Una delegación kurda llega a Navarra para “llevarse” los programas de deporte escolar

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Un grupo de niños kurdos sigue las instrucciones de Igor Urizar para utilizar los esquíes en las montañas fronterizas entre Irak e Irán. / Asociación Tigris

Desde Suleimaniya, junto a la frontera iraní, viajaron hasta Istanbul, donde tomaron el vuelo que les llevó a Madrid para, después, tras casi siete horas de viaje por carretera, llegar a Isaba, justo en el límite pirenaico entre Navarra y Francia. Este es el viaje relámpago que realizaron el martes 17 de abril cuatro kurdos iraquíes para presenciar a tiempo el último curso de la Semana Blanca, un programa deportivo-escolar con el que, cada año, 5.000 niños disfrutan de la nieve aprendiendo las técnicas básicas del esquí de fondo.

Un día de retraso el esfuerzo habría sido inútil y se habrían quedado sin ver cómo decenas de escolares navarros entre 11 y 13 años se deslizaban por las pistas de “esquí nórdico”, una modalidad que busca el equilibrio con la naturaleza y la protección del medio ambiente. La delegación, invitada por el alcalde de Isaba, Ángel Luis de Miguel, estaba formada por Hallo Mahmood Marif, un alto cargo del partido de Jalal Talabani, actual presidente de Irak; Alí Qader Othman, decano de la Facultad de Educación Física de la Universidad de Suleimaniya; un traductor –Dana Taqi-, y Falah Salah, colaborador de la Asociación Tigris, impulsora de un proyecto consistente en trasladar este tipo de programas deportivo-escolares del Gobierno de Navarra al norte de Irak.

Hallo -derecha- y Falah toman fotos de los escolares en Belagua. / Manuel Martorell

Rodeados de los impresionantes parajes kársticos de Belagua, a los cuatro delegados kurdos les sorprendió una fuerte ventisca de nieve sin la ropa y el calzado adecuado, y el Centro de Esquí del Valle del Roncal tuvo que prestarles unos anoraks para amortiguar el frío. Esta delegación se animó a realizar el maratoniano viaje tras ver a decenas de estudiantes de la citada facultad, del Colegio Danielle Mitterrand, también de Suleimaniya, y de una escuela de Penjween desenvolverse sobre la nieve siguiendo las instrucciones del monitor Igor Urizar, durante los pasados meses de enero y febrero.

Una vez que los sorprendidos visitantes se cansaron de hacer fotos a los niños y se recuperaron de las gélidas temperaturas, Ana Lusarreta, la directora del Centro de Esquí navarro, se encargó de explicarles los objetivos centrales de este programa, del que la Comunidad Foral es pionera en toda España.

No se trata solo de que los cursillistas se libren de unos días de escuela aprendiendo a esquiar, sino que también se busca que las distintas culturas que coexisten en Navarra se conozcan entre sí. De esta forma, en una misma “Semana Blanca”, tan pronto se pueden encontrar colegios situados en la Ribera como otros ubicados en zonas donde predomina el nacionalismo abertzale.

De alguna forma, se trata de ir creando una nueva mentalidad de convivencia y respeto a la diferencia, algo que, con mucha más intensidad, se necesita en un país tan azotado por el sectarismo como Irak.

Pero aún hay más. Se tiene comprobado que, gracias a estos programas, se está manteniendo buena parte de la economía en estos valles que, antes de introducirse la “Semana Blanca”, apenas tenían otros ingresos que de la ganadería, el queso y la venta de madera. Se calcula que, de acuerdo con las estadísticas del Gobierno navarro, los cursos de esquí mueven, entre diciembre y el mes de abril, más de un millón de euros, dando trabajo a un centenar de 40 jóvenes -40 de ellos monitores- encargados de las labores de instrucción deportiva o del mantenimiento de la instalaciones. Además, buena parte de las plazas hoteleras –hoteles, casas rurales, albergues y camping- quedan ocupadas entre diciembre y abril por una media de 300 niños a la semana, dando continuidad a una ocupación que, de otra forma, quedaría prácticamente en suspenso entre las temporadas altas del verano.

Hallo, en medio de la ventisca, se fotografía sobre una moto de rescate. / Manuel Martorell

Tras abandonar las cumbres pirenaicas, la delegación se dirigió a la zona media de Navarra, donde otros grupos de escolares aprendían a navegar sobre las aguas del pantano de Alloz en la Semana Azul con objetivos muy similares. Tal y como les explicó Susana González, la directora de la Escuela Navarra de Vela, este programa ha permitido la consolidación del camping a orillas del embalse, hasta el punto de que permanece abierto todo el año y la conversión de toda la zona en un foco turístico más.

Aún le queda a la delegación conocer “la Semana Verde” y la campaña de “Patinaje sobre hielo” para los más pequeños, que, como “la Semana Blanca” y “la Semana Azul”, se han librado milagrosamente de los recortes gubernamentales.

Según les insistió Miguel Ángel Pozueta durante un encuentro formal en la dirección del Instituto Navarro del Deporte, estos programas deportivo-escolares, además de complementar los valores de convivencia y compañerismo, suponen una fuente de ingresos para la hostelería y comercios de las zonas donde se llevan a cabo; una idea que Hallo Mahmood promete trasladar hasta el norte de Irak, aunque antes tendrán que limpiar miles de minas todavía plantadas desde los tiempos de guerra.

También contaba este alto cargo político de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) y antiguo guerrillero "peshmerga" que, hasta ahora, los kurdos solamente han utilizado las montañas para huir y protegerse de las campañas de exterminio gubernamentales. A partir de esta visita a Navarra, también las mirarán como un medio de desarrollo social y económico, y un punto de partida para intensificar la convivencia entre los iraquíes.

Antes de regresar con esta misión a su tierra, los cuatro miembros de la delegación kurda se habían propuesto no dejar España sin visitar Córdoba, la ciudad donde hace más de mil años, Ziryab, otro kurdo, abrió el primer conservatorio de música de Europa, enseñando ritmos orientales de los que, siglos después, surgiría el cante hondo y el flamenco.

2 Comments
  1. Ramon says

    Tengo entendido, y lo vi hace años, que los niños del Kurdistán turco no tienen ni escuelas. El porcentaje de escolarización no pasa del 50 por ciento.

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