El cuerpo de las mujeres como territorio de guerra

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Una niña refugiada lleva leña proporcionada por agencias humanitarias en el campo de refugiados de Idomeni, Grecia. / Kostas Tsironis (Efe)

La Plataforma CEDAW Sombra, compuesta por más de 200 ONG feministas, de derechos humanos y desarrollo ha organizado una jornada para profundizar en la realidad de las mujeres refugiadas y solicitantes de asilo, a pocos días de la aplicación del Acuerdo de la Unión Europea-Turquía. ACNUR, ONU-Mujeres, CEAR, Amnistía Internacional o Save a Girl, entre otras voces, han participado en este acto en el que, junto con los datos y el rol de la sociedad civil se ha cuestionado el papel de los gobiernos.

El número de personas en situación de refugio en el conflicto humanitario más importante desde la II Guerra Mundial supera los 60 millones de personas desplazadas. Sólo de Siria, hay 5 millones de personas refugiadas y 7 millones desplazadas internas. A Europa están llegando constantemente. Más de un millón de personas en 2015 y más de 180.000 en lo que va de año, procedentes de Siria, Afganistán, Irak…

Más de la mitad de las personas desplazadas –el 60% en lo que llevamos de 2016- son mujeres, niñas y niños, la población más vulnerable y sobre la que no hay ningún tipo de política de atención y prevención de las violencias que pueden sufrir. Por un lado porque en la Convención de Ginebra (1951), que es el instrumento principal para afrontar la protección de los derechos humanos de las personas refugiadas, no recoge la discriminación por razón de sexo y, por otro, porque el Convenio de Estambul, que cubre estas lagunas en materia de género, no se está poniendo en práctica.

Pero, ¿qué significa la discriminación y desprecio que viven las mujeres en estas circunstancias de desplazamiento y refugio? Tanto en las experiencias latinoamericanas (Colombia, Guatemala, El Salvador), la diáspora siria o el sangrante goteo africano, las mujeres, los cuerpos de las mujeres son utilizados y violentados, como señala Mercedes Rodríguez, advirtiendo que más de 13.000 mujeres han denunciado violencia sexual durante los procesos de refugio en Colombia. Los cuerpos de las mujeres trasmutan en territorios de guerra, mientras la Comunidad Internacional no usa ningún mecanismo de vigilancia y visibilización de estas violencias.

En este sentido, una de las medidas urgentes que propone ACNUR es la elaboración de protocolos de actuación que tengan en cuenta cómo afecta a las mujeres las normas y las tradiciones que les impiden hasta entender que tienen derecho a la denuncia los abusos que sufren en el camino, como el riesgo de violencia sexual que ejercen contra ellas “compañeros de viaje, contrabandistas, traficantes, fuerzas de seguridad, criminales y desconocidos”, según indica ONU-Mujeres.

El drama se constata con el dato de los matrimonios de menores. En Turquía, el 15% de las niñas sirias son casadas en segundos y terceros matrimonios con turcos adultos. En Líbano y Jordania, donde se recoge la mayor parte de la población refugiada siria, también las niñas son obligadas a contraer matrimonio con polígamos, como en Turquía, con hombres de edades muy superiores a las suyas, con matrimonios de adolescentes con señores de 50 años. Niñas esposas que pasan de no tener derecho a la escolarización a no tenerlo ni sobre sus cuerpos ni sobre sus vidas.

Según Amnistía Internacional, podemos hablar de “cadena de abusos” por las formas y consecuencias que tiene la violencia, los abusos y la explotación que sufren las mujeres y las niñas en las tres etapas del refugio: el conflicto, el tránsito y el lugar de llegada. Y es que los traficantes hasta obligan a las mujeres a quedarse embarazadas porque consideran que así pasan mejor, son mejor atendidas en las fronteras.

En palabras de la representante de AI, Lola Liceras, “las mujeres se invisibilizan para no molestar y para no ser molestadas”, mujeres que “no pueden ni denunciar abusos, porque hasta que no tienen estatuto jurídico de refugiadas, no son nadie.”

¿Qué hacemos frente a toda esta sinrazón? ¿Bajar la mirada cuando interrumpen nuestras vidas las imágenes en la televisión? ¿O pensar qué hay detrás, qué intereses, qué necesidades y actuar?

2 Comments
  1. Carmen says

    Que buena descripción del drama de estas mujeres: violencia sexual, matrimonios forzosos, violencia y explotación. Ya es escalofriante jugarte la vida solo por asistir a la escuela.
    Nacer mujer y pobre es como jugar a la ruleta rusa, pero si encima la guerra y el hambre te obligan a desplazarte y a buscar refugio, eres una heroina si logras sobrevivir en ese campo minado. Ya que no somos capaces de protegerlas, no las hagamos invisibles.

  2. mu says

    Espero que los partidos políticos sean más sensibles a estas injusticias, unidas al resto de injusticias globales del ser humano. Es una vergüenza el poco trabajo efectivo que se hace ( con excepciones loables). Sólo sentimos pena y lástima. ! Menuda ayuda!.

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