Todo por un sueño

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Barack Obama, ayer, en uno de los jardines de la Casa Blanca, durante el discurso en el que anunció los cambios que benefician a jóvenes 'sin papeles', muchos de ellos de origen hispano. / Sonya N. Hebert (whitehouse.gov)

Si hace poco más de un mes Barack Obama se metía en el bolsillo al electorado homosexual de Estados Unidos con su histórico respaldo a la idea del matrimonio entre personas del mismo sexo, este viernes lo hacía con el votante latino. Ante la incapacidad de aprobar una ley de reforma migratoria en el Congreso, el presidente usó su poder ejecutivo para proporcionar un prometedor futuro laboral a cientos de miles de jóvenes indocumentados -muchos de ellos de origen hispano- llegados a suelo estadounidense cuando eran niños.

Aquellos que entraron a Estados Unidos antes de cumplir los dieciséis años y son en la actualidad menores de treinta, no tienen historial delictivo de tipo criminal y hayan obtenido al menos un diploma de educación secundaria, podrán, por orden ejecutiva del presidente Obama, detener temporalmente su proceso de deportación y solicitar un permiso prorrogable de trabajo.

"Son estadounidenses en su corazón, en sus mentes, y en toda otra condición, excepto una: en papel", dijo Obama de los conocidos como soñadores desde el jardín de la Casa Blanca, ofreciéndoles una esperanza frente a "la amenaza de ser deportados a un país del que no tienen conocimiento alguno, con un idioma que en ciertos casos ni siquiera lo hablan".

Los soñadores son jóvenes que durante los últimos años han entablado una agresiva estrategia para hacerse escuchar y ahora parece que finalmente han logrado parte de su objetivo. Muchos de ellos ha cursado estudios superiores, pero ven cerradas las puertas del mercado laboral por falta de documentos legales. Arriesgándose a ser deportados, no han dudado en poner su cara y su nombre a un problema sistémico que podría estar afectando a más de un millón de personas.

La conocida como Ley de Sueño -sus siglas en inglés DREAM por defensa, alivio y educación para menores extranjeros- lleva más de diez años siendo presentada en el Congreso, casi siempre mediante un impulso bipartidista. Pero nunca ha sido aprobada, negándoles a estos jóvenes la apertura de una vía hacia la ciudadanía. En la última ocasión, hace un año y medio, la bancada republicana rechazó que se pusiera a votación.

Obama prometió al electorado hispano una profunda reforma migratoria; pero dada la grave situación económica y el alto índice de desempleo -además de haber perdido el control de la Cámara de Representantes tras las elecciones de 2010- ha sido incapaz de cumplir su promesa. Ahora le ofrece unas migajas de alto significado emocional y político.

Porque sí, el votante hispano, como cualquier estadounidense medio, está fundamentalmente preocupado por la economía. Y el operativo electoral del candidato presidencial republicano Mitt Romney no para de recordarlo. Pero con un creciente ambiente hostil hacia el inmigrante en muchos estados del país, un gesto amable hacia los más inocentes de los mal llamados "ilegales" es un rayo de esperanza para muchos electores con familiares, amigos o conocidos en situación migratoria irregular.

Ahora con este toque mágico de varita presidencial, Obama vuelve a neutralizar un tema polémico, arrinconando a la oposición republicana que conoce el grave peligro electoral de hacerle el feo a la medida. Es difícil demonizar a jóvenes, en su mayoría estudiantes, que no cruzaron la frontera de manera voluntaria.

Además, destruye el sueño del republicano Marco Rubio -senador cubano por Florida- de convertirse en el primer vicepresidente latino. Rubio siempre ha estado en todas las quinielas para ser elegido por Romney como número dos con el objetivo de atraer el codiciado voto hispano. Y una vez terminada la temporada de primarias, suavizó la cómica idea de "autodeportación" propuesta por Romney con su propia iniciativa pseudo soñadora que no ofrecía un claro camino a la ciudadanía. Ahora es incapaz, como le ocurre a Romney, de pronunciar una crítica coherente al anuncio de Obama. De ahí también el extraño y estridente silencio este viernes en twitter del campo republicano, siempre con dedos raudos a responder cualquier declaración presidencial.

La única pataleta la protagonizó un bloguero impertinente de corte conservador que intentó boicotear el anuncio de Obama con exabruptos a destiempo disfrazados de preguntas (ver vídeo).

Obama vuelve a realizar una jugada electoral maestra. Hace meses, incluso años, que podría haber ofrecido este respiro; ahora sin embargo su anuncio se convierte en contundente golpe de efecto a cinco meses de las elecciones presidenciales. Porque si bien estos jóvenes no tienen derecho al voto, sí que se organizarán y empujarán a otros a acudir a las urnas, proporcionando de una bien necesitada energía al electorado joven y al latino, que pusieron hace cuatro años en Obama sus esperanzas y aún están a la espera de que se cumpla aquel sueño prometido.

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