La situación que se vive en la franja fronteriza con Turquía es un buen exponente de lo que está ocurriendo en muchos lugares de Siria. Cada vez son más las zonas, sobre todo rurales, que son abandonadas por el Gobierno para poder concentrar sus tropas en las grandes ciudades y corredores estratégicos.
Sea resultado de un acuerdo explícito o tácito con el régimen de Bachar al Asad, la realidad es que buena parte de las localidades más septentrionales están siendo administradas por el Partido de la Unión Democrática (PYD), una organización que no niega ser la rama siria del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), enemigo “número uno” de Ankara.
Bien como relatan testimonios directos de esa zona, bien siguiendo las informaciones difundidas por internet, se puede llegar a la conclusión de que el PYD ha sustituido al Estado en numerosos lugares, donde impone su ley, a veces de forma violenta.
Los seguidores de Abdulá Ocalán, el líder del PKK encarcelado en Turquía, han organizado elecciones municipales en medio de la pasividad gubernamental, abren escuelas y centros culturales, controlan los accesos a muchas poblaciones, incluso pasos fronterizos secundarios y comienzan a cobrar tasas a los comerciantes, sobre todo a los que practican el contrabando con Irak. En algunas localidades también se encargan de distribuir el pan y la gasolina. Entre otras funciones, realizan labores de policía, practicando detenciones e interrogatorios. En una ocasión, sus “comités populares de defensa” apresaron a los asesinos del médico Sherzad Haj Omar, un dirigente del partido Yekití (Unidad), entregando los detenidos a su familia, que, a su vez, los puso en manos de la Justicia siria.
De acuerdo con algunas opiniones, estos hechos se explicarían porque tanto el Gobierno de Bachar al Asad como el PKK coinciden en su principal objetivo: impedir que el Ejército Libre de Siria (ELS), respaldado por Turquía, extienda la guerra a esta zona fronteriza. Dejándola en manos del PYD y de sus “comités populares”, el Ejército de Damasco necesita mantener un despliegue militar mucho menor y, por lo tanto, puede trasladar las unidades aquí acantonadas a otras regiones más conflictivas
Ante esta sorprendente situación, los numerosos partidos kurdos, bien organizados y con una larga trayectoria de oposición al Gobierno, se han dividido en tres grandes bloques. El primero lo componen aquellos que, como Azadi (Libertad) o el Movimiento Futuro, integran el Consejo Nacional Sirio y unen la lucha del pueblo kurdo a la del resto del país. El segundo es el Consejo Nacional Kurdo, especialmente los partidos Yekití (Unidad) y Democrático, que están dispuestos a colaborar con la principal coalición opositora siempre que asuma sus reivindicaciones autonomistas.
Finalmente están los grupos que respaldan al PYD y, por lo tanto, consideran que el Consejo Nacional Sirio es, en el fondo, un instrumento de Turquía y el ELS, una prolongación del Ejército turco. Su principal objetivo, por lo tanto, es impedir que uno y otro se infiltren en territorio kurdo. El denominado Consejo del Pueblo del Kurdistán Occidental (la zona kurda de Siria) aglutina esta corriente y de él dependen los citados “comités populares de defensa”.
Desde hace meses, las tres tendencias organizan manifestaciones paralelas, a veces a la misma hora y en la misma ciudad, lo cual no ha dejado de provocar incidentes debido a las distintas consignas, pancartas, banderas y símbolos utilizados. En algunos casos, como ha ocurrido sobre todo en Afrín, los seguidores del PYD han atacado a manifestantes kurdos que llevaban banderas nacionales sirias o la kurda con el sol en el medio, en vez de la roja, amarilla y verde que ellos enarbolan.
Tampoco han faltado amenazas de muerte contra dirigentes que apoyan al Consejo Nacional Sirio. Estas amenazas, por ejemplo, provocaron que muchas personas sospecharan del PYD como autor del asesinato en Qamisli de Mashal Tamo, líder del Movimiento Futuro. El PYD se apresuró a negarlo,de la misma forma que ha rechazado tener nada que ver con un horrible hecho ocurrido en Cheik Maqsud, un populoso barrio kurdo de Alepo. A principios de junio, se distribuyó una estremecedora fotografía en la que se veía una mujer atada a una columna por prostitución y tráfico de drogas. A sus pies, una nota decía: “El que no me escupa no tiene honor”.
Yahiya al Silo, un dibujante conocido por sus críticas al PYD, ha dedicado una de sus viñetas a este hecho. En el dibujo se pueden ver dos guerrilleros del PKK mientras un civil kurdo dice a su mujer: “Al parecer los talibanes también han llegado a Cheik Maqsud”. Los dirigentes del PYD anunciaron que habían abierto una investigación.
También a comienzos de junio, una docena de cuadros de Azadi, Movimiento Futuro y del Partido Democrático fueron secuestrados en Afrín y llevados a un casa que hacía las veces de prisión, donde algunos de ellos fueron acusados de trabajar para los servicios secretos turcos. Por su parte, Mustafá Juma, dirigente de Azadi, fue detenido cuando intentaba cruzar la frontera con Irak y trasladado a un piso de Malkiye, donde igualmente le acusaron de estar al servicio de Turquía y desestabilizar la región llamando a la huelga general.
Tampoco faltan los lugares donde la población local ha rechazado e incluso expulsado a los “comités populares”, como ocurrió en Basuta (Afrín) y Tal Gazal (Kobani). Según informa Dara Aldali a Actualidad Kurda, en esta última localidad, llegaron en siete vehículos con hombres y mujeres armados "para proteger" a la población. Según este testimonio, los habitantes se concentraron en la plaza y les dijeron: “¿De quién vais a protegernos? No tenemos shabiha (las milicias del régimen) ni hay rastro del Gobierno; ni siquiera están aquí los miembros del Baaz, así que no necesitamos vuestra protección”.