ENTREVISTA / Charla con la nueva líder de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales
Uge Sangil, nueva presidenta de la FELGTB: «Le dimos un voto de confianza al PP y no ha cumplido su palabra»
El pasado fin de semana se celebró el VIII Congreso de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB), en el que se puso un nuevo rumbo a esta organización y se eligió como nueva presidenta a la canaria Eugenia Sangil. En sus manos, Uge, como la llaman los más cercanos, tiene la responsabilidad de conducir una federación histórica, que aún tiene muchos retos pendientes, entre ellos, lograr la despatologización de la transexualidad y conseguir que en España se apruebe la Ley de Igualdad LGTBI.
Cuartopoder.es charla con la presidenta sobre las actuales metas del colectivo, tanto en lo social como en lo político. Pocas horas antes del encuentro, Sangil había recibido una pequeña alegría, tras enterarse de la aprobación de la Ley 'trans' en Aragón, que recibió luz verde por parte de todos los grupos, incluido el PP.
— El fin de semana pasado se celebró el VIII Congreso del salió una nueva Ejecutiva, ¿cuáles son las novedades y las prioridades de este nuevo liderazgo?
— Primero, el cambio de nombre de la federación. Hemos sustituido la palabra "transexual" por "trans". Tenemos que ser más inclusivos y abrirnos a todas esas personas que no son transexuales y que viven otras identidades. Hay que revindicar a los no binarios y los transgénero. La segunda apuesta es una insistencia mayor por lo internacional, especialmente por la cooperación. Somos referentes ya a nivel mundial, pero tenemos que seguir siéndolo a nivel de legislación. Hay países en los que ser LGTBI se paga con la muerte. Entre las prioridades políticas está la aprobación de nuestra Ley de Igualdad, que nos situará como referente internacional. También es un momento clave para hablar de despatogilización de la transexualidad y de la autodeterminación de estas personas.
—Es cierto que en los derechos LGTBI España es una referencia a nivel internacional, ¿pero durante los últimos años, con un gobierno conservador, se ha mantenido ese avance?
— Socialmente hemos avanzado. En casi todas las casas, hay una hija o un nieto LGTBI o una familia homoparental. Pero cuando hablamos de legislación, hay controversias con el PP. Cuando hablamos con el partido del Estado nos encontramos homofobia y transfobia. Hay paradojas en el PP. Ayer, por ejemplo, se aprobó por unanimidad la ley 'trans' en Aragón. El PP votó que sí. Sin embargo, a nivel estatal sigue sin moverse. Creo que queda mucho por hacer. Necesitamos esa Ley de igualdad. Nos siguen discriminando en el día a día. Por ejemplo, hay empleados que prefieren no visibilizar su condición si trabajan para una organización religiosa.
— ¿Estará el PP en la cabecera este año como el año pasado?
— No. Es un partido que ni siquiera cumple los compromisos que deja por escrito. La federación le dio un voto de confianza para el apoyo de la ley y no ha cumplido su palabra. No se merecen estar con nosotros reivindicando.
— De hecho, creo que se abstuvieron en la Ley de igualdad LGTBI...
— No solo se abstuvieron, sino que presentaron una Ley de igualdad alternativa, que era una enmienda a la totalidad a la nuestra. Es una ley que hemos hecho desde FELGTB, pero también con otras entidades sociales que no pertenecen a nuestra federación. Se oponen a una ley que ha hecho la ciudadanía. No tiene sentido. No gobiernan solos, les votan personas. Y muchas de esas personas han votado para que yo tenga una vida digna y con igualdad de derechos. Es un partido que gobierna para sí mismo, sin escuchar.
— ¿Cree que hay un debate interno dentro del PP sobre esta cuestión que aún tiene que resolver?
— Creo que en el PP camina cada uno por su cuenta. El debate ni siquiera está abierto. Si lo tuvieran abierto, creo que las cosas cambiarían. Nosotros les dimos un voto de confianza y no lo han aprovechado.
— ¿Serán invitados a la manifestación del Orgullo 2018?
— No.
— ¿Qué cambiará con la aprobación de la citada ley?
— Todo. Es una ley completa. Se nos nombra y se nos avala en cada situación social: educación, sanidad, derechos laborales... Nos va a proteger para que los niños cuando vayan al cole no sufran acoso. A las personas 'trans' se les da la libertad de autodefinirse y autollamarse como quieran, etc.
— ¿Cuáles son los problemas más habituales que os llegan a la federación?
— De todo. Hay muchas dudas con el papeleo administrativo. Nos preguntan mucho por la filiación de los hijos, sobre todo, mujeres lesbianas. Aún teniendo el matrimonio igualitario, a la hora de tener un hijo, tienen que casarse. No tienen el mismo derecho de una pareja heterosexual, que va al registro y le ponen “papá” y “mamá”. Las lesbianas tienen que estar casadas. También nos llaman muchos jóvenes que sufren acoso en los colegios y, en menor medida, también casos de problemas laborales.
