"En Siria hay grupos que combaten por el poder, no por la democracia”

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Saleh Muslim, durante la entrevista celebrada en Beirut. / Mónica García Prieto

BEIRUT.– Para los kurdos de Siria, una comunidad de dos millones de personas –representan a la principal minoría con un 10% de la población–, a medida que avanza la revolución transformada en guerra civil, más se complican las cosas. Su afán por protegerse del caos inicial les llevó a participar de forma tibia en el levantamiento social, en lo que muchos sirios vieron un acuerdo tácito con el régimen para evitar ser objetivo de la represión; además, esa neutralidad les llevó a ser vistos como una carta que juega Damasco en contra de la sociedad siria.

Para el líder del Partido de la Unidad Democrática (PYD), principal facción política kurda en Siria, todas esas críticas por parte de los activistas son infundadas. “No es cierto que no fuésemos parte de la revolución siria desde el principio” aduce Saleh Muslim Mohamed [Ain al Arab, 1951]. “De hecho comenzamos en 2004, cuando combatimos al régimen y perdimos a mucha gente. Cuando comenzó la revolución en 2011 también nos sumamos, pero con una estrategia y una filosofía diferentes. Creemos en la revolución pacífica porque el régimen dispone de todo el armamento. Si una revolución comienza a armarse necesita que otros países le ayuden, y entonces se convierte en rehén de esos países y de sus intereses. Se deja así de ser revolucionario”.

Entrevistado a su paso por Beirut, el responsable del PYD –considerado la rama siria del Partido de los Trabajadores Kurdos, o PKK- describe la delicada encrucijada en la que se encuentra su comunidad, que se ha hecho fuerte en las regiones kurdas del norte. Al principio se sumaron a las manifestaciones pacíficas, pero el respaldo turco a las protestas les hizo mostrarse cautos, ya que Ankara es visto como su principal enemigo. La represión contra la comunidad kurda no fue tan violenta como la que padeció la población árabe, en un gesto tras el cual se vio un intento de Damasco de disociar a los kurdos de la revolución haciéndoles temer por un futuro incierto, como hizo con otras minorías.

Los partidos kurdos aprovecharon esa buscada neutralidad para organizarse por sí mismos, logrando en un año lo que nunca antes habían logrado. Ahora son sus milicias quienes controlan las áreas kurdas, gracias al repliegue de los escasos efectivos del régimen apostados en estas áreas, una retirada no pactada con el régimen, según explica Muslim.

“Desde el principio no había Ejército sirio en las fronteras en virtud de un acuerdo suscrito en 1952 entre las autoridades sirias y turcas. Según ese acuerdo, no hay armas pesadas ni tropas en un margen de 25 kilómetros entre la frontera turca y territorio sirio. El régimen turco es el responsable de esa zona. Por eso no había una gran presencia oficial siria, sólo Policía e Inteligencia. Había unas cinco agencias de Inteligencia diferentes presentes en cada ciudad pero, desde el principio, se marcharon”, relata. Según Saleh Muslim, el régimen no veía en la comunidad kurda una amenaza. “Nosotros sabíamos que no nos atacarían porque no somos extremistas y porque el régimen turco no nos iba a ayudar en contra de Damasco. El régimen sirio sabe que, si nos ataca, los kurdos nos uniríamos para confrontarlo. No quería abrir un nuevo frente. Por eso nos organizamos, buscando nuestros derechos”.

Saleh Muslim, en otro momento del encuentro. / M. G. P.

Ante la ausencia de autoridades, los kurdos se comenzaron a autogestionar. En algunos casos lo hicieron mediante las armas: en zonas como Efrin o Kobaneh, son las Unidades de Protección Popular, grupos armados que representan a la mayor parte de las facciones kurdas, llegaron a luchar en los alrededores de edificios oficiales controlados por el régimen: “Les dijimos a las fuerzas del régimen que se marcharan o tendríamos que confrontarlos mediante las armas. Y se marcharon”. Sin embargo, Muslim afirma que economizan el uso de la violencia por temor a enfrentamientos con las tribus árabes que habitan en las zonas kurdas y que han sido armadas por Damasco en previsión de que los kurdos se hagan fuertes y amenacen al régimen.

