Un nuevo 8 de Marzo obliga a las instituciones, partidos, sindicatos, tejido social y conjunto de la sociedad a pararse a mirar hacia las mujeres. Y a ver qué poco ha avanzado la igualdad desde el año pasado, el anterior, el otro… Aunque hayamos llenado las calles hace sólo cuatro meses, el 7 de noviembre, en ese hito histórico que fue el 7N contra las violencias machistas.
El peso que la violencia contra las mujeres tiene en la realidad de nuestro país, con 14 asesinadas (más una niña) en lo que va de año, exige que en las conmemoraciones del Día Internacional de las Mujeres tenga un papel protagonista la lucha por la erradicación de todas las violencias. Pero la violencia es una consecuencia del machismo estructural que viven las mujeres en esta sociedad, y en otras, en mayor o menor medida. Pero no se puede dejar al margen otras dimensiones del machismo que impiden la igualdad real.
La crisis sigue cebándose sobre las mujeres. La brecha salarial es, más que brecha, abismo. Según Comisiones Obreras, “el salario medio anual de las mujeres debería incrementarse un 32% para equiparase al de un hombre”. Por si esto fuera poco, la situación del desempleo femenino no deja lugar para muchas alegrías, con una tasa de paro del 54,46%, frente al 45,54% masculino. Según informaba Pascual García en cuartopoder.es el pasado día 2, el incremento del desempleo del mes de febrero se debió a la pérdida de empleo femenino, hasta un total de 2431 puestos de trabajo.
Sin seguridad, sin igualdad en el mercado laboral, con los derechos sexuales y reproductivos en danza, con una tutela velada a la presencia de las mujeres en los ámbitos de poder, con esa lupa que vigila para que ninguna vaya más allá de donde el sistema patriarcal permite, no se puede decir que las mujeres disfruten de la libertad y de los derechos al mismo nivel que los hombres.
La desigualdad que se vive en la sociedad, en términos de género, es tan profunda porque empapa los comportamientos individuales y colectivos sin que haya habido, aún, políticas públicas que hayan penetrado y favorecido un cambio en las actitudes en el conjunto de la sociedad, dejando la igualdad al albur de transformaciones individuales.
Por ello, es preceptivo que este 8 de Marzo, las mujeres salgan a recorrer las calles convocadas por el Movimiento Feminista. Porque el camino está iniciado, pero la igualdad no está conseguida aunque en la foto parezca que ya somos iguales. Porque la igualdad es sólo formal y falta trecho para llegar a la meta de la igualdad real y es necesario, más en un momento político como éste, que se vea la fuerza de las mujeres para que se escuchen las demandas, recordando que las mujeres son, somos, tan diversas como las reivindicaciones que abanderamos, desde el reconocimiento del papel de las mujeres en la historia, hasta su presencia en el nomenclátor municipal. O del reconocimiento del valor del trabajo en el ámbito de la familia, el trabajo reproductivo, a costa del tiempo y la calidad de vida de las mujeres.
A las calles, a reivindicarnos como sujeto activo. A clamar a favor de la diversidad de las mujeres. Por los derechos para todas y las discriminaciones para ninguna, sea cual sea su procedencia, su opción, su capacidad, su edad. A las calles, para recordar a las que no están y a las que no pueden estar. A las calles, contra la ola de machismo que recorre Europa y por las refugiadas que no tienen refugio.
A las calles, por todas.
Parece mentira que haya que seguir hablando así. Qué terca la injusticia patriarcal. Qué cansino.