BEATRIZ CAZURRO, PSICOTERAPEUTA
“Abrir escuelas con distanciamiento social es obligar a docentes y familias a ser negligentes”
- Hablamos con la psicoterapeuta Beatriz Cazurro sobre los impactos psicológicos en la infancia y adolescencia
- “Si no se pueden mover, compartir o abrazar, estamos haciendo una cosa que, para ellos, aunque no se haga con esa intención, se vive como un maltrato"
Pasan las semanas y el debate sobre cómo y cuándo abrir las escuelas sigue siendo complicado y enfrentado entre personal docentes, administraciones o familias. El Gobierno ha permitido que las comunidades autónomas abran para la etapa de 0 a 6 años en fase 2 pero la decisión es autonómica. En Catalunya, algunas ya lo han hecho y con medidas de distanciamiento social menos restrictivas que para otras etapas. El problema seguirá estando en septiembre, pero algunas profesionales alertan de que este tipo de medidas puedes ser contraproducentes para niños y niñas. Es el caso de Beatriz Cazurro, psicoterapeuta, que mantuvo una conversación con cuartopoder emitida en directo en Instagram.
Esta profesional acaba de sacar a la venta, en formato E-book, el libro Estoy aquí. Cómo amortiguar el impacto de las situaciones estresantes en los niños y las niñas. La publicación nace con el fin de dar respuesta a todas las preguntas que ha recibido en las últimas semanas sobre de cómo ayudar a niños y niñas durante la crisis de la covid-19. La vuelta a las escuelas es una de ellas. “Abrir los colegios, especialmente infantil y primaria, con distanciamiento social es obligar al personal docente y los padres y madres a que sean negligentes y parte activa de la aparición de mucho trauma”. Así de contundente se mostró Cazurro en su cuenta de Instagram hace un par de semanas.
Se explica. Para ella, no se están teniendo en cuenta las necesidades de la infancia en este sentido: “de movimiento, de relacionarse…si eso no se tiene en cuenta a la hora de tomar medidas sanitarias, estamos cayendo en una negligencia como sociedad muy grande y que va a tener consecuencias”, afirma. Cazurro rechaza que ese pensamiento se vea como “exagerado” y apunta a que desde la psicología se puede prever qué ocurre en ciertos contextos.
“Si nos presentaran colegios con esas características sin haber pandemia creo que nadie los llevaría porque pensaríamos que es un maltrato atroz. Sin embargo, ahora está el mensaje de que es por su bien. Me parece muy perverso, es muy difícil para ellos, para la infancia, entender que ir en contra de sus necesidades es por su bien. Y no se están buscando alternativas”, comenta.
Cazurro reconoce que no sabe muy bien lo que hay que hacer y los presupuestos que se tienen para llevar a cabo medidas de refuerzo necesarias. “Pero la sensación que hay es que no es la prioridad, da la sensación de que la escuela tiene que volver porque hay que trabajar, conciliar y producir. Lo entiendo porque tiene que ocurrir, pero es como que los niños están al servicio de otra serie de apartados del país y la sociedad y tienen que renunciar a su bienestar”, argumenta.
La psicoterapeuta, por otra parte, se felicita por la próxima aprobación de la Ley Integral contra la Violencia a la Infancia. Pero aprovecha para señalar que también hay que definir violencias invisibles y las negligencias para intentar evitarlas. “No se pueden explicar ciertas medidas a los más pequeños sin que vayan acompañadas de violencia. No hay otra. Y nadie queremos violencia con nuestros niños”, afirma.
Para el debate público, Cazurro destaca que los expertos que están haciendo los protocolos son de Sanidad y pide debate abierto con la comunidad educativa. “Hay un desconocimiento de cómo funcionan los niños, hay que empezar a hablarlo para ver si de alguna manera se puede cambiar un poco”, destaca. “Si no se pueden mover, compartir o abrazar, estamos haciendo una cosa que, para ellos, aunque no se haga con esa intención, se vive como un maltrato. Al día siguiente no van a querer volver y los maestros o familias lo van a pasar mal”. Entre las posibles adaptaciones se han destacado que los grupos sean más reducidos o que se realicen más actividades en espacios abiertos. Para Cazurro, “los niños siempre han estado en una situación de segunda y con la crisis se ha acrecentado”.
¿Cómo explicar el virus?
Esta psicoterapeuta ha recibido bastantes consultas durante este tiempo. Al principio, dice, eran sobre todo para saber cómo explicar la nueva situación que fue muy rápida. Con el tiempo, las preocupaciones pasaron a tratar cambios en el comportamiento, de humor o de actuación. “Ha sido un cambio muy brusco sin poder prepararlos”, señala.