“El régimen ya armó a las tribus árabes de las zonas kurdas hace más de un año. No queremos tener un enfrentamiento con los árabes y por eso, por ejemplo, no atacamos los edificios gubernamentales. Somos cuidadosos porque tememos que cualquier cosa lleve al régimen a animar a las tribus a que nos ataquen, lo que sería malo para todos”.

Viéndose fuertes en las zonas donde son abrumadora mayoría, las Unidades de Protección Popular tomaron el control en las localidades de Sere kani (nombre kurdo de la localidad fronteriza de Ras al Ayn), Amud y Efrin a mediados de julio. “Sere kani y Qamishli han sido dos escenarios donde hemos dejado los edificios oficiales intactos. Tenemos el control de todo en ambas ciudades, pero no tocamos las sedes gubernamentales porque queremos evitar cualquier conflicto civil”. En el caso de la primera localidad, la operación militar fue la respuesta a la presencia de grupos yihadistas que llegaron a disparar contra manifestantes.

La excepción a esa regla parece ser Tallddes, donde el ataque contra las fuerzas gubernamentales se realizó en coordinación con la oposición árabe. “Tallddes fue distino porque pudimos convencer a los árabes de que compartíamos los mismos objetivos. Entonces sí atacamos los edificios oficiales, lo hicimos junto a combatientes árabes: rodeamos una base con 300 soldados por 13 días y finalmente lo tomamos con un coste en vidas de siete u ocho militares. Al resto le dejamos ir”. Esa operación les permitió controlar la refinería cercana de Gir Ziro. “Está ahora bajo nuestro control y hemos creado comités conjuntos con la comunidad árabe para controlar la zona”.

La facilidad con la que se produjeron éstas y otras conquistas militares –salvo incidentes menores- elevó la desconfianza de la población árabe siria hacia los kurdos. Ese es el germen de los enfrentamientos armados posteriores entre kurdos y grupos armados que, según Muslim, no tienen nada que ver con el Ejército Libre de Siria (ELS), nombre que aglutina a todos los alzados en armas contra la dictadura.

“Desde julio de 2012 tenemos relaciones con los grupos armados. Les hemos dicho: vale, habéis liberado vuestras zonas y no tenemos problema alguno con vosotros, pero ahora vamos a liberar nuestras zonas. Y eso, a Turquía, no le ha gustado. Desde el primer momento, Turquía arrastró a la revolución a la vía armada y lo logró. Hay muchos grupos vinculados a Turquía, a quien no le gusta nada ver la liberación de las zonas kurdas y ver cómo nos autogobernamos: por eso [Turquía] está ordenando a sus grupos que nos ataquen, como ha ocurrido en Alepo. La última vez fue en Sere kani, una zona muy estratégica [hace frontera con Turquía]. En el último enfrentamiento hubo muchas bajas, al menos 15 de nuestro lado y centenares del contrario. Y no hay posibilidad de diálogo porque esas fuerzas no escuchan a nadie, no dependen del Consejo Nacional Sirio, hacen lo que quieren: sólo obedecen a Turquía”.

El líder del PYD, fotografiado en la Plaza de la Estrella de Beirut. / M. G. P.

¿Llevarán estas tensiones a un conflicto civil entre árabes y kurdos sirios? Para Muslim, no cabe semejante posibilidad porque quienes se han enfrentado con las fuerzas kurdas no son los rebeldes sirios. “Son grupos que vienen desde fuera: hay libios, tunecinos, por supuesto también sirios, pero mayoritariamente vienen de fuera, hasta de Tora Bora. Algunos no son siquiera árabes, son extremistas musulmanes. El infierno está abierto ahora en Sere kani”.

