ENTREVISTA

“Se desconfía más de un niño con sus padres en el parque que de los adultos tomando una copa en un bar”

  • Conversación con Alberto García-Salido, pediatra intensivista en el Hospital Niño Jesús de Madrid

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Sobre los niños y niñas se han dicho muchas cosas durante esta pandemia. ¿Cómo les afecta? ¿Contagian más o menos? ¿Desarrollan otro tipo de enfermedades? ¿Qué importancia tienen en la transmisión los parques infantiles? ¿Es la vuelta al cole segura? Como todo en esta situación sanitaria sin precedentes, necesitamos tiempo y rigor en las opiniones. Dos principios que pone en valor Alberto García-Salido, pediatra intensivista en el Hospital Niño Jesús de Madrid. Colabora con varios medios de comunicación y tiene un número considerable de seguidores en Twitter. Hablamos con él en cuartopoder de todo lo relacionado con la infancia y el coronavirus.

-¿Qué sabemos del virus y cómo afecta a la infancia? Evidentemente sabemos ahora mucho más que en febrero o marzo.

-Este virus, que ya todo el mundo conoce, en el caso de la población pediátrica se está tardando más en adquirir conocimiento sobre él porque es una población que se ha visto porcentualmente menos afectada. Al principio, cuando llegaban las primeras publicaciones desde Asia, eran muy pocos casos los que aparecían. Muchos de los que describían eran prácticamente diagnósticos casuales. Al hacer allí screening encontraban a niños con el virus. Los primeros casos de coronavirus que pudimos diagnosticar fueron allá por el mes de marzo. Cuando digo diagnosticar, como no había capacidad para hacer PCR a todo el mundo, nosotros en pediatría solo hacíamos ese test a los que ingresaban. Teníamos muchos niños con clínica compatible con coronavirus y otros que se iban a su casa sin ponerle el nombre.

La clínica que veíamos en ese momento era respiratoria porque lo asemejábamos a lo que contaban en adultos. Pero con el tiempo nos fuimos dando cuenta que las formas clínicas eran diferentes a las que podían tener en población adulta. Empezamos a ver que tenían lesiones en la piel, que venían con cuadros de diarrea o dolor abdominal. Y algunos, ya más avanzado el mes de abril, tenían fenómenos de inflamación de todo el cuerpo. Parecían no estar relacionados con la infección activa sino con una especie de irregulación leucocitaria que pasaba entre dos o tres semanas después de haber tenido esa infección.

-Esas inflamaciones, cuando salieron a la luz, generaron mucha alarma en su momento. Hubo noticias que corrieron sin control por grupos de padres y madres, se mencionaba la enfermedad de Kawasaki…

-Uno de los mensajes que debemos transmitir es que la inmensa mayoría de los niños supera esta infección sin problema. Hay varias hipótesis, que van desde tener un sistema inmunitario más joven hasta una mayor y mejor inmunidad celular, entrenada por las vacunas y otras infecciones de repetición. Los niños tienden a la salud, son organismos que están a estrenar, tienen menor número de anclas para este virus. Se ha visto que este es un virus que ataca con más virulencia a aquellas personas que tienen un daño en los vasos sanguíneos, hipertensión, diabetes, sobrepeso, etc. Todo esto en niños, como está todo nuevo, es menos frecuente.

