Muchas mujeres dirán que se operan las tetas porque les da la gana. Y otras muchas, supongo, responderían también, si se les preguntase, que lo hacen porque creen tenerlas demasiado pequeñas o demasiado grandes, o demasiado caídas o... ¡vaya usted a saber! “Porque me lo ha pedido mi novio”, afirmaría, seguro, alguna, a la que no me atrevo a calificar aquí para no ofender a nadie. En este apartado entrarían, asimismo, en un alto, ¡elevadísimo porcentaje!, las mujeres que, obedeciendo al estereotipo cultural que nos domina, fruto de la cultura machista que gobierna el mundo, aceptan sin darse cuenta que su cuerpo no les pertenece a ella sino a ese estereotipo (ya recalco que masculino) que concibe los senos femeninos de una determinada manera. ¿Acaso no es así? Pues... si lo fuere, he aquí las claves de por qué miles de mujeres en España –millones en todo el mundo— se someten a una aventura quirúrgicas y operaciones innecesarias para que les coloquen implantes mamarios como los Poly Implant Prothèse (PIP) que tanto están dando que hablar últimamente, por lo dramático que puede ser el resultado. De hecho acaba de ser detenido en Francia Jean-Claude Mas, fundador de la empresa que fabricaba estos implantes defectuosos.
Pero antes de continuar con este asunto de los implantes en los senos femeninos, conviene dejar claro que no se hablará en este artículo de esas mujeres que, por una enfermedad u otras razones médicas, han de someterse, obligadas por desgracia, a esta cirugía tan difícil de asimilar (y de aceptar) en tanto en cuanto afecta a aspectos psicológicos. Éstas enfermas, en España, están, afortunadamente, protegidas por el Sistema Nacional de Salud y asistidas como corresponde por los servicios sanitarios específicos de cada hospital de referencia. De ellas, queda dicho, aquí no se va hablar hoy.
Hablemos, pues, de aquellas otras..., aficionadas a practicar con su físico, si se me permite la expresión. O dicho en otros términos: reflexionemos sobre ese cada día más numeroso grupo de mujeres que están dispuestas a modificar su anatomía a capricho, a “arreglarse lo que sea”, senos y otras partes de su cuerpo a la menor oportunidad... Mujeres que sin duda tienen siempre “sus razones” como he apuntado antes, pero que, en la mayoría de los casos, siempre son muy discutibles.
A este respecto, cabe preguntarse, ¡poniéndonos ya serios!, ¿por qué no existe un registro de prótesis mamarias implantadas por la sanidad privada? ¿Por qué no se controla qué mujeres se operan, qué tipo de prótesis se les implanta, qué cirujano las interviene, en qué clínica se practica la operación, con qué medios se cuenta...? Y, finalmente: ¿por qué la Administración no exige un protocolo de seguimiento a las clínicas, con el que se les obligue a detallar cualquier tipo de incidencia a fin de corregir situaciones como las provocadas por las PIP? De esta forma se hubieran ahorrado —el Estado, las afectadas, las aseguradoras (que van a tener que pagar importantes indemnizaciones, probablemente), las clínicas y los cirujanos, todos— un sin fin de inconvenientes y se hubiera encauzado al menos (que no resuelto) el problema que la Sociedad Española de Cirugía Estética y Reparadora (Secpre) cree que tienen, entre 8.000 y 12.000 mujeres en España, el número estimado que lleva implantes PIP.
Pero, como ninguna de las interrogantes planteadas hasta ahora han sido resueltos, al menos de forma transparente, resulta que los cirujanos andan con la mosca detrás de la oreja, las aseguradoras les buscan las cosquillas a éstos por no haberlo hecho bien o todo lo bien que debían, la Administración no sabe qué hacer ni a qué carta quedarse, y las afectadas... Las afectadas, además de estar muy preocupadas por lo que les pueda pasar y sentirse abandonadas, acaban de enterarse de que tienen un problema serio, pues llevan unos implantes mamarios que son “defectuosos” —podría decirse así— por lo que lo aconsejable es que se los quiten cuanto antes.
