Antonio Aragón y Luis Fiuza *
CIUDAD DEL CABO (SUDÁFRICA).– Miles de ciudadanos se congregaron en la ciudad de Pretoria para velar a Nelson Mandela a través de pantallas gigantes instaladas frente al Palacio de Justicia. Un lugar impregnado de simbolismo, dado que fue allí donde el ex presidente pronunció en 1961 uno de los discursos más épicos de la historia del país. "La lucha es mi vida", remató Mandela, quien, con 43 años, apenas tendría tiempo de realizar dos visitas a Etiopía y Londres antes de regresar a Sudáfrica y entrar en la cárcel. Su condena fue cadena perpetua.
Ahora sólo queda la última parada. Será el Funeral de Estado en el que Sudáfrica se despedirá definitivamente a Madiba. Este domingo, a las 10:00, hora local. El lugar elegido es la localidad de Qunu, Umtata, capital de Transkei. Una región de Cabo Oriental, 700 kilómetros al sur de Johannesburgo, donde el líder sudafricano pasó su infancia (nació en la aldea de Mvezo) y soñaba en convertirse en el jefe del clan de los Tembu. También es donde yacen los restos mortales de su madre y tres de sus hijos.
Las Fuerzas Armadas de Sudáfrica (FAS) han puesto en marcha un gran despliegue de seguridad para controlar las carreteras y accesos al lugar, pese a que el entierro será en la más estricta intimidad y sin acceso a cámaras de televisión.
Asimismo, respetará, como obliga la tradición, los valores de la etnia Xhosa, a la que pertenecía Mandela (el 46% de los habitantes del país practica alguna religión ancestral). En su autobiografía Long Walk to Freedom reveló la importancia de sus convicciones Xhosa, con las que su madre, convertida a la fe metodista, discrepaba. Por ello, los rituales tribales incluirán la muerte de un buey a primera hora del sábado, antes de recibir sus restos mortales que serán trasladado, vía aérea, desde Pretoria. "El sábado pasará su última noche en casa", declaró Mfundo Mtirara, portavoz de los Tembu.
Su viuda Graça Machel y su ex mujer Winnie Madikizela acompañarán el féretro durante su último viaje, el de este sábado. Otra parte de la familia de Nelson Mandela ya le espera en Qunu. Su hija mayor, Makaziwe Mandela y varios de sus hijos aterrizaron en las últimas horas a bordo de un avión militar. Fue en el aeropuerto de Mthatha, convertido un búnker militar, pues se ha declarado zona de exclusión aérea en treinta kilómetros a la redonda.
En declaraciones a la agencia sudafricana de noticias SAPA, el alcalde de la localidad, Nomakhosazana Meth, aseguró que la población "está preparada" para acoger a los visitantes. Y tanto. Los precios del alojamiento no bajan de 400 dólares por noche para los foráneos y el propio alcalde ha tenido que salir en los medios para pedir que se ofrezca hospedaje a precio de residente. Precisamente, los habitantes de Qunu han expresado su enfado porque tienen vetado el acceso.
Su población ronda los 40.000 habitantes. El gobierno ha instalado 11 pantallas gigantes y pide a los seguidores que se concentren en esos lugares habilitados. Se prevé que la población de Qunu sobrepase las 70.000 personas durante los actos.
Es una zona rural y sosegada. Familiar. El lugar en el que Mandela ubicaba algunos de los mejores momentos y recuerdos de su extraordinaria vida. Un pequeño terreno en el que, desde el domingo, quedará sembrada para siempre la leyenda del primer sudafricano negro que consiguió ser libre.