El pediatra Alberto García-Salido. / Cedida

Volviendo a la inflamación, ese cuadro no había sido descrito en Asia. Nosotros empezamos a haber ese tipo de disregulaciones inmunitarias sobre el 9 o 10 de abril. Ahí nos llegó el primer paciente. Al principio no hacíamos el diagnóstico diferencial de forma rápida, sino que veíamos un crío que tiene una clínica determinada que se parece a una enfermedad de Kawasaki y a unas infecciones bacterianas graves. Para esas dos formas de enfermedad, en las que hay mucha inflamación, hay un tratamiento que es común. Se basa en la inmunomodulación, con una cosa que se llama imnunoglobulina. Cuando vienen esos primeros casos, se estabilizan y se tratan de esa manera. En el Hospital Niño Jesús no hablábamos en esos momentos con ningún otro hospital. Empezó a haber un goteo de niños con esas características. Como les hacíamos el PCR, empezamos a encajar piezas. Eran niños que o bien venían con la infección activa o con ella ya pasada. No tenían otra causa y parecía relacionarse con el virus. En cuanto juntamos varios casos, los publicamos. Claro, empezó a circular en los Whatsapps, la Asociación española de Pediatría emitió una alerta que generó bastante ansiedad. Pero, al tiempo, fue curioso ver cómo diferentes pediatras, en diferentes hospitales, recibiendo el mismo tipo de pacientes lo habían tratado de forma semejante con resultados parecidos. Todos hicimos más o menos lo mismo sin hablar entre nosotros. Y además es un tratamiento que se ha visto útil.

-Pasan los meses y parece claro que los niños tienen menos consecuencias con el virus que la población adulta.

"El niño demuestra que no es un adulto en pequeño y que su comportamiento frente a este virus es diferente para bien"

-El niño demuestra que no es un adulto en pequeño y que su comportamiento frente a este virus es diferente para bien. Lo cual es algo estupendo porque si ocurriera lo contrario sería una desgracia. La perspectiva que tendríamos sería muchísimo peor. También eso es triste porque significa el valor que atribuimos a la vida de la gente mayor o de las personas con enfermedades. Es un sesgo que tenemos terrible. Todo esto nos ha llevado a una confianza que nos llevamos las manos a la cabeza. Sí sabemos que a los niños les afecta de forma más leve.

-¿Y sobre la transmisión? Se habló mucho al principio de si eran “supercontagiadores”

-Los niños, con otros virus respiratorios, son dinamizadores. Son vasos comunicantes, como por ejemplo con la gripe o los catarros. Funcionan como eso, como dinamizadores. En marzo se decidieron cerrar los colegios, fue una medida lógica que tuvo impacto en la transmisión del virus. Fue lógico hacerlo. Uno tenía que contener la transmisión comunitaria por ahí. Ahora mismo estamos tomando medidas para evitar que los niños transmitan. Y es lo lógico. Toda la información que recibimos sobre el papel de la transmisión en los niños tiene un sesgo. Primero, el sesgo del confinamiento, diciendo que los niños no contagiaban. En un confinamiento no puedes decir eso porque los han sacado del terreno del juego. Ahora estamos tomando medidas para que, aún estando en el colegio, en el momento en que haya cualquier caso, se intente evitar que se propague el virus que tiene ese niño. El papel en la transmisión que tienen los niños no lo vamos a ver hoy o mañana sino con el paso del tiempo. De los meses y, si me apuras, con los años. El objetivo ahora es cortar la transmisión.

"Como ya no se hacen PCR a los niños asintomáticos que son contactos, vamos a tener una pérdida de conocimiento que nos va a impedir poder usarlo en un futuro"

Con los niños, en algunas comunidades autónomas se ha decidido no estudiar, o no determinar con certeza, cuántos de ellos son portadores asintomáticos. Sí sabemos quienes tienen síntomas, pero como ya no se hacen PCR a los niños asintomáticos que son contactos vamos a tener una pérdida de conocimiento que nos va a impedir poder usarlo en un futuro. Eso lo notamos los pediatras. Me parece una especie de rendición, en el momento en que no decides estudiar a esas personas que no presentan síntomas, haces dos cosas: no tener esos datos, no poder usarlos en el futuro y además tienes a niños que pueden ser portadores con contactos de riesgo. Por eso se pone mucho el acento de que aunque no le hagan el estudio de la PCR y no tenga síntomas, que no vean a gente mayor o de riesgo.

-Había mucha inquietud con el tema de la vuelta al colegio. Por los datos que tenemos no parece que haya sido un factor clave en la propagación del virus estos meses, ¿no?

