Miguel González Andrades, 29 años, oftalmólogo en el Hospital Universitario San Cecilio de Granada, sueña con curar la ceguera. Este joven investigador en el Grupo de Ingeniería Tisular de la Universidad granadina asegura que, en lo que a la salud se refiere, “puestos a soñar, el futuro del ser humano pasa por que sea el propio cuerpo el que regenere sus propios tejidos dañados”, una vez que la ciencia vaya consiguiendo el medicamento o tejido apropiado para cada caso. “Será como tener un taller con estantes repletos de piezas de recambio”, explica este brillante investigador de origen malagueño —mejor expediente MIR de Andalucía en 2013—, mientras anuncia que en mayo se marcha a los EEUU, a la Universidad de Harvard, en Boston, dónde seguirá ampliando conocimientos e investigando sobre queratoprótesis (córneas artificiales no biológicas); un nuevo tipo de implante ocular que también servirá para tratar la ceguera corneal; una patología que afecta a 28 millones de personas, la mayor parte de ellas en el tercer mundo, mientras en España, se estima, se diagnostican unos 2.000 casos al año.
El “niño de las corneas”, como le dicen con guasa en su entorno, quiso estudiar Bellas Artes, pero al final optó por hacer Medicina porque es “la ciencia más parecida al arte”, según dice.
González Andrades es estos días noticia porque acaba de realizar un primer implante de córnea artificial, conseguida a partir del cultivo de células en un laboratorio. Hasta ahora sólo había habido una experiencia similar (no igual) en Suecia, en 2010. En ella participaron 10 enfermos y al final se paró el ensayo clínico por los dudosos resultados que iban mostrándose.
En cambio, aquí, el implante realizado por González y su equipo el pasado 18 de febrero, en Granada, a un varón de 51 años que padecía fibrosis corneal severa —una úlcera que le causaba pérdida de visión y fuertes dolores— está evolucionando “muy favorablemente”, comenta. Y si todo va según lo previsto, en los próximos meses serán operados cuatro pacientes más. Y luego otros 15 hasta completar esas 20 intervenciones quirúrgicas que prevé el ensayo clínico (10 pacientes serán tratados con implante de córnea artificial y otros 10 con implante procedente de un donante). En el ensayo clínico, que durará dos años, participan seis hospitales andaluces.
“Lo novedoso está en el implante, que, dicho sea de paso, no es propiamente un transplante. Más bien se trata de un medicamento”, explica González Andrades con esa prudencia que caracteriza siempre a los médicos. “En realidad no hemos conseguido gran cosa todavía”, dice quitándole importancia a su éxito. “Hemos logrado crear, sí, dos capas de las tres que tiene la cornea, pero no el endotelio, que es la capa más difícil de conseguir y la responsable de la mayoría de los rechazos en este tipo de transplantes”. “El reto ahora”, continua explicando el investigador malagueño afincado en la ciudd de la Alhambra, “es obtener ese endotelio”. El endotelio es una tenue lámina de una sola célula de espesor ubicada en la parte interior de la córnea. Si esta capa se consiguiese, entonces sí, el Grupo de Ingeniería Tisular que lidera González Andrades podría decir que habría logrado crear esa “cornea completa” a partir del cultivo de células en laboratorio; un sueño perseguido desde hace diez años.
González concibe la investigación como “algo que le divierte”, pero también como una necesidad. Reconoce que para él es difícil entender la práctica clínica sin que vaya unida a la investigación; y viceversa. Cuando un paciente quiere saber si “hay algo más” para su caso, y no se tienen respuestas, “lo que te viene a la cabeza es irte corriendo al laboratorio a investigar”, comenta. E investigando lleva este joven oftalmólogo desde segundo de carrera. Después de diez años, su curiosidad y atrevimiento ya están dando sus frutos. Frutos que han llamado la atención de una parte de la ciencia médica en el mundo.
La córnea, pieza clave en el complejo mecanismo del ojo, está formada por tres capas: endotelio, estroma y epitelio. Estas dos últimas son la que González Andrade y su equipo han conseguido crear de forma artificial. ¿Cómo? Sobre una matriz artificial o andamiaje compuesto de fibrina (proteína que se obtiene del plasma sanguíneo y que es esencial para la formación de coágulos) y agarosa (molécula procedente de un alga), los investigadores han colocado células procedentes del epitelio y del estroma (primera y segunda capa de la córnea) cultivadas en el laboratorio a partir de los trozos sobrantes de córneas de donantes después de que éstas fueran utilizadas para la realización de transplantes convencionales.
La “pieza” resultante de la unión de este cultivo y el citado andamiaje es lo que en una operación que apenas duró 40 minutos le han colocado al paciente granadino que, por ahora, “evoluciona muy favorablemente”, reitera González Andrades. De momento, al enfermo le han desaparecido los dolores y se han reducido las molestias.
¿Cómo acabará esta historia? Eso, por ahora, todavía es difícil de saber... Ni González Andrades ni nadie que se dedique a la creación de tejidos en laboratorio se atreverán a decir cuándo se hará realidad ese sueño que el joven investigador verbalizaba al principio de este artículo. Pero de lo que no cabe duda es de que la biotecnología, la investigación con células madres en laboratorio para la obtención de tejidos reparadores o que puedan servir como piezas de recambio para órganos dañados, está en pleno auge. Por el momento, el cultivo de piel artificial para su utilización en pacientes que han sufrido graves quemaduras es ya frecuente. Para la reparación o sustitución de otros órganos, ¿quién sabe? Quizás no falte tanto.
Desde la Federación Europea de Aniridia, Aniridia Europa, tenemos nuestra esperanza en todos estos avances para que las personas que padecen aniridia, que padecen degeneración corneal, al menos conserven su porbre agudeza visual.