— Otra de las novedades de este año es que vais a establecer un orgullo prioritario además del de Madrid, en este caso, el Orgullo del Norte de África
— Sí, se focaliza en Melilla. En la federación somos muchas entidades y hay espacios que son más vulnerables. A Melilla llega mucha gente LGTBI huyendo de Marruecos y del norte de África. Es muy importante que tengamos presencia y que la federación esté dando la cara y amparando a nuestros activistas. No es lo mismo vivir allí que en Madrid o en Barcelona.
—¿Cuáles son las particularidades de ser LGTBI en Melilla?
—En primer lugar, el espacio. Estás más expuesto a la sociedad al ser un sitio más pequeño. También llegan muchas personas de África huyendo de situaciones de persecución. Están en los CETI y, además, bastante abandonados.
— Este año, lo dedicáis precisamente a las personas 'trans'.
— Es otra de las prioridades. Es un año 'trans' que no va a acabar. Esas reivindicaciones van a continuar hasta que tengan todos sus derechos conseguidos y toda la comunidad les va a apoyar para visibilizarlos, empoderarlos y darles la dignidad que se merece.
— En los últimos años se ha hablado más, especialmente, de las trabas administrativas y de los menores.
— Sí, nos hemos centrado mucho en los menores, pero a veces nos hemos olvidado de nuestros mayores 'trans', que han estado ahí toda la vida. No podemos olvidarnos. Las personas 'trans' tienen todas las trabas, no solo la administrativa, sino también la sanitaria. Tenemos que pensar en el derecho de las personas no binarias a hormonarse, o el derecho a no hormonarte, pero sí a cambiar de nombre. Queremos que nadie tenga que firmar un papel diciendo quién es. El nombre hay que dignificarlo, es lo que te identifica.
— Las personas LGTBI que protagonizaron las luchas más duras por los derechos en los 70 hoy están envejeciendo, ¿hay suficiente atención especializada para las personas mayores homo y trans?
— No hay nada. Se da la paradoja de que hay personas visibles, incluso activistas históricos, que salieron en el 78 a las primeras manifestaciones y ahora, a los 65 o 70 años, se vuelven a meter en el armario. En las residencias, por ejemplo, no se trata la sexualidad de nadie, y menos de lesbianas, homosexuales, 'trans' o bisexuales. Nuestros mayores están volviendo al armario. Yo todavía encuentro a gente de 70 años que me dice “yo llevo toda la vida llamándome Manolo, pero quiero llamarme Juana”. Hay que darles las alternativas y protegerles. Vivir dentro de un armario provoca tristeza, depresión. No te deja vivir plenamente tu vida.
— Hablando de cambios generacionales, los jóvenes hoy tienen una relación distinta con el VIH de la que tenían las personas de los 80. El VIH ya no mata, ¿hay nuevos retos en este sentido?
— Es cierto que el VIH no mata, pero hay otra cosa muy dañina: el estigma social. Los jóvenes que se infectan no salen del armario. Viven estigmatizados socialmente, no se muestran. En este ultimo congreso, una de las decisiones importantes que hemos tomado es crear un grupo identitario de personas VIH para empoderarlas. Vamos a trabajar la identidad de las personas VIH. Son ciudadanos con todas las capacidades, pero tienen miedo. Ahora no tenemos esos referentes de los años 80 y 90. Ningún joven lo dice. Tienen pánico a que le aparten, a no enamorarse, a vivir el día a día.
— Otro tema invisibilizado es la violencia intragénero.
— Hicimos un informe en 2011. Es un tema que hay que abordar. Sabemos muy poco en España sobre violencia intragénero. Tenemos que hablar de esta violencia de manera específica, no podemos confundirlo con violencia de género. Es distinto y hay que empezar a sacarlo a la luz.
— También trabajáis mucho los delitos de odio, ¿hay más homofobia de la que pensamos?
— Creo que hay homofobia, pero también que hoy se denuncia más y, por tanto, se hace más visible.
— Por último, se habla mucho de homofobia, pero menos de bifobia…
Hay un problema en el lenguaje. A veces usamos “homofobia” como un término general, donde incluimos todo. Al hablar con un nombre genérico, invisibilizamos todas las realidades como la bifobia o la transfobia. Hace dos años pusimos la bifobia en el centro. Creo que es una realidad muy atacada. A veces, el concepto va ligado a una persona viciosa o indecisa. Son conceptos bifóbicos. Hay que cambiarlo. Se puede amar a quien sea una vez, mil veces o en distinto grado.