El Gobierno Regional de Arbil pone en armas al futuro Ejército kurdo de Siria

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Una de las unidades de defensa popular que se están formando en las regiones kurdas de Siria. / PYD

No se sabe exactamente cuántos son pero personas que viven en la zona de Dahok, una ciudad del norte de Irak próxima a las fronteras de Siria y Turquía, creen que pueden llegar a los 3.000. Son los jóvenes que están siendo entrenados por el Gobierno Regional del Kurdistán iraquí, con capital en Arbil, con el objetivo de crear una fuerza armada que, en el momento adecuado, pueda defender una hipotética autonomía kurda en Siria.

Según estas informaciones, la base de entrenamiento está situada a unos dos kilómetros del campo de refugiados de Domiz, el principal centro de acogida en esta región para quienes huyen de la guerra siria. El Gobierno de Arbil no lo niega. De hecho fue el presidente regional, Masud Barzani, quien lo reconoció públicamente durante una entrevista a la cadena de televisión Al Yazira.

El entrenamiento corre a cargo de las fuerzas especiales del Gobierno Kurdo, quien, además de instrucción en el manejo de distintas armas, les facilita uniformes, una paga mensual y les da permisos para visitar a sus familiares alojados en el campo de refugiados. De acuerdo con los datos del ACNUR, el campo destinado a estos jóvenes tendría capacidad para unas 4.000 personas, mientras que el de sus familias, a una decena de kilómetros de Dahok, ya acoge a más de 15.000 personas.

En total, se calcula que en la región del Kurdistán iraquí hay más de 30.000 refugiados sirios, en su inmensa mayoría de etnia kurda, la mitad de ellos en Domiz y la otra mitad distribuidos por las ciudades de Dahok –unos 10.000-, la propia capital de Arbil y Suleimani, situada más al sur, ya cerca de la frontera iraní.

Inicialmente solo eran un puñado de oficiales y soldados de origen kurdo que decidieron desertar del Ejército regular para no participar en la represión de las manifestaciones populares. A ellos se han unido cientos de jóvenes que igualmente huyen de la guerra civil, fundamentalmente de los populosos barrios kurdos de Damasco, Alepo y de otras zonas castigadas por los combates a lo largo de la frontera turco-siria.

El Gobierno Regional del Kurdistán iraquí ha dejado claro, desde el primer momento, que la misión de este pequeño ejército no es intervenir en los actuales combates sino garantizar el orden cuando, tras la caída del régimen de Bachar al Asad, se cree un vacío de poder en las zonas habitadas por la minoría kurda.

El problema está en que, cuando reciban la orden de cruzar el río Tigris para desplegarse por el Kurdistán sirio, se encontrarán con que ya existe otro ejército kurdo, el organizado por el Partido de la Unión Democrática (PYD), un grupo vinculado a la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que ya ha tomado el control efectivo de las principales ciudades habitadas por kurdos en Siria.

El PYD, que mantiene posiciones distintas a los partidos apoyados por Barzani, acaba de anunciar la creación de su “tercera brigada” en la ciudad de Kobani, después de formar la “primera brigada” en Qamisli y la “segunda” en Afrín, al noroeste de Alepo. Hasta el momento, ambos movimientos –el PYD y los partidos integrados en el Consejo Nacional Kurdo- mantienen una frágil alianza por la autonomía.

Las diferencias que separan a los dos bloques son numerosas. Por esta razón también hay quien asegura que el nuevo ejército kurdo que se está formando dentro de Irak en realidad tiene como verdadero objetivo neutralizar en un futuro el dominio político que ahora está asumiendo el PYD.

Entre esas diferencias, una de las principales es la radical negativa del PYD a cualquier colaboración con el Ejército Libre de Siria, lo cual, a su vez, ha provocado varios incidentes armados. El último, el pasado 26 de octubre cuando los rebeldes sirios, rompiendo un pacto no escrito, intentaron entrar en Asrafiye, una barrio de Alepo habitado por kurdos y defendido por las milicias del PYD.

Los enfrentamientos dejaron una treintena de muertos y ambos bandos hicieron prisioneros. Uno de ellos, Jalid Hamdu, de acuerdo con el Observatorio de Derechos Humanos, habría muerto como consecuencias de las torturas infligidas por miembros del Ejército Libre de Siria. El PYD ha acusado al brazo armado de la oposición siria de estar utilizando los mismos métodos que Bachar al Asad.

Lo ocurrido en Asrafiye ha reavivado el fantasma de un enfrentamiento dentro de la oposición antes incluso de que el régimen haya sido derribado. Los responsables del Ejército Libre de Siria se han apresurado a explicar que todo ha sido un malentendido, ordenando la liberación del resto de los detenidos. Al PKK también le ha faltado tiempo para salir en defensa de los suyos; su portavoz, Murat Karayilán, desde una de sus bases en el norte de Irak, ha advertido a los rebeldes que el PKK se reserva el derecho a intervenir directa y militarmente en Siria si la población kurda necesita de su protección.

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