La Escuela de Pacientes, una alternativa válida para superar los recortes sanitarios

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Imagen de un grupo que asiste a los talleres de la Escuela de Pacientes en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. / HVR

Durante años, el desencuentro entre aquellos profesionales de la medicina que creen que la salud es más cuestión de aplicar las tecnologías más avanzadas y recetar los últimos fármacos, y los que piensan que mens sana in corpore sano tiene mucho que ver todavía con una gestión más humana de la enfermedad y con una actitud más cercana del médico, el desencuentro, reitero, ha sido constante. ¿Quién ha ganado? A la realidad les remito... Hoy las consultas de Atención Primaria son, salvo excepciones, meros despachos de expedición de recetas y, las especializadas, en los hospitales, un recorrido por extraños stands tecnológicos en el que se nos practican pruebas increíbles, en un encuentro unidireccional y silencioso con los robots. Sin renunciar a la tecnología y la robótica, —¡imprescindibles para detectar y curar muchas de las enfermedades que hoy padecemos!—, sí podemos recordar, también, que quedan ya lejos aquellos tiempos de la auscultación ocular, o cuando el médico palpaba al enfermo mientras se interesaba por su estado anímico, físico y social, sin olvidar preguntar por su entorno.

Viene este preámbulo a cuento porque la crisis económica aprieta y esto requiere, más que nunca, replantearse muchos de las formas y hábitos que ahora tenemos para prevenir y cuidar la salud. Digamos que, resumiendo, las pastillas no lo son todo. Cuando, además, falta el dinero, como ahora, conviene tomar conciencia de la situación real en la que nos encontramos inmersos y así aprovechar mejor los recursos de que disponemos. En el caso de los enfermos crónicos o que soportan patologías de larga duración —diabetes, fibromialgia, cáncer de mama, hipertensión, insuficiencia cardiaca, obesidad mórbida y un largo etcétera de enfermedades que asolan, sobre todo, a la tercera edad— la Escuela de Pacientes se muestra, en estos momentos, como una alternativa ejemplar, casi “perfecta”, para mejorar la calidad de vida de los enfermos.

En Andalucía lleva ya cuatro años funcionando esta escuela en una red que abarca a medio centenar de centros sanitarios. La Escuela de Pacientes aborda temas como la higiene y la movilidad del enfermo, el tratamiento farmacológico, la dieta, el manejo psicoemocional, imparte técnicas y cómo tener recursos para el autocuidado e, incluso, ilustra sobre cómo afrontar mejor la situación terminal en la que se encuentran algunos enfermos. Y todo esto se hace en una relación entre iguales porque, sobre todo, son los propios enfermos o sus cuidadores, los que, una vez formados, asesoran e instruyen a los nuevos pacientes que quieren aprenden a gestionar mejor su enfermedad.

Se trata de “hablarse de tú a tú, de contarse qué miedos se tienen y cómo se pueden resolver, de compartir consejos útiles, de comprobar que todo se acaba normalizando y de saber que los enfermos que acuden a los seminarios de la Escuela de Pacientes siempre tienen a un profesional sanitario para apoyarles en lo que necesitan”, explica Malena Díaz, directora de cuidados de Medicina Interna en el complejo hospitalario Virgen del Rocío de Sevilla, en una nota de prensa del citado hospital. En definitiva, los cuidadores son, con el asesoramiento y apoyo de las profesionales de la enfermería, los principales formadores en la Escuela de Pacientes.

Se trata, pues, de que pacientes y cuidadores profundicen en el conocimiento de la patología que sufren o han de cuidar, al tiempo que aprenden diferentes técnicas para manejar mejor la enfermedad. A los pacientes o familiares que asisten a los talleres se les enseña a romper el círculo de la enfermedad que les obsesiona, reforzando su voluntad en esa idea de que siempre es mejor tener pensamientos positivos que esconderse, como el avestruz, bajo la actitud negativa que todo mal alimenta. Luego se les propone establecer un plan de acción; ya sabemos que si no hay objetivos (un plan) nuestra capacidad de actuar se verá muy mermada.

En estos talleres que imparten enfermeras y pacientes ya habituados a gestionar la enfermedad que padecen, aprenden, quienes acuden, a ponerse pequeñas metas que servirán para mejorar su salud, con resultados positivos casi inmediatos sobre, por ejemplo, su estado de ánimo y la convivencia con la enfermedad y el entorno. En los talleres, el enfermo se compromete a cosas tan simples como a hacer “un poquito” de ejercicio físico —“caminar media hora diaria”, recuerda Malena Díaz—; a comer un par de piezas de fruta o a beber un litro de agua al día como mínimo. Objetivos pequeños, sí, pero suficientes para mejorar el estado de ánimo del enfermo y su relación con el entorno. Se trata, en definitiva, de no abandonarse; de no “resignarse”. Hay que hacer ejercicio, cuidar la alimentación, tratar de mejorar la imagen personal (arreglándose o  vistiéndose con más ilusión)... Hay que buscar todo aquello que nos produzca cierto placer, “como leer... aunque sea sólo media hora diaria, asistir a clases de pintura o reivindicar más tiempo para 'mí'”, enumera Díaz.

En Andalucía, más de medio millar de enfermos crónicos han aprendido ya a gestionar mejor su enfermedad a través de los talleres que se imparten en la Escuela de Pacientes. Si alguien desea contactar con esta escuela o ampliar información, en su página web www.escueladepacientes.es tiene todo lo que precisa. En tiempos de crisis, no se olvide, también surgen oportunidades e ideas valiosas que nos harán vivir mejor. La Escuela de pacientes es una de estas ideas que, no se olvide, puede ayudar a muchos enfermos a gestionar mejor su enfermedad y su vida y, en definitiva, a tener mejor salud.

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