamente el uso nocturno de la energía eléctrica, mejorando al tiempo el alumbrado público estrictamente necesario, causaría un descenso notable del consumo y consecuentemente una bajada permanente de las emisiones de CO2. La elaboración de la normativa probablemente no sería sencilla y entrañaría fuertes divergencias. Ambos problemas se supone que son superables en un estado democrático. Y ¿a que disminuyendo así el consumo de energía se conseguiría una disminución continua de las emisiones de dióxido de carbono? El éxito puntual que tendrá sin duda el apagón propuesto por WWF se convertiría así en duradero. Mientras tanto, no olvidemos apagar la luz el sábado 27 a las ocho y media de la tarde y no encenderla hasta las nueve y media.
Nota: Para participar activamente en la iniciativa de WWF, la portada de cuartopoder.es ha estado en negro desde las 20:30 hasta las 21:30 horas del sábado 27.
José Luis, qué alegría encontrarte y encontrarte además con ánimos tan renovados. un fuerte abrazo.
Miguel Ángel Nieto
No olvides el problema de la contaminación lumínica que provoca el alumbrado exterior nocturno mal diseñado y que también es una cuestión sangrante. Mucho cabe mejorar en cuanto a nuestro medio ambiente nocturno y que podamos volver a ver las estrellas: ¡hay que descontaminar lumínicamente!. Puedes consultar http://www.um.es/cieloscuro y http://www.celfosc.org
Saludos