En términos económicos, el chino es el nuevo japonés. Dispone de mucho dinero en una divisa envidiablemente fuerte, ansía viajar para conocer mundo y está deseoso de consumir productos occidentales, de mayor calidad respecto a los que encuentra en su país. Pero hay una diferencia abismal entre unos y otros: las formas. Los ejércitos de turistas chinos que conquistan el planeta suelen ser vistos como una ansiada fuente de ingresos, pero su particular actitud consolida otra imagen: la de fuente de problemas.
El pasado lunes, el aeropuerto de Naha en Okinawa (Japón) tuvo que ser cerrado por una alerta de seguridad durante una hora. Cinco vuelos quedaron anulados, 25 retrasados y 6.300 pasajeros tuvieron que pasar por los mismos controles que ya habían atravesado minutos atrás. La razón no fue un paquete sospechoso, sino algo mucho más mundano: tres turistas chinas que se habían saltado los controles policiales para salir de la zona de espera (estaban pendientes de tomar un vuelo a Tokio) y encaminarse al sector comercial del duty-free para matar el tiempo entre compras.
languagelover10 (YouTube)
Podría ser una anécdota, pero cada semana surge alguna noticia que evidencia el mal comportamiento (o al menos, comportamientos extraños) de los viajeros chinos en la región asiática y en todo el mundo. En YouTube, son innumerables los vídeos que recogen escenas violentas protagonizadas por turistas chinos, ya sea en aviones, trenes, barcos, parques... Los episodios recorren todos los espectros: desde acaloradas discusiones con el personal acompañadas de golpes hasta imágenes de niños animados a orinar en medio del espacio público o turistas que secan su ropa interior entre las butacas de los aeropuertos, por enumerar algunos.
En febrero, un pasajero forzó un retraso de una hora en un vuelo tras abrir la puerta de emergencia cuando éste se disponía a despegar, en el aeropuerto de Nanjing: alegó necesitar "aire fresco". Cuando fue interrogado por la Policía, se negó a pedir disculpas. "La puerta no es importante", aseguró. Semanas atrás, otro viajero había intentado forzar su apertura en pleno proceso de aterrizaje, pero fue parado a tiempo. En diciembre, el percance de la línea aérea de Thai Air Asia que cubría la ruta entre la misma localidad china de Nanjing y Bangkok obligó al capitán a dar media vuelta, tomar tierra e invitar a la Policía al aparato: una pasajera china arrojó agua hirviendo a una de las azafatas porque no le dio el cambio en su moneda sino en la divisa tailandesa. Cuatro turistas chinos fueron detenidos y sus nombres proscritos. "Se comportaron como bárbaros", tituló la prensa china.
ViralClips247 (YouTube)
El volumen de quejas es tan alto que la Administración Nacional de Turismo chino ha anunciado la creación de listas con los nombres de aquellos turistas chinos que han provocado conflictos de forma repetida con el objetivo de ser distribuidas entre las agencias de transporte para que sean vetados en futuros viajes. En Tailandia, otro objetivo prioritario del turismo chino (el último año recibió 45 millones de visitantes de esta nacionalidad), cada día se recogen quejas en la prensa sobre el comportamiento de los viajeros del nuevo imperio, hasta el punto de que las autoridades preparan un vídeo donde explicar a sus visitantes las mínimas normas de comportamiento. Hace unos días, un vídeo grabado con móvil donde un turista chino lavaba sus pies para, acto seguido, limpiar sus zapatos en un lavabo público hacía arder las redes sociales; poco antes, el escándalo era protagonizado por una joven china que se cambiaba de ropa frente a los lavabos de un baño del aeropuerto de Don Mueang, a la vista de otros usuarios: se podría pensar que es algo inocente para Tailandia, pero la indignación llevó a pedir explicaciones incluso al aeródromo. Muchísimo más grave fue el episodio donde se puede ver a un turista chino patear con saña una campana sagrada en el templo budista de Wat Phra That Doi Suthep, del siglo XIV. La policía tiene al individuo en en búsqueda y captura.
Muy significativa es también la decisión del templo de Wat Rong Khun, en Chiang Rai -más conocido como el Templo Blanco- de construir baños exclusivamente para chinos. De esa forma, suaviza una llamativa prohibición que durante medio día llegó a impedir a los visitantes de China pisar el lugar. "Defecan en el suelo, orinan en los muros exteriores y dejan las compresas por el suelo", se quejaban los responsables del lugar a la prensa local.
Dcshanghaidakota (YouTube)
El pasado 3 de febrero, se denunciaba que varios turistas habían causado daños a una escalera de madera de época en el Museo de la Casa Negra. El problema es que Tailandia, desde el golpe militar que impuso una dictadura hace un año, ha sufrido una notable disminución en las visitas turísticas -principal industria del país- y necesita a los visitantes chinos (4,6 millones visitaron el país en 2014), por lo que las críticas son silenciosas. A mediados de febrero se anunció que se entregarán manuales de comportamiento impresos en chino a los turistas que visiten el país en localidades como Chiang Mai, uno de los principales destinos turísticos.
En la China continental son conscientes de la mala imagen de su turismo no sólo en Asia, sino en todo el mundo. Tanto que las autoridades han elaborado guías de comportamiento en el exterior e incluso la prensa trata de concienciar a sus lectores de la necesidad de mejorar la imagen fuera del país. "¿Quién quiere ser tachado de incivilizado por los extranjeros?", se preguntaba la agencia Xinhua en un artículo publicado con motivo del Festival de Primavera, uno de los periodos vacacionales locales.
Dimitri Ross (YouTube)
Los consejos eran variopintos. No fumar, no ensuciar espacios públicos, respetar las colas, no chasquear los dedos para llamar la atención de los camareros o no hablar a gritos eran los más lógicos, pero había otros más curiosos. ¿A Dubai? No se debe vestir ropa con imágenes de cerdos. ¿A Kenia de Safari? Es necesario pedir permiso antes de hacerse fotos al lado de un guerrero Masai. Y aún más importante, el marfil no se puede adquirir. ¿De turismo a Fiji? El coral es propiedad de Fiji.
Los consejos hacen pensar que las denuncias por mal comportamiento son generalizadas, si bien la Administración china de Turismo alega que son casos aislados. Se calcula que más de 100 millones de chinos viajaron entre enero y noviembre de 2014 (en el mismo periodo de 1998, sólo lo habían hecho 8,4 millones) repartiendo unos 70.000 millones de euros por todo el mundo, y las estimaciones indican que la cifra podría duplicarse en 2020. Con semejante volumen, alegan las autoridades chinas, es normal que haya incidentes con las personas menos educadas: según Xinhua, los casos de mal comportamiento ocurren sólo en uno de cada 10.000 viajeros. Una opinión que no debe compartir la televisión pública CCTV cuando, el año pasado, emitió una campaña de concienciación al respecto donde se podía ver a un panda orinando, ensuciando y durmiendo en espacios públicos en Australia. "Sé un buen panda, sé un buen turista", rezaba el anuncio.
El problema afecta incluso al interior de China. Unas imágenes captadas hace una semana en el parque de Fuzhou, en la provincia de Fujian, desataban decenas de miles de críticas en las redes: mostraba una familia que, para añadir efectismo a la bucólica fotografía que se estaban tomando en el bello paraje, agitaba con violencia uno de los árboles de forma que las flores cayeran en forma de lluvia sobre los protagonistas de la estampa. Los internautas acusaron de vandalismo a la familia y conminaron a las autoridades a imponer multas para evitar semejantes comportamientos.
Cójanse media docena de anécdotas de viaje protagonizadas por turistas chinos, mézclense con medio kilo de retórica alarmista y algún dato estadístico, y ya tenemos, listo para servir, un buen reportaje para desacreditar el comportamiento de los viajeros del un país que, en estos momentos, amenaza la hegemonía de Occcidente y está en el punto de mira de los EEUU y la OTAN. ‘Turistas temidos’, titula. Hay que meter el ‘miedo’ por alguna parte, no? Hace ya cuatro años, vimos algo parecido respecto a Siria. Periodistas como esta MGP, no pararon durante meses (y años) en socavar la imagen de la Siria de al Assad, de forma que se nos presentaba a los ‘rebeldes’ (que terminarían revelándose como simples rebanacuellos) como héroes que luchaban por la liberación de un país. ¡Qué despropósitos! ¡Qué patetismo escuchar el vídeo en el que esta misma reportera reprocha a los secuestradores de su esposo su acción recordándoles ellos eran prácticamente sus aliados! ¿Ha comenzado Cuartopoder una campaña contra China? ¿Este tipo de información anecdótica va a ser desde ahora elevada a categoría para asustarnos de lo malos que son los chinos, cuyos turistas son ‘temidos’ por el resto del mundo? Lo veremos en los próximos capítulos.