Los iraníes podrán elegir entre ‘Guatemala y Guatepeor’ en una elecciones «nulas»

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Simpatizantes de candidaturas admitidas por el régimen de Ahmadineyad distribuyen papeletas electorales en una calle de Teherán el pasado viernes, día 24. / Abedin Taherkenareh (Efe)

Por  primera vez en 33 años de República Islámica, toda la oposición iraní, incluidos los reformistas, partidarios de un cambio interno del régimen, aparece unida para boicotear unas elecciones. Esta es la gran diferencia entre los comicios convocados para el viernes 2 de marzo y los celebrados, hayan sido parlamentarios o presidenciales, desde que en 1979 el ayatolá Jomeini instaurara este modelo político integrista.

Así lo explica Hamid Hosseini, un destacado opositor residente en España y representante de la línea mayoritaria de los Fedayines del Pueblo, organización que, a su vez, jugó un papel clave en los acontecimientos que llevaron al derrocamiento del shah Reza Pahlevi hace tres décadas. Según constata este grupo político en un comunicado difundido en Madrid, en esta ocasión y a diferencia de todas las anteriores, el panorama político iraní muestra “una oposición unida y con una postura común para no participar en unas elecciones manipuladas y controladas por las fuerzas de seguridad”, especialmente por los Pasdaranes (Guardianes de la Revolución) y Basijis (voluntarios) que han creado un cuerpo especial de 11.000 “guías” con el objetivo de dirigir el voto en esa jornada.

En