Lucía Martín *
La primera vez que recaló en España estuvo viviendo un mes en la calle. De aquí se fue a Bélgica, pero antes de llegar a Europa recorrió una ristra de países: Jordania, Egipto, Argelia, Marruecos… Hace un año que le concedieron el asilo en nuestro país y ahora sueña con encontrar trabajo de cocinero o, quién sabe, incluso con montar su propio restaurante.
No llevaba intenciones de instalarse en España, aunque aquí es donde ha acabado recalando. Desde que salió de Daraa, en el suroeste de Siria, a mediados de 2012, pasó por Jordania, Egipto, Argelia, Marruecos, Bélgica… Oyéndole hablar, uno diría que nuestro interlocutor es una persona muy mayor y, sin embargo, Khalid Al Dieri solo tiene 24 años. Poco más de veinte años, muchas experiencias a sus espaldas, metralla de bala cerca de su talón derecho y siete familiares en Siria, su madre y sus hermanos y hermanas, a los que le gustaría traerse a Europa aunque reconoce que es muy complicado.
Khalid es chef, siempre le gustó la cocina, desde que siendo niño se colaba en la de su casa para ver cocinar a su madre y luego hacer él sus pinitos culinarios. En Argelia tuvo incluso su propio restaurante y eso es lo que le gustaría acabar consiguiendo aquí en España, donde también se ha formado en cocina española, asistiendo a cursos. En cada país donde ha estado se ha impregnado de las recetas locales y por eso su cocina es como un crisol de culturas, pero siempre respetando sus orígenes y los ingredientes y especias que de allí vienen.
Quizás ahora se empiece a ver la luz al final del oscuro túnel. A Khalid le concedieron el asilo justo hace un año, pero su primera estancia en nuestro país, antes de irse para Bélgica, no fue fácil según recuerda: “Viví un mes en la calle, no conseguí ayuda de ningún tipo”, comenta en un español más que respetable. De echarle un cable en su actual estancia se ha encargado el Centro de Atención a Refugiados, CAR, de Vallecas, donde Khalid fue a parar en su segunda etapa en nuestro país. Ellos le asesoraron también sobre cómo buscar trabajo. Además, en este tiempo, el joven sirio entró en contacto con Madrid for Refugees para quienes empieza a organizar cenas solidarias: los asistentes pagan el cubierto y lo recaudado se reparte entre el chef y la asociación, que lo utiliza para otros refugiados, organizar otros eventos, etc.
“Ya me han llamado para organizar varias cenas, me gusta cocinar en eventos. Suelo combinar la cocina de mi país con la española, que me gusta mucho”, comenta. ¿Su plato más exitoso? “El hummus, aunque también tiene mucha demanda un plato de verduras. Habitualmente suelo hacer falafel, kebab, taboulé... muchos platos sirios y del Líbano, que tienen cocinas muy parecidas”, añade.
Khalid está buscando trabajo como cocinero y en cuanto le surge una oportunidad, cocina en eventos como el anterior. Las redes, las asociaciones y el boca a boca son sumamente importantes a la hora de labrarse ese futuro laboral: en Nueva York, por ejemplo, existe Eat Offbeat, una empresa que sirve platos étnicos a domicilio cocinados por chefs que son refugiados y que han llegado de distintos países: Siria, Irak, Nepal, etc.
Entre tanto Khalid sigue con las manos en la masa, formándose continuamente en lo que más le gusta, la cocina, y con el corazón repartido entre el país que le ha acogido y aquel donde tiene sus raíces.
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