25N, contra la indolencia que sustenta la violencia de género

La conmemoración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, el 25 de noviembre de 2015, tiene un carácter diferenciador respecto de otros 25N: la reciente manifestación contra las violencias machistas que continúa en la retina de muchas de las participantes y de quienes no vieron la necesidad de asistir. Hay una segunda características para este día: su coincidencia con la precampaña electoral se verá reflejada en los actos, puntuales, de partidos y candidatos.

El gobierno, con ese balance tan positivo de todas sus actuaciones, no reconoce a una parte importante de las víctimas y sigue con su “erre que erre”: hay salida. Con las ganas que tienen tantas personas de que el eslogan sea real. El problema es que más allá del eslogan, las típicas y tópicas declaraciones institucionales y el imprescindible informe con apariencia de “estamos haciendo más que nadie contra la violencia de género”, el gobierno no hace nada. Ni lo que le recomienda Naciones Unidas (léase reparación exigida para Ángela González Carreño), ni lo que firma en acuerdos internacionales (por ejemplo, implementación del Convenio de Estambul). Ni siquiera una mínima política educativa que prevenga comportamientos violentos y sexistas, una vez que la LOMCE (ley de educación) se encargó de impedir la impartición de ningún mensaje que pueda contrarrestar la desigualdad que viven y con la que se educa a las niñas, para que aprendan a ser mujeres, como bien teorizó Simone de Beauvoir en 'El Segundo Sexo' cuando analizaba la impostura con la que la sociedad construye sus modelos femenino y masculino: “No se nace mujer, se llega a serlo”.

Parece evidente que Alfonso Alonso, ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, ha olvidado este último contenido de su ministerio. Ni ha valorado la manifestación del 7N, ni ha leído el significado de la misma. Eso sí, ha preparado un nuevo estudio, que es en lo que gasta el dinero de la lucha contra la violencia de género la Delegación de Gobierno. En esta ocasión, el Informe La atención primaria frente a la violencia de género: necesidades y propuestas presenta una serie de datos sobre la situación y posicionamiento del personal sanitario de atención primaria con unas conclusiones que no dejan de sorprender. Así, dicen que “Se trata de una muestra de profesionales muy sensibilizados con la violencia de género que le otorgan a este problema una importancia de 8,9 puntos sobre 10”. Y remata con “Al 63,4% no les plantea ninguna incomodidad atender a pacientes víctimas de violencia de género.”

Si bien el problema de la violencia de género no es exclusivamente sanitario, tiene una vertiente de atención sanitaria que facilita, además, la detección. ¿Cómo podemos tener un tercio de profesionales en atención primaria que sienta como una incomodidad atender a una víctima? La respuesta la encontramos a continuación: El 60,3% de las médicas y el 49,7% de los médicos han realizado algún tipo de formación sobre violencia de género, aunque el 44.4% conoce en su entorno, fuera de la consulta, algún caso de V.G.

Unos datos más: el 85% sabe que tiene que denunciar cualquier situación de violencia de género que detecte en su consulta. Sin embargo, el informe destaca que las dificultades más señaladas en la actuación ante las mujeres víctimas de violencia de género son:

- Los problemas éticos si la mujer no quiere denunciar (90,8%). Claro, mejor mirar para otro lado, a ver si hay suerte y cambia de centro.

- El miedo a perjudicar a la paciente con la actuación que se desarrolle (72,9%). No verán que ser víctima de violencia de género le perjudica a nivel psicológico y físico como mínimo y no se soluciona con una receta de lexatín y que pase el siguiente.

- El temor a denunciar a un inocente en caso de denuncia falsa (65,7%). No vaya a ser que precisamente su caso forme parte del 0,01% de denuncias falsas, según datos del Consejo General del Poder Judicial.

- La escasez o reducción de servicios socio-sanitarios (60,8%); el desconocimiento de los criterios legales (34%), y los criterios de actuación (37,2%). Entre los recortes en los servicios y la falta de interés, porque aún falta el día que el personal sanitario tome postura pública respecto de este tema, quizás porque el 44,8% de las médicas señala como obstáculo el miedo a las represalias por parte del agresor frente al 28,9% de los médicos varones.

¿Qué hace el gobierno para responder a estos datos tan preocupantes? Nada, por supuesto. Ya han hecho el informe, ¿qué más queremos? Si pretendemos que tomen medidas para paliar la violencia de género tendremos que votar a otras personas, pero a aquellas que tengan respuestas a las demandas de las mujeres, a quienes consideren prioritario la atención a la violencia de género y la erradicación de este drama social. La violencia de género es una intervención individual producto de cierta indolencia colectiva, para muestra el informe, la pasividad del gobierno o el desprecio con el que algunos pretendientes a prohombres han tratado durante estos días la manifestación feminista. Indolencia, pasividad y desprecio que son parte del entramado que sustenta la violencia machista, que es la que más víctimas se cobra en nuestro país. Sin alarmas, sin respuestas. Éste es el valor que se le da a las mujeres; que siga siendo así depende de ti.