Si en el verano hubo enfrentamientos abiertos con grupos armados, y en zonas como Aleppo las relaciones son fatídicas con el FSA, hace pocos días que el régimen atacó los barrios kurdos de Alepo, ciudad donde se libran duros combates desde hace medio año. “En Alepo, Sheikh Maqsoud y Ashrafiyeh: aceptemos la realidad: al FSA no le gustan los kurdos y no aceptan los derechos del pueblo kurdo. No aceptan la presencia misma de los kurdos, lo mismo que le ocurre al régimen sirio, que nos ha negado históricamente nuestros derechos.  Creemos que hay un acuerdo tácito, al menos en el caso de Alepo, para combatir a los kurdos: ¿por qué, si no, no combaten entre ellos?”.

Sus relaciones con las organizaciones opositoras en el exilio son escasas. “Con el CNS tratamos de tener buena relación, pero al estar asentado en Turquía y protegido por Turquía eso es un problema para nosotros. Nos pasa lo mismo con el organismo creado en Doha por Qatar”, explica Muslim. En la visión del líder del PYD para el futuro de Siria, los kurdos se autogobiernan. “Queremos democracia. Queremos garantías constitucionales sobre los derechos de los kurdos en todos los aspectos: sociales, políticos, económicos, culturales, el derecho a la autodefensa... El nombre no es importante: federalismo, autonomía, eso nos da igual. No queremos fronteras: los kurdos de Damasco deben tener los mismos derechos que en Daraa o en las zonas kurdas del norte”.

El histórico responsable kurdo, que se sumó a la política en los años 70 y llegó a ser encarcelado, junto con su esposa, por el régimen de Damasco, quita hierro a las divisiones intra-kurdas que tanto preocupan en el exterior –sólo en Siria hay dos bloques políticos, el Consejo Popular del Kurdistán del Oeste y el Consejo Nacional Kurdo Sirio, unidos por un Comité Supremo in extremis: los grupos que los conforman han tenido innumerables enfrentamientos entre ellos- y también a la existencia de kurdos combatiendo del lado del ELS. “No los consideramos un problema. La sociedad kurda es pobre y es posible comprarla con dinero, como ocurre en todos sitios”.

Sobre el futuro, Muslim se muestra pesimista. Asegura que a todos aquellos que participaron originalmente en la revolución siria, entre quienes se incluye, para pedir democracia y derechos civiles les han robado sus demandas. “Lo que buscábamos con esta revolución, cosas como democracia o libertad, no tiene nada que ver con lo que está pasando ahora. Ahora hay grupos armados que combaten por el interés de Arabia Saudí, otros por el interés de Qatar, otros por el de Turquía... Combaten por el poder, no por la democracia o por el pueblo”.

“Creo que Bashar se quedará en el poder durante un tiempo más. Creo que vamos a ver una solución a la yemení, Bashar no se irá fácilmente. Es posible que no le permitan quedarse en el poder, pero la cuestión no es esa, sino ¿qué ocurrirá después con los extremistas, con los islamistas radicales? ¿Combatirán entre ellos, contra los seculares, contra todo el mundo? ¿Cuánto tiempo va a llevar eso? Siento decirlo, pero soy muy pesimista con el futuro de Siria”. 

7 Comments
  1. celine says

    Pobre Siria. En tiempos, la esperanza roja del mundo árabe. Y mira ahora. ¿Se sabrá alguna vez quién sostiene a Bashar? Esta entrevista es muy reveladora de lo enredado de la situación.

  2. abdulla says

    no es mentira todo lo que dice saheh muslim, sin embargo el ha sido y sigue siendo uno de los shabiha del regimen.

  3. mj says

    El embrollo sirio resulta dificil de desenmarañar, y no solo a los profanos. Pero no creo que sea ningun misterio «saber quien sostiene a Bashar»…la politica del regimen sirio era construir muros para contener olas regionales, en los que segun los intereses coyunturales abria y cerraba brechas segun su conveniencia. Esos enormes muros se resquebrajan, y cada uno lucha para que no se derrumben hacia el lado en que se encuentran.

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