CONSECUENCIAS DEL COVID-19
El coronavirus pone a prueba la estabilidad de los pacientes de salud mental
- La sobreinformación negativa, la incertidumbre de la duración del estado de alarma o la conflictividad pueden alterar la vida de estos pacientes
- Los recursos se han limitado y se sustituyen por llamadas, videoconferencias o actividades que proponen las asociaciones
Algunos ya sabían lo que era el confinamiento antes de la llegada del covid-19, pero este mes, el coronavirus ha puesto a prueba el equilibrio de toda la población. Durante estas semanas, los medios de comunicación se han llenado de artículos dedicados al lector general sobre cómo cuidar la salud mental, pero muchas personas ya convivían con patologías y trastornos antes de la llegada del virus. La sobreinformación negativa, la incertidumbre de la duración del estado de alarma o la conflictividad ponen a prueba “la estabilidad psicopatológica” de estas personas. A su favor juega una mayor cultura del autocuidado y del afrontamiento.
Como un “obstáculo”. Así define Manuel Martín, vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, el confinamiento para las personas con una patología o un trastorno mental. El encierro puede interrumpir el “esfuerzo terapéutico” que los pacientes han hecho en los últimos meses, ya que se han parado terapias de grupo, talleres y consultas no urgentes. Según el doctor, el sistema está funcionando “razonablemente bien” para el caos en el que que ha sumido la pandemia a todo el sistema sanitario. Martín recomienda a estas personas que sigan las indicaciones de su médico, continúen con sus rutinas y, lo más importante, que no abandonen la medicación. El encierro puede hacer que personas deprimidas puedan tener, por ejemplo, una visión más negativa, mientras una persona con ansiedad puede desarrollar una visión más “aprensiva o temerosa” de lo que está ocurriendo.
Joseba Rico, psicólogo y subdirector de la asociación madrileña Asociación madrileña de amigos y familiares de personas con esquizofrenia (AMAFE), reconoce que el encierro derivado de la crisis del coronavirus expone a estas personas a “niveles mayores de incertidumbre, ansiedad o pánico social” que les requiere un “sobreesfuerzo” para cuidar su salud mental. “Conforme pase el tiempo se van a ir notando las consecuencias del encierro”, explica. Por eso, recomienda las mismas pautas que para la población general: buena alimentación, mantener horarios, descanso, deporte y mantener horarios.
Durante los primeros días del estado de alarma, la consulta del psicólogo Javier Frère conservaba la sensación de calma: "Fue como si esto hubiera capturado todas las problemáticas". El experto avisa de que el encierro puede alterar no solo al paciente, sino también las dinámicas familiares. Por tanto, a hermanos, parejas o compañeros de piso les recomienda "paciencia y una actitud cuidadosa con los pacientes". El estrés del encierro irá aumentando, por lo que conviene "no incentivar las dinámicas familiares conflictivas".
Imaginación e internet, aliados en el encierro
Los expertos recuerdan que, en caso de necesitarlo, los médicos siguen haciendo intervenciones aunque sea de manera telefónica. Durante estas semanas, los profesionales que les atienden están intentando adaptar los recursos. “Hay menos contacto humano, pero en general, la red de atención y las asociaciones están haciendo bastantes esfuerzos por acompañar y dar atención sanitaria", explica Rico. Recomiendan que se hagan actividades telemáticas, ya sea con atención individual o incluso con videoconferencias en grupo.
Ante el aislamiento, imaginación. El experto recuerda que en casa pueden hacerse actividades de estimulación cognitiva, autorregistros para medir cómo se encuentra uno, llevar diarios que sirvan de desahogo, realizar actividades artísticas como relatos cortos o pintura…”Las asociaciones van proponiendo en las redes sociales y la web para intentar mantener a la gente ocupada. Es importante intentar diferenciar un lunes de un sábado”, explica el subdirector de AMAFE .
El coronavirus ha podido interrumpir terapias y caminos hacia la curación, pero también ha interrumpido otros proyectos vitales, como el inicio de la vida laboral o de vivir de modo independiente de sus familias de origen. "La incertidumbre del futuro también está presentes”, asegura el equipo de psicólogos de la Asociación Salud Mental Madrid Norte (AFAEM5), Dina Fariñas, Ignacio Puerta y Paloma Santiago.
La atención hospitalaria también está sufriendo alteraciones, con la reorganización de todo el sistema sanitario. “La saturación hospitalaria de nuevos casos de coronavirus ha obligado a las unidades de hospitalización breve a acoger en sus camas a estos nuevos pacientes, trasladando su atención a otros hospitales", explican desde AFAEM5. Un ejemplo es el traslado de la unidad del Hospital La Paz al Rodríguez Lafora, en Colmenar Viejo, de manera puntual. Además, se aplican las mismas restricciones en visitas que en el resto del sistema hospitalario, lo que puede aumentar el nerviosismo de algunos familiares.
La vida en el hospital
Begoña Arbulo tiene estos días un poco más de trabajo. Es psicóloga clínica de la interconsulta del Instituto de Psiquiatría de Salud Mental del Gregorio Marañón y durante el estado de alarma han limitado todo lo posible las consultas presenciales, pero intentan compensarlo con otros recursos. Llama a sus pacientes habituales o atiende a compañeros médicos que llevan días cargando con el peso físico y emocional de la pandemia: "Esta situación, que es totalmente abrupta e invasiva, nos pone a todos frente a un miedo muy cercano, muy visible y muy real".
Durante estos días, algunos pacientes le han escrito y le han llamado ante la preocupación de la situación. "Tenemos que naturalizar las emociones", argumenta: "Llorar es el antidepresivo natural que tenemos todos. Incluso si podemos llorar juntos nos permitimos tener algo que va más allá del afecto: es la libertad del afecto".
Algunos de las personas con las que ha hablado le han manifestado su temor a contagiarse o contagiar. En otros han aparecido los temores de que broten episodios de enfermedad aguda y tengan que ser hospitalizados por si no hay camas. Arbulo lanza un mensaje de tranquilidad. Los servicios siguen funcionando y repite una regla de oro: "Saber pedir ayuda es muy importante".
La psicóloga pone en valor el bagaje de estas personas: "Nos trasmiten mucha más cultura de afrontar situaciones difíciles. Tenemos que aprender mucho de su bagaje. Han vivido situaciones que les han generado unas necesidades mayores de afrontamiento y flexibilidad. Ese cambio tan abrupto les coloca en una situación de adaptarse bruscamente a otros cambios".
La psicóloga reconoce que el covid-19 puede ser un factor de riesgo para personas de especial vulnerabilidad, pero pide huir de estereotipos y de etiquetas. De hecho, asegura que podemos aprender de estos pacientes "auténticas lecciones". Como muestra, ejemplifica con el caso de una hija con problemas de Salud Mental y su madre preocupada: "Calmaba el ansia de su madre. Le transmitía cómo ella estaba cumpliendo con su medicación a raja tabla porque sabe lo importante que es autocuidarse. También estaba consolando a su madre. Estaba haciendo con ella un ejercicio de regulación emocional".
Tener un paciente ingresado y no poder estar con él añade incertidumbre entre los familiares: "La imaginación de lo horrible es peor que lo horrible". Pero esta profesional tranquiliza a los familiares, normaliza la situación y evita los futuros sentimientos de culpabilidad que tienen a veces los cuidadores. En los hospitales, la vida y los cuidados siguen: "Primero hay que solventar la vida, que es lo más importante. También hay que minimizar el impacto de todo el dolor psicológico y el impacto que está detrás".
Preocupaciones especiales
Los psicólogos Dina Fariñas, Ignacio Puerta y Paloma Santiago reconocen que el coronavirus ha puesto a prueba “nuestros recursos simbólicos”. Hay tres elementos que atentan contra el equilibrio personal: “La presencia de un fenómeno externo de carácter más o menos arrasador", un nuevo contexto "donde lidiar con las relaciones interpersonales” y “una presencia masiva de la muerte”. En su caso, han puesto en marcha recursos de apoyo en línea para las personas con problemas de salud mental grave y duradera que vivan en las zonas de Tetuán, Fuencarral y Colmenar Viejo, Tres Cantos. Para acceder, se puede mandar un correo electrónico afaem5apoyo@gmail.com.
Estos psicólogos se muestran especialmente preocupados por los que “están más en contacto con la muerte”, como aquellos que han tenido fallecidos entre sus familiares y que no puedan despedirse de ellos: "No facilita el trabajo de duelo que tienen por delante”. Pero también destacan el esfuerzo de los que están en primera línea, como los sanitarios o los que trabajan en supermercados y van con temor a sus puestos de trabajo, “temor a enfermar y temor a no poder evitar la muerte de otros”.
A estos profesionales les preocupan especialmente las personas que viven solas y que son mayores y, por tanto, no controlan aplicaciones como el Whastapp o los recursos digitales, que suponen hoy una ventana a la vida.
Las tensiones familiares también suponen una tensión extra en una situación de confinamiento. De un día para otro, los españoles han dejado de poder ir al trabajo o salir a pasear y se han encerrado con sus parejas, sus compañeros de piso o su familia. Muchos ciudadanos, además, viven en pisos pequeños, sin balcones o sin terraza. “Muchos de éstos pacientes residen con sus familiares, donde la convivencia ya era compleja para todos y cada uno de los miembros. Es muy importante que encuentren un modo de mantener un espacio propio donde los otros integrantes familiares no les resulten invasivos”, recomiendan.