Yibril abre la puerta a la descentralización para resolver el problema regional de Libia

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Miembros de las milicias bereberes duante la pasada guerra de Libia. / Congreso Mundial Amazigh

Pese a que siguen sin conocerse los resultados definitivos de las elecciones de Libia, sobre todo en lo que se refiere a los 120 escaños reservados a los candidatos “independientes”, ya se apunta alguna de las líneas de futuro sistema político si, como indican los primeros datos, corresponde formar gobierno a Mohamed Yibril, líder de la victoriosa Alianza de Fuerzas Nacionales.

Aunque nadie discute el carácter árabe e islámico de Libia, tampoco se puede negar la persistencia de unas peculiaridades regionales que, hasta ahora, han provocado los principales problemas al Consejo Nacional Transitorio. El primero y  más grave es el del federalismo implantado en la mitad oriental del país, con capital en Bengasi, cuna de la revolución contra Gadafi. Apoyado por los principales líderes tribales de esta zona,  abandonaron el Gobierno provisional con base en Trípoli para formar su propio Consejo Transitorio de la Cirenaica bajo la dirección de Ahmed Zubair Al Senusi y Majid Wanis.

Zubair pertenece a la “familia real” libia, precisamente la derrocada por Muamar Gadafi, mientras que Majid Wanis es hijo del último primer ministro del rey Idris. A su vez, la “familia real” está vinculada a la cofradía religiosa Senusi, contraria al fundamentalismo islámico, ampliamente extendida por Libia y los países vecinos, en especial por Sudán. A esta cofradía pertenecía Omar Muktar, el héroe nacional de Libia por haber liderado la resistencia contra la ocupación italiana durante el periodo fascista de Musolini.

Pese a que los federalistas llamaron al boicot de la elecciones, incluso provocando graves incidentes (quema de urnas, bloqueo de colegios electorales y paralización de la exportación de petróleo), Mohamed Yibril, en su llamamiento a formar un gobierno de concentración nacional, les ha calificado de “patriotas” y ha asegurado que contará con ellos y con sus ideas, lo cual no deja de ser un reconocimiento implícito de su fuerza.

Por su parte, Ahmed Zubair al Senusi se ha congratulado del éxito de Yibril porque, en su opinión, su alianza era, de todas las listas electorales, la que más se acercaba a sus planteamientos políticos. Majid Wanis, en este sentido, ha llegado a insinuar que, de llegar a un acuerdo con Yibril, el Consejo Transitoiro de la Cirenaica podría disolverse para colaborar con el Gobierno de Trípoli.

Las tres regiones "díscolas": Cirenaica (naranja), Kufra (verde) y en azul las zonas habitadas por los tuareg, entre Ghat y Gadamés, y los bereberes, en torno a Zintan y Zwara. / Manuel Martorell

En una clara referencia a las posiciones autonomistas de la Cirenaica, Faisal Krekshi, mano derecha de Yibril, ha dicho que son partidarios de un sistema descentralizado en el que los asuntos de carácter nacional, como las relaciones exteriores, la defensa o el banco central, sean competencia del Estado, mientras que la salud, la educación o los puertos podrían ser administrados por las regiones, aceptando igualmente que la recaudación de algunos impuestos por las entidades locales se utilice para financiar proyectos regionales. “Es ridículo –dijo textualmente- que en Kufra estén esperando la autorización de Trípoli para construir una escuela”.

La referencia de Krekshi a Kufra no era en vano. En esta región, situada en el mapa debajo de la  Cirenaica pero en el extremo sur del país, limitando con Sudán y Chad, está habitada por el pueblo tebú, que lleva prácticamente un año protagonizando revueltas armadas contra la histórica dominación de las tribus árabes. Se calcula que, durante los enfrentamientos armados entre tebúes y las milicias árabes han muerto ya unas 300 personas en las ciudades de Kufra y Sebha.

El origen del problema tebú está relacionado con el racismo árabe contra esta población, de raza negra, y en que los tebúes, además de estar marginados por el régimen de Gadafi, se consideran explotados como mano de obra por los poderosos clanes árabes que controlan la extracción del petróleo en esta región. Precisamente, ha sido Kufra el único distrito en el que no se pudieron celebrar las elecciones el pasado sábado 7 de julio debido a la oposición de los dirigentes tebúes, quienes, tras arduas negociaciones, consintieron abrir los colegios electorales  tres días después de cerrarse las urnas en el resto del país.

Tampoco es ninguna casualidad que los tebúes hayan tenido como aliada a la minoría tuareg, extendida por la frontera argelina entre las ciudades de Gadamés y Ghat, durante los combates de Sebha, ya que tanto los tuareg como los bereberes del noroeste de Libia, que siguen conservando sus milicias, coinciden en defender un modelo político en el que se respeten estas diferencias regionales. Es, en este sentido, más que significativo que, durante la campaña electoral, fuera el propio Mohamed Yibril quien pidiera el voto de los bereberes en la ciudad mediterránea de Zwara diciéndoles que había llegado el momento de conseguir sus derechos: “ahora o nunca”, les dijo.

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