Tras los fuertes combates que se desarrollaron a finales de julio en la región de Semdinli entre el PKK y el Ejército turco, se puede decir que Turquía está viviendo la mayor ofensiva de los rebeldes kurdos desde que ese grupo se alzó en armas el año 1984. La importancia de lo que está ocurriendo no estriba tanto en que el segundo Ejército de la OTAN sea incapaz de desalojar a los guerrilleros que se han hecho fuertes en una parte del país, sino en que el Gobierno de Tayip Erdogán, prácticamente contra las cuerdas, ha terminado por aceptar la necesidad de una negociación, incluso admitiendo que en la misma participe el líder del PKK, Abdulá Ocalan.
Pese a que oficialmente se sigue mostrando al PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) como un grupo terrorista que aprovecha sus santuarios en el norte de Irak para cometer atentados dentro de Turquía, la realidad es que las operaciones militares, con intervención de miles de soldados, blindados, piezas de artillería, aviones de combate y helicópteros artillados, se suceden por varias provincias, algunas situadas en el interior de la Anatolia, a más de 300 kilómetros de la frontera iraquí.
De acuerdo con las propias cifras del Ejército, solo en este año se han registrado más de 2.000 incidentes o enfrentamientos con militantes del PKK e, igualmente, según esos datos, este año habrían muerto en torno a 200 militares en atentados o enfrentamientos, ascendiendo al doble las bajas en las filas kurdas.
Dos meses después de que se iniciara lo que algunos medios turcos ya denominan “la batalla de Semdinli”, el Ejército todavía sigue enviando a ese lugar unidades de refuerzo y, sobre todo, blindados y vehículos anti-minas. De hacer caso a los testimonios difundidos por los habitantes y autoridades locales, la guerrilla tendría capacidad para “tomar el control” de amplias áreas de territorio no solo en Semdinli sino también en Cukurca y Beytusebap.
El dirigente del pro-kurdo Partido por la Paz y la Democracia (BDP), Salahatin Demirtash, asegura que el PKK ha llegado a controlar unos 400 kilómetros cuadrados en torno a la localidad de Semdinli, en la provincia de Hakkari. Algunas fotografías distribuidas por sitios web vinculados al movimiento kurdo, muestran a grupos de guerrilleros confraternizando con la población y rodeados por cientos de lugareños.
Resulta sorprendente, tal y como ha reconocido la prensa, que un mes después de iniciarse los combates en Semdinli, las columnas del PKK fueran capaces de atacar tres veces distintas en solo 48 horas –el 24 y 25 de agosto- un mismo cuartel, el del Segundo Batallón de Fronteras del Komando, una unidad antiguerrillera de élite del Ejército turco.
El 4 de agosto también se produjeron duros enfrentamientos cerca de Cukurka; el 16, grupos de guerrilleros realizaban incursiones dentro de la ciudad de Hakkari, la capital provincial, y el 2 de septiembre le tocaba el turno a Beytusebap, donde perdieron la vida una decena de soldados. El alcalde de esta población, Yusuf Temel, llegó a decir que la guerrilla controlaba las montañas que rodean la ciudad y que vivían bajo el toque de queda. Testimonios semejantes han surgido en otras localidades, incluso situadas fuera de la amplia franja fronteriza donde se ha restaurado, en la práctica y hasta comienzos de octubre, el estado de emergencia.
Entre los hechos más graves de esta escalada, se encuentra el ataque con lanzagranadas, el 18 de septiembre, a un convoy de autobuses en el que regresaban a sus cuarteles 200 soldados en la provincia de Bingol, al noroeste del lago de Van. Aunque iban escoltados por blindados, sufrieron una emboscada con el resultado de diez muertos y 70 heridos. Pocos días después, el 25, otros seis uniformados y un civil fallecían al estallar una bomba al paso de un furgón policial en las proximidades de Dersim (Tunceli), en el interior de la Anatolia, a más de 300 kilómetros de la frontera iraquí.
El principal partido de la oposición, el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP), ha declarado que es hora de retomar las negociaciones con el PKK, mientras que el ultraderechista MHP, por el contrario, exige que se declare la ley marcial. La propia cúpula del Ejército ha solicitado un nuevo marco legal que le permita hacer frente a la amenaza en mejores condiciones, y hasta Umit Boyner, presidenta de la asociación empresarial TUSIAD (la patronal turca), en una declaración sin precedentes, ha pedido al Gobierno que explique lo que está sucediendo, además de reiterarle que el problema kurdo no puede resolverse solo con las armas.
Tras varios días de silencio y tras haber pedido incluso a la prensa que no informe de las acciones del PKK porque están haciendo el juego al terrorismo, Tayip Erdogán ha terminado admitiendo que es necesario tomar iniciativas arriesgadas para poner fin a esta guerra no declarada, entre las que estaría la apertura de una negociación en la que podría participar el líder de este grupo armado, Abdulá Ocalan, encarcelado de por vida en la prisión-isla de Imrali.
Manuel, yo creo que van a utilizar una vez más la trampa de la negociación para masacrarlos.