-Yo soy padre y entiendo los miedos e incertidumbres. A mí me parecía un error abrir los colegios con transmisión comunitaria elevada porque van a participar en la transmisión los niños si no se hacen bien las medidas en los colegios. Tampoco ha habido una preparación exhaustiva en este punto o, al menos, es la sensación que da desde fuera. Yo te puedo hablar desde mi experiencia trabajando en un hospital pediátrico. Nuestra percepción es que esperábamos un repunte, muchos más casos. No está ocurriendo por ahora. Está habiendo casos en niños que vienen y se diagnostican. Pero no estamos viendo que el colegio esté provocando un incremento importante en lo que vemos en la urgencia. Yo tengo un sesgo que es el hospitalario. En Primaria a lo mejor ven otra cosa. Creo que sí es importante destacar el esfuerzo de la comunidad educativa. Y de los padres. Sus hijos pueden confinarse y no tienen un colchón legal que les permita dejar de ir al trabajo. Ellos están sumando ese esfuerzo, junto al de los críos, para intentar contener esto. Ves a críos de 6 años con su mascarilla y la llevan sin quejarse. Esto es algo que teníamos bastante claro los que trabajamos con niños que necesitan mascarilla desde hace años. Se la ponen sin problema y la llevan el tiempo que haga falta. El papel de colegios, padres y niños está siendo muy bueno y hay que ponerlo en valor. El momento en el que se dispararan los casos lo diríamos, porque lo veríamos.

"El papel de colegios, padres y niños está siendo muy bueno y hay que ponerlo en valor"

Una de las cosas que hay que proteger es el colegio porque no solo es la educación sino el impacto social que tiene sobre ellos. Es el sitio donde están con amigos. Hay algunos para los que estar allí supone recibir la mejor comida del día o el espacio más amplio donde están. Es un impacto a tantos niveles que hay que intentar protegerlo.

-Mucha gente ha tenido la tentación de que los niños han sido ninguneados en ciertos momentos de la pandemia. Está muy presente, por ejemplo, el tema de los parques. ¿Tenemos o conocemos evidencias de que los parques o parques infantiles puedan ser focos de contagio?

-Una de las cosas que estamos aprendiendo, o que yo al menos en particular me estoy dando cuenta, es que es muy útil revisar la literatura sobre los “primos” de este virus u otros con comportamiento parecido. Ya no solo desde el punto de vista de la inmunidad sino desde el contagio. Por ejemplo, si revisas la influencia del transporte público en el contagio de la gripe y otros virus respiratorios, hay trabajos de 2018 donde mediante modelos se puede determinar el papel para aumentar el virus en estos espacios. En el caso de los parques no hay trabajos hechos, o muy pocos. Sí que hay trabajos sobre guarderías y juguetes, para ver cuánto tiempo aguantan ahí. Pero el hecho de que esté el virus no quiere decir que infecte. Si intentas buscar con el colmillo retorcido para tratar de justificar el no abrir parques o toboganes, entiendo el principio de prudencia. Pero si sumas lo que se ha publicado sobre otros virus, más el conocimiento que parece que tenemos ya sobre este acerca de su comportamiento al aire libre, parece que el aire libre es un sitio que debemos proteger. Impone menos riesgo de contagio que los ambientes cerrados. Eso afecta a los parques también. Puedo entender que haya dudas sobre los toboganes. Ahí se supone que los padres vamos a ser responsables, nuestros hijos van a ir con mascarilla y vamos a intentar que no haya aglomeraciones.