“En general el mensaje tiene que ser del menor peligro posible, entendiendo que hay un virus, que hay gente que se pone mala. Pero no trasladarles un mensaje de sensación de peligro. Porque los niños cuando hay mucho peligro, y encima es invisible, se pueden generar unas fantasías muy grandes. Cuando más pequeños son se trata de explicar las cosas de manera muy logística, qué va a pasar, dónde vamos a ir, qué se puede hacer, etc. Y no tanto explicaciones generales sino cosas concretas sobre cómo va a ser su vida. Según lo vayan gestionando, hacerles entender que todo es normal y poder acompañarlos en un proceso de aceptación de su nueva realidad. Entonces, hay que entender sus sentimientos”, destaca.
Para Cazurro, es muy importante el estado de ánimo de los progenitores. Y ahora mucho más, a la hora de retomar ciertas actividades en la desescalada como ver a gente. “Es cierto que los niños son antenas y se enteran mucho del estado de ánimo de su alrededor. Cuando han visto a padres con mucho miedo, o ha pasado algo grave en la familia, o no saben expresar lo que sienten porque no se ha hablado, puede haber niños que no quieran salir de casa a encontrarse con sus amigos porque no los pueden tocar. Hay algunos que tienen un nivel de alerta alto y que no está ajustado al riesgo real de su situación personal y entonces pues evidentemente necesitan tiempo para elaborar todo esto y alguien que les escuche y ponerlo en palabras”, señala.
Los miedos en algunos niños pequeños pueden aparecer ahora. Incluso el miedo a uno mismo. “Pueden pensar que su cuerpo puede hacer daño a otros o que el cuerpo de los demás es peligroso. Eso a todos los niveles es muy duro y tiene unas consecuencias difíciles de predecir pero puede provocar traumas y ansiedad”, afirma.
En general, Cazurro considera que a los niños y niñas no se les ha tenido en cuenta lo suficiente durante esta crisis. “Intento ponerlo en perspectiva porque la situación era muy grave. Pero es verdad que conforme ha pasado el tiempo ha seguido siendo todo muy restrictivo para ellos, se ha hablado mucho menos de cómo lo estaban viviendo y las consecuencias que van a tener. Además, se tiene la idea de que los niños son invisibles, que se adaptan y ya está. Y que son incontrolables. Los adultos podíamos salir y muchos se saltaban las normas. Pero los niños parecía que eran incontrolables y no se les dejaba por miedo a eso. Y sin embargo creo que han asumido las normas muy bien y han cumplido”, destaca.
La adolescencia, también olvidada
Respecto a los adolescentes, tampoco han sido los protagonistas en esta crisis. Y obviamente pueden haberlo pasado mal. “Muchos adolescentes tiene relaciones complicadas con sus familias, y han estado fuera de sus grupos de referencia durante el confinamiento”. En todo caso, Cazurro reconoce que se pueden adaptar mejor. “Los adolescentes muchos transgreden, se saltan la norma. A nivel de salud está fatal, pero ellos así intentan equilibrar sus necesidades. Con la adolescencia nos pasa que queremos que tengan un control para el que todavía no están preparados. Se está pidiendo a los menores más autocontrol que el que estamos teniendo los mayores. Si hay cesiones, que sea para los que sí podemos hacerlo y no al revés”, afirma.
Para evitar posibles consecuencias negativas de esta crisis, Cazurro señala que es difícil establecer pautas generales porque depende mucho de cómo sea la situación personal de cada uno. En todo caso sí destaca que hay que escuchar cómo están y en la medida de lo posible darle una validez a lo que están sintiendo. “Muchas veces queremos quitarles la ansiedad, pero es fruto de una situación que está yendo en contra de ellos y está atentando a sus propias necesidades. Lo suyo sería cambiar la situación que hay”, afirma.
Esta situación debe explicarse pero no quita que los niños dejen de ir al colegio con condiciones diferentes ajustadas a las circunstancias. Ya estamos los padres y la familia para abrazarlos. Lo importante de los docentes está en aplicar el contenido pedagógico correspondiente adaptándolo a las condiciones que vivimos. Una circunstancia transitoria que nos está enseñando a todos y no debemos impedir que conozcan y aprendan con ella nuestros hijos menores. Se puede expresar amor con palabras, lecturas… Si para nuestra supervivencia debemos cambiar hábitos hay que plantearse cómo hacerlo de la manera más creativa y adecuada posible. Reinventar , después de estos meses encerrados ya forma parte de su lenguaje genético la prudencia social, hay que seguir educando activamente en esa dirección explicando el motivo y justificando nuestro comportamiento. Transmitiendo con sinceridad y expresando a través del lenguaje y los gestos nuestro amor, nuestros sentimientos. Las ganas de estar unidos aprendiendo aunque sea a dos metros.
Maltrato??? 😭🙈…
Entonces nada, a seguir besando, abrazando y …
Lo necesario:
Hablar más, comunicar desde bien pequeños.
Ni decir tiene de los adolescentes, abandonados en esta guerra fría que escuchan en los medios de comunicación. Una vergüenza enseñarles la parte más fea y oscura del ser humano. Nueva implementación en los Centros educativos pero volver a la realidad, necesario como agua de mayo.