DÍA MUNDIAL DE LOS REFUGIADOS

La convivencia de una familia y una solicitante de asilo: “Las dos partes recibimos cosas”

  • Maite y sus hijas recibieron en su hogar a Yanelys, una solicitante de asilo cubana que al principio no encajaba con las ideas preconcebidas de su anfitriona
  • La convivencia ha sido todo un éxito y tanto Maite como Yanelys califican la experiencia de "superpositiva", incluso en pleno confinamiento

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A Maite Arejolaleiba le preocupaba la situación de las personas refugiadas. Llevaba un tiempo pensando cómo podría contribuir a mejorar su situación hasta que tuvo una idea. En casa tenía libre una pequeña habitación que podría ser útil para aquellas personas solicitantes de asilo o refugio en España. La iniciativa les pareció bien a sus hijas de 17 y 19 años, con las que vive, y Maite se puso a organizar todo para recibir bajo su techo a una persona desconocida, de otro país.

Refugees Welcome, que une a personas locales con personas desplazadas de su país para que convivan juntas, encontró a través de la ONG Rescate a una posible candidata, Yanelys Núñez. El único problema es que ella era cubana y a Maite le costaba aceptar que alguien se viera obligado a huir de este país por sus ideas. “Cuando me dijeron que era cubana, a mí me dio vueltas el estómago porque Cuba no es que sea el paraíso ideal, pero viendo lo que hay alrededor... Yo soy de ideología más bien de izquierdas”, cuenta a cuartopoder.

En el primer encuentro entre Yanelys y Maite ambas expusieron sus puntos de vista. Maite le contó las dudas que albergaba y Yanelys empezó por derribar algunos de esos prejuicios: “Yo también soy de izquierdas”, le dijo. “Me he encontrado mucho con esa idea en España. Desconocen que en Cuba hay gente que apuesta por el socialismo, por el comunismo, pero que sea dialogado y reformado. Le dije que estaba aquí por el Gobierno cubano, no por elección personal”, cuenta la joven.

Pese a esa divergencia inicial, Maite consideró que ella no era quien para juzgar a Yanelys ni a su situación particular de huida. La joven cubana percibió también que realmente  “no había barreras” por parte de la que sería su anfitriona. Pronto empezaría una convivencia de seis meses que ambas califican de experiencia enriquecedora, incluso con un confinamiento de por medio.

Cuando el arte se vuelve imposible en tu país

Yanelys es una joven de 30 años, licenciada en Bellas Artes por la Universidad de La Habana, sumergida en el mundo artístico y cultural cubano, que denuncia haber sufrido una fuerte persecución en su país. Los problemas empezaron cuando creó junto a un compañero el Museo de la Disidencia Cubana, un proyecto artístico que tenía como objetivo poner en cuestión esa palabra a menudo usada por el poder. “Una vez que haces una crítica al Gobierno a nivel público, lo primero que hacen es llamarte contrarrevolucionario o disidente y después empieza contra ti una campaña de difamación”, relata la cubana. En su caso, comenzaron despidiéndola de la revista oficial en la que trabajaba.

En 2018 el Gobierno de Cuba decidió cancelar la Bienal de arte contemporáneo en Cuba, un evento artístico que se celebra cada tres años y que sirve de espacio de encuentro para los artistas de la isla. Yanelys y otros compañeros, molestos por la decisión tomada sin previo aviso, decidieron crear su propia bienal. El evento fue un éxito y sumó muchos apoyos también a nivel internacional, pero el Gobierno guardaba “bajo la manga” el Decreto 349. Este polémico artículo del Gobierno de Miguel Díaz-Canel establecía que todas las creaciones artísticas debían pasar por la aprobación oficial y creaba la figura de unos inspectores que pasarían a vigilar a los artistas.

Yanelys junto a otros artistas decidieron organizar una gran campaña contra el decreto que duraría seis meses y que consistió en la celebración de conciertos o recitales en los que se informaba sobre este documento. La tensión entre los artistas y el Gobierno fue in crescendo. La joven fue detenida en varias ocasiones y en la última, en diciembre de 2018, fue trasladada a una prisión de mediana seguridad, donde pasó tres días junto a presas comunes. “Para mí fue de las experiencias más fuertes, pero sobre todo estaba agotada después de tanto tiempo”.

Durante este tiempo fue constantemente vigilada por las autoridades e incluso su madre recibía amenazas. La situación de estrés afectó a su salud y sufrió una parálisis facial. “El médico me dijo que no podía soportar tanta presión”, relata.

Hace un año Yanelys abandonó a Cuba rumbo a Europa para realizar un curso de vídeo. Su intención inicial era volver, pero se lo pensó mejor y acabó solicitando asilo en España. Consiguió una ayuda para artistas a nivel europeo y durante un tiempo pudo alquilar una habitación en algunas casas de Madrid. Cuando se agotó la ayuda llamó a la puerta de Refugees Welcome, organización que le pondría en contacto con Maite.

Convivencia entre desconocidas durante el confinamiento

Maite y sus hijas empezaron a convivir con Yanelys el pasado mes de enero. A esta experiencia novedosa, se le añadió un estado de alarma y un confinamiento obligatorio. Y todo acabó yendo sobre ruedas. “La verdad que la experiencia ha sido superpositiva aun en el confinamiento”, indica Maite. Yanelys y Maite se dieron cuenta de que compartían ideas similares y Yanelys congenió con las hijas adolescentes, que pronto desarrollaron “un vínculo de hermana mayor” con la recién llegada.

Durante el tiempo del confinamiento, todas compartieron charlas, clases de yoga, juegos y sobremesas. Yanelys narra que para ella también fue importante “aprender cómo vive una familia en España: cómo se relacionan o qué cocinan”. Con las tareas de la casa repartidas entre todas y cada una trabajando o estudiando online, “incluso el confinamiento se ha pasado rápido”, narra.

Tanto Maite como Yanelys califican la experiencia de positiva y animan a otras personas a lanzarse a acoger por un tiempo en casa a personas solicitantes de asilo que necesiten una ayuda temporal mientras se resuelve su solicitud o pueden encontrar algunas fuentes de ingresos. “El compromiso es limitado y es un tiempo ganado para que una persona se vaya asentando y pueda respirar tranquila”, explica Maite. “Yo pienso que en la convivencia las dos partes reciben y que es clave para entender al otro, además de para sacarnos muchos de los prejuicios que tenemos”, cuenta Yanelys.

Ahora Yanelys se ha marchado de casa de Maite porque ya puede alquilar una habitación. Trabaja en varias revistas cubanas que le permiten ganar algo de dinero. Además la convivencia con Maite le ha servido para ahorrar. Esta madre vasca confiesa que tiene un poco el síndrome de “nido vacío”, aunque ya está buscando a otro u otra nueva huésped que pueda aprovechar también su pequeña habitación disponible.

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