"Entiendo que los parques y el aire libre son sitios que, aplicando el sentido común, pueden ser seguros"

Pero no solo eso, ya empezamos a ver estudios en hospitales donde vemos que la presencia del virus en superficies es testimonial. Sumando todo esto, entiendo que los parques y el aire libre son sitios que, aplicando el sentido común, pueden ser seguros. Es curioso porque se desconfía mucho más de un niño con sus padres que de cualquiera de nosotros cuando nos vamos a tomar una copa con amigos. Hemos hecho una especie de pacto tonto de que los niños en un parque no porque son peligrosos pero si yo me voy luego a una terraza y estoy a medio metro del de al lado sin mascarilla, aquí no nos vamos a contagiar. Es un absurdo. Entiendo que genere respeto abrir los parques, pero creo que lo razonable es abrirlos y vigilarlos, a ver qué ocurre. Si hubiera brotes vinculados a eso ya se hubieran visto, igual que los hemos visto en otras cosas.

-Se han publicado ya estudios oficiales con cierta solvencia sobre la inmunidad en los niños. Explícanos un poco qué dicen.

-En la primera ola, la Comunidad de Madrid derivó la asistencia pediátrica a dos hospitales, La Paz y el Niños Jesús. Nosotros llevábamos como diez años sobre el estudio de la respuesta inmune de los niños en el contexto de una infección. Y también en procesos autoinflamatorios. Cuando aparecen los niños con coronavirus o con la respuesta autoinflamatoria generada por él, nosotros estudiamos su respuesta inmunitaria. Lo que hemos visto es que los pacientes que ingresan en la UCI tienen una disregulación de la inmunidad celular innata. Cuando tienes una infección por un virus son las células que al ser innatas acuden como respuesta al virus, y en vez de parecer de manera ordenada, se disregulan. Esto es un poco como echar gasolina al fuego. Los leucocitos no hablan entre ellos y tampoco se escuchan. Generan una inflamación. Creemos que los pacientes pediátricos graves tienen esa respuesta y creemos que se puede controlar mediante el uso de fármacos que modulan esa disregulación. Por eso están los corticoides o la inmunoglobulina. En el caso del adulto se ha descrito algo parecido. En niños, que pase es muchísimo más raro, pero cuando pasa puede ser la causa que acabe en cuidados intensivos. Eso es lo que estamos empezando a publicar ya. Hemos publicado dos trabajos. Uno, comparando con la enfermedad de Kawasaki y el otro con otras infecciones por otras causas.

-Tienes muchos seguidores en redes sociales. ¿Qué opinas de que puedas ser considerado una referencia?

"Tenemos que centrarnos en hablar de lo que sabemos muy bien. Tenemos que aprender a decir: no lo sé"

-Hay muchos sanitarios que han ganado mucho peso y visibilidad en redes sociales y medios. Esto es una cosa para lo que la mayoría de nosotros no estamos entrenados. Hay que saber gestionarlo. La gestión tiene que partir de opinar sobre aquello de lo que realmente tienes conocimiento. No solamente un conocimiento que te permita opinar sino un conocimiento pleno, experto. Tenemos que centrarnos en hablar de lo que sabemos muy bien. Está claro que a mí en Twitter la gente me sigue, pero es un canal de comunicación donde la gente me puede conocer, saben que soy pediatra, me leen sobre la incidencia acumulada y saben que ese no es mi campo de experiencia.

Ayer alguien me dijo que me dejaba de seguir porque era un charlatán. Y puede que llevara razón. Porque en el momento que hablas de algo que no sabes, estás en el derecho de decir que tu opinión no es válida. Pero claro, cuando haces eso en un medio de comunicación más grande, como televisiones, la gente pueda que crea que sabes con certeza todo. Y es una cosa que puede generar confusión. Estamos participando los sanitarios en esto. Al hablar de todo, al creer que yo como pediatra te puedo anticipar cuándo va a haber una oleada o no, eso a la gente le confunde. Yo he intentado no hacer anticipaciones que no corresponden a lo que sé. Es algo que me preocupa, que me genera inquietud. Tenemos que contenerlo de algún modo. Tenemos que aprender a decir: no lo sé. Lo que me has dicho de la transmisión. Yo no lo sé, solo te puedo hablar de mi experiencia. Quien diga que los niños contagian mucho o poco se lo está inventando porque no hay base para decirlo.

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