Hay cirujanos que aseguran que la culpa de este “enredo” es el bajo precio de los implantes; así de simple. Y que por esto eligieron los PIP muchas mujeres. Puede que sea así, claro, pero, aun siendo comprensible que eligieran los más baratos, en nada justifica la ligereza de la acción profesional de ciertos médicos, sobre los que ya han surgido voces acusándolos de lucrarse y de actuar con negligencia. Y es que ellos deberían haber explicado y aclarado a estas pacientes “el posible lío en el que se metían” al adquirir un producto que no estaba totalmente garantizado aunque “pareciese” que sí, que sí lo estaba... Y eso sabiendo (y sospechando, quizá) que el bajo precio (unos 200 € frente a los 1.000 € o más que cuestan unos implantes de calidad) no indicaba más que había gato encerado y que algo podría ir mal.
Sobre las medidas a tomar por las personas afectadas, portadoras de implantes PIP, todos lo profesionales consulados aconsejan y la propia administración sanitaria recomienda acudir a la clínica donde se los colocaron y pedir que le hagan un reconocimiento ya. A partir de ahí sólo cabe actuar con la mayor brevedad posible aunque es cierto también que si estos implantes no están rotos, se aconseja seguir haciendo una vida normal, sin olvidarse por ello del tema.
En cualquier caso, valga este incidente —que deseamos que sea lo menos grave posible —aunque en Francia se han confirmado ya varios tumores de mama debido a la rotura de estas prótesis— de aviso y de reclamo, para insistir una vez más, en la necesidad de que se haga esa reflexión que anteriormente he sugerido: ¿es el cuerpos femenino... de la mujer o es de los hombres? Porque si es de la mujer, como parece obvio, a qué viene ese afán de transformarlo, a riesgo, incluso, de jugarse la salud. Pensémoslo. Piénsenlo las mujeres... Y seguro que usted, mujer, si ahonda en ese pensamiento, van a quitársele las ganas de operarse porque sí. A usted, y a usted, y a usted... A otras muchas mujeres no, claro. Porque, afortunadamente, somos (casi) libres.
La pregunta, en realidad, es: ¿por qué los tíos no se operan los cataplines?
Las mujeres sólo os preocupais por las gilipolleces y los ‘muñequitos’. La que se haya puesto unas tetas que no necesitaba más que para ser un escaparate viviente que se apañe. punto.
Tengo entendido que en la cirugía estética se gasta más dinero que en la convencional.
Además, mejor que se asimile mas pronto que tarde que todos somos diferentes y no tiene sentido envidiar lo que no se tiene o es de naturaleza diferente a la nuestra.
¿Se imagina alguien un mundo donde todos fuesen como Paul Newman o Norma Jean?
A mi, me parece que es como cuando en una película o en una serie de televisión solo se ve gente de buen ver. No me la creo.
La mujer lo hace por vanidad ven a otras que ya las tienen operadas y llaman la atencion de los chicos y la envidia les corroe, apenas juntan o hacen un prestamo de dinero se ponen tetas. Obvio lo vemos en la tele no falta la piruja que llama la atencion mostrando sus atributos fisicos falsos y le empiezan a llover contratos fabulosos monetariamente,. Que mensaje envian que tienes que estar operada para triunfar si eres mujer y no tienes cerebro con eso ya la hiciste.
Otras que he conocido piensan que con eso van a pescar marido y si llaman la atencion pero solo les dan el revolcon en la cama y las dejan, y consiguen de novia formal a una chica no operada. La mayoria de los hombres aunque nos guste fisicamente una mujer ya que la llevamos a la cama nos decepciona la dureza de sus senos falsos, obvio no se los decimos por educacion o para que no se sientan mal.
Yo me puse porque no tenía NADA. Plana y soy grandota. Alta, deportista.
Mido 180 y los hombres suelen ser unos enanos al lado mío.
Por lo menos aquí en España donde vivo ahora no suelen ser muy altos.
No me puse mucho apenas 325… y veo que chicas más baja y pequeñas que yo se ponen 500, 600.
Lo hacen por llamar la atención.
Lo mío es discreto, me siento más segura porque me queda mejor la ropa, pero no es algo grotesco que llame la atención.
Conozco una que se puso hace poco. Y le quedaron horribles, dos tetas redondas. Super falsas.
Y se quiere poner más.
Esos no es un complejo, es la necesidad de llamar la atención a base de deformarse el cuerpo.
Creen que van a quedar sexy con siliconas horrendas, redondas, enormes. Y solamente hacen el ridículo.
Aunque bueno los hombres no le hacen asco a nada.