Intermediarios del Gobierno Kurdo de Irak ‘compran’ mujeres yezidis para liberarlas

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Mujeres-yezidis
Mujeres yezidis huyendo del avance yihadista en la zona de Sinyar (norte de Irak) durante el pasado verano. / Bas News

Cerca de dos millones de dólares es lo que el Gobierno Kurdo de Irak ha pagado a intermediarios para que estos, a su vez, “compren” mujeres yezidis en los “mercados de esclavos” del Estado Islámico para después ponerlas en libertad. “Nosotros no damos dinero al Estado Islámico. Pagamos a gente que nos ayuda y no importa cómo ellos pagan al ISIS; lo importante es rescatar a esas personas", decía Nuri Osman, responsable del Gobierno Regional para Asuntos Yezidis, cuando el pasado mes explicaba públicamente esta iniciativa.

Aunque el Gobierno de Arbil lleva realizando este tipo de operaciones desde hace meses, fue a comienzos de noviembre cuando hizo un resumen de sus gestiones, revelando que a través de este mecanismo había logrado liberar a 234 personas, 150 de las cuales eran mujeres.

El sistema consiste en conectar con hombres, fundamentalmente árabes, que viven dentro del denominado Estado Islámico y ofrecerles una cantidad importante de dinero para que vayan a lo lugares donde se pone en venta a las mujeres secuestradas, paguen "el precio" estipulado que pidan y después se encarguen de llevarlas hasta las zonas bajo control de los peshmergas. Aquí son atendidas de inmediato por equipos médicos y psiquiatras que intentan paliar el trauma vivido y devolverlas a sus familias. El Gobierno Kurdo incluso ha puesto en marcha una Organización para la Salvación de Familias Yezidis (SAIFO) que, con base en Dahok, se encarga de canalizar estas gestiones.

Como se sabe, cuando los yihadistas lanzaron su ofensiva contra las comunidades “heréticas” –yezidis, shabaks, turcomanos chiíes- y cristianas en la región de Mosul, un número indeterminado de mujeres fueron apresadas como “botín de guerra” ya que, según afirma el Estado Islámico en su publicación Dabiq, “esclavizar a las familias kufar (infieles) y convertir a sus mujeres en concubinas está claramente especificado por la Sharia (Ley Islámica)”.

Todavía no se sabe con exactitud el número total de mujeres convertidas en “esclavas sexuales” por los yihadistas, pero solo las procedentes de localidades yezidis rebasarían como mínimo las 700, aunque esta cifra sería mucho mayor al sumar aquellas mujeres cristianas, shabaks y turcomanas que han sido igualmente secuestradas.

Según los responsables de estas operaciones, “cada caso es una historia” y siempre lo más difícil resulta el traslado de las mujeres “compradas” hacia zonas seguras atravesando los controles yihadistas. Muchas de ellas, cubiertas con indumentaria islámica, pasan por esposas de quienes las llevan en sus coches.

También revelan estas personas en varios reportajes publicados por sitios web locales, como Rudaw, Bas News o Firat News, que muy pocas mujeres liberadas aceptan revelar o dar detalles sobre su cautiverio, aunque por los testimonios divulgados se deduce que, por lo general, suelen ser primero obligadas a convertirse al islam para después ponerlas en venta, en muchos casos a hombres de edad mucho mayor, como le ocurrió a Delvin, vendida a un “emir” de 70 años.

También se desprende de estos testimonios que las violaciones y abusos sexuales se han realizado incluso a niñas con edades entre los 11 y los 13 años, siendo distribuidos por familias y orfanatos los niños que estaban junto a sus madres en el momento del secuestro. Se han llegado a dar casos en que los yihadistas, convencidos de haber creado una fuerza invencible, han facilitado teléfonos móviles a las mujeres para que explicaran a sus familiares lo que estaban viviendo mientras no dejaban de mofarse de quienes hablaban a uno y otro lado del teléfono.

La gravedad de lo ocurrido ha llevado al Gobierno Kurdo de Irak a crear una comisión específica integrada por responsables de diferentes ministerios para recopilar toda la información disponible sobre el destino de estas mujeres y tomar medidas concretas para su liberación. De esta forma, se ha sabido que una de ellas se encuentra viviendo en Arabia Saudí, país al que fue trasladada después de ser comprada en una oficina de venta en Raqa, plaza fuerte del Estado Islámico, a la que fue llevada desde Mosul.

Varias iniciativas internacionales se han sumado al esfuerzo del Gobierno Kurdo por resolver este dramático problema. Entre ellas se encuentra el envío de un equipo de especialistas desde Alemania o los contactos de Pakhshan Zangana, directora del Alto Consejo para Asuntos de la Mujer, con delegaciones parlamentarias de varios países europeos, entre ellos del Reino Unido. También en España han surgido este tipo de iniciativas, destacando la solicitud formal del Parlamento de Navarra al Gobierno de Rajoy el pasado mes de septiembre para que pusiera a disposición de las autoridades kurdas equipos especializados en la búsqueda de las mujeres secuestradas.

El mismo sentido tiene la reciente resolución aprobada por el Parlamento Europeo el 25 de noviembre pidiendo a los países miembros que pongan en marcha programas de asistencia post-traumática para las mujeres que han logrado sobrevivir a lo que varias organizaciones internacionales califican de “feminicidio”, unos hechos solo comparables con la explotación sexual de mujeres coreanas a manos del Ejército Japonés durante la II Guerra Mundial, además de retrotraer la práctica de la religión musulmana a los estadios más funestos de la Edad Media.

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