Abre los ojos, abre los ojos…

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Iker Casillas detiene el penalti lanzado por Cardozo en el partido frente a Paraguay. / Kim Ludbrook (Efe)

EMPUNA PUNA

Ayer vi a hombres hechos y derechos llorando e incluso, a algunos, de rodillas, dando gracias al cielo. Vi a mitos de la pluma deportiva española frotándose los ojos, sonriendo a plena boca y derrumbándose al instante. Vi sillas volar, portátiles que se caían, abrazos entre periodistas que, no mucho tiempo atrás, se acuchillaban inmisericordemente. Vi, en resumen, las consecuencias de un hecho, tan histórico, que jamás se había producido: La Roja superó, POR FIN, una eliminatoria de Cuartos de Final, en un Mundial.

Supongo que pasaron muchas más cosas en la zona de prensa del Ellis Park, durante el partido y una vez concluido el mismo, pero no pude verlas porque, uno de los primeros que se desplomó anímica y físicamente, preso del éxtasis, fue este emocionado autoenviado especial. Si, sé que aún no se ha ganado nada, pero, como dijo Tabárez, seleccionador uruguayo, al comienzo del torneo, "sería de una crueldad intolerable que en un Mundial sólo pudiera festejar el campeón. Aquí hay que celebrar cada victoria como si fuera la última". Amén.

De lo que sucedió en el césped no os voy a contar mucho porque supongo que todos habéis visto el partido y, los que no, tendrán ya a su alcance, las crónicas de reputados periodistas, para poder leerlo en diferido. Si os diré, no obstante, que, en el minuto 59, éste que os escribe se quería morir. Los fantasmas de Bélgica, Italia y Corea del Sur se pasearon por mi cabeza con sonrisa burlona, entonando un lapidario "a casita otra vez, majete", pero fue entonces cuando El Santo consumó su enésimo milagro, taponando la bocaza ventajista de los que llevan un mes enterrándole, a costa de una lamentable y humillante campaña de desprestigio, totalmente ajena a su profesión, la de mejor portero del planeta tierra. No lo digo yo. Se lo he oído decir ya varias veces a Andoni Zubizarreta en el RadioEstadio y, para mí, nadie mejor que Zubi para seleccionar al mejor bajo esos palos que, de alguna manera, aún siguen siendo suyos.

No tengo ninguna duda de que, este mismo partido, ya lo hemos empatado y perdido en los penaltis en varias ocasiones, pero ayer esta generación de oro dio otro paso al frente y acabó con la zozobra de antaño a base de orgullo y de amor propio porque, seamos justos, de juego anduvimos bastante escasos.

Esta escrito aquí desde el día 22 de Junio y lo bueno de un blog es que se puede comprobar fácilmente: "Igual me equivoco, pero se me ha metido en la cabeza que el partido del viernes, ante Chile, será el último o, en su defecto, el primero de los cinco más que vamos a jugar en este Mundial". Pues si, pase lo que pase ante Alemania, España ya está entre los cuatro mejores y jugará, por primera vez en su historia, siete partidos en una misma edición del Campeonato del Mundo. Y aquí nadie se conforma con esto, que quede muy claro. Lo mejor está por llegar, si el Dios del fútbol quiere...

LA BIZCOCHETA

El Campeonato del Mundo de fútbol es el evento deportivo más traicionero que conozco. No se ajusta a reglas ni patrones. He visto a España brillar en la Fase de Grupos, firmando un pleno detrás de otro, para luego caer en el primer cruce ante la Corea de turno. He visto a España marcar 14 penaltis seguidos en el tiempo reglamentario, sin un solo fallo, para luego errar siempre alguno en las dichosas tandas de desempate.

Pues bien, resulta que este año lo hemos hecho todo al revés y, sin embargo, hemos llegado, finalmente, al penúltimo peldaño de esta escalera hacia la gloria. Por primera vez en las últimas cinco grandes competiciones hemos empezado perdiendo y, no contentos con ello, nos hemos permitido incluso el lujo de fallar dos penaltis, uno ante Honduras y otro ante Paraguay. Pues nada, a semifinales. Inexplicable.

Como inexplicable es que, en un mismo partido, se señalen dos penaltis en menos de 3 minutos y, para mayor locura estadística, que ambos resulten detenidos por los porteros. No había pasado una cosa así en los últimos 80 años y, para encontrarnos con el último y único precedente, tendríamos que viajar al 19 de Julio de 1930, en un Argentina-México, en el que Paternoster y Manuel Rosas protagonizaron una perla estadística que hoy han repetido Cardozo y Xabi Alonso. Queda claro que la vida es cíclica y todo tiende a repetirse, aunque, a veces, como hoy, esa tendencia mortificante de España a caer en los Cuartos se suavizó y se corrigió en el último suspiro.

1 Comment
  1. nacho sbaraglia says

    No tengo twitter así que te comento por acá lo de Klose. Casi seguro que es por la santísima trinidad ya que es religioso.

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