Distintas organizaciones, especialmente vinculadas al Partido de la Unión Democrática (PYD) de Saleh Muslim, han realizado reiteradas denuncias durante este invierno contra grupos integrantes del Ejército Libre de Siria (ELS) por utilizar el bloqueo económico para aislar y debilitar las zonas kurdas que han comenzado a administrarse de forma autónoma.
De acuerdo con estas denuncias, el bloqueo ha llegado a ser total ya que en el mismo han participado todos los bandos en guerra -el régimen de Bachar al Asad, los rebeldes y el Gobierno de Ankara que les apoya-, dándose la paradójica situación de que todos ellos coinciden en esta estrategia. Incluso, durante el pasado mes de diciembre, el Gobierno autónomo kurdo de Irak también cerró la única vía de suministros a través del río Tigris porque se oponía a que fuera el PYD quien controlara este paso fronterizo.
Debido a esta situación, tal y como denunció el Consejo Nacional Kurdo en una carta dirigida a la ONU y a la opinión pública internacional, en las zonas kurdas existe una “falta total de los suministros más básicos, como combustible, harina, medicamentos o leche para bebés”, habiéndose puesto en marcha una campaña de solidaridad y recogida de alimentos entre las poblaciones kurdas de Turquía e Irak. Las consecuencias se notan de forma especial en las zonas más pobladas: Afrín, Kobani, Sere Kaniye, Derbasiya, Qamisli, Derik y los populosos barrios de Asrafiye y Cheik Masud, en Alepo, donde viven medio millón de kurdos.
La situación es tal que en los Kurd Dag (Montes Kurdos), una zona esencialmente olivarera, han comenzado a cortar olivos centenarios para hacer leña, y las nuevas autoridades locales intentan impedir la tala indiscriminada para salvar uno de sus principales recursos económicos.
Según las informaciones difundidas por la representación del PYD en Europa, se han producido casos en que unidades pertenecientes al ELS han parado los camiones cisterna y requisado el carburante destinado a las localidades kurdas, vendiéndolo después en el mercado negro a 240 libras sirias el litro, cuando el precio normal no llegaba a las 200. Eso es lo que le ocurrió, por ejemplo, a un camionero cristiano en la Estación de Bagdad (Alepo), donde le quitaron 2,5 toneladas de carburante destinado al barrio de Cheik Masud.
Este bloqueo y la relativa afluencia de suministros que llegan desde Turquía a las ciudades “liberadas” por el ELS está provocando una gran diferencia de precios entre las distintas zonas, ya que, debido a la escasez, los precios de los productos básicos son mucho más elevados en las habitadas por kurdos. En algunos lugares, como ha ocurrido en Tell Tamer y en los alrededores de Sere Kaniye, fuerzas adscritas al ESL se han dedicado a “confiscar” el ganado de los establos y el grano de los silos.
A esta situación hay que añadir otras secuelas propias de la guerra, como la fuga de médicos, el corte de la luz y de las comunicaciones telefónicas. Muchas familias han comenzado a desempolvar las lámparas de queroseno y los candiles de aceite; las estufas y los hornos de gas están siendo sustituidos por artilugios artesanales alimentados con leña y excremento de ganado; los coches por las bicicletas y los carros, mientras comienza a emerger una economía basada en el trueque.
Por si esto no fuera suficiente, los grupos yihadistas, que también dicen pertenecer al ELS, y tropas regulares del régimen baasista intentan retomar el control de las áreas en manos de las Unidades Populares de Defensa (YPG), dependientes del PYD. Estos combates se han registrado en numerosas localidades, pero sobre todo en pueblos cercanos a Afrín, en los barrios kurdos de Alepo y de forma mucho más intensa en Sere Kaniye.
En esta última ciudad se han desarrollado intensos combates entre los yihadistas del Frente Al Nusra, apoyados por Turquía con carros de combate y artillería pesada, y las YPG, reforzadas con jóvenes procedentes de otras ciudades próximas, llamando la atención, según se puede apreciar en las fotografías difundidas por diferentes páginas web, la presencia de mujeres armadas, un hecho prácticamente inexistente en las filas rebeldes.
Las primeras denuncias públicas contra el embargo aparecieron en forma de consignas durante unas manifestaciones populares celebradas el mes de diciembre en los barrios de Asrafiye y Cheik Masud, donde se pudieron ver pancartas, claramente dirigidas a las fuerzas del ELS, con la siguiente leyenda: “Seremos más fuertes que vuestro embargo”.
Después llegó la denuncia oficial ante la ONU del Consejo Nacional Kurdo de Siria y de otras organizaciones, como la de la Unión de Jóvenes Kurdos, que se dirigía a Masud Barzani, presidente del Gobierno Regional del Kurdistán de Irak para que abriera el puesto fronterizo con Siria, lo que ocurrió el pasado mes de enero. En este comunicado se señalaba, sin citar expresamente al ELS, a los “grupos que dicen formar parte de la Revolución Siria” como responsables de un embargo que tiene como objetivo “forzar el éxodo de la población para disminuir así la presencia kurda” en esta franja que va desde la frontera iraquí al mar Mediterráneo.
El pasado 17 de febrero y tras casi tres meses de combates, representantes kurdos y de los grupos islamistas del ELS llegaron en Sere Kaniye a un “acuerdo de paz”, al mismo tiempo que se intensificaban los ataques del régimen contra Asrafiye y Cheik Masud en Alepo y los yihadistas de Al Nusra ocupaban varias aldeas kurdas próximas a Hasaka. Para Saleh Muslim, que recientemente ha visitado en Madrid a la pequeña comunidad kurda de Siria existente en España, todos estos hechos no hacen sino confirmar que el rechazo de la autonomía es lo único que une a todos los bandos enfrentados a muerte en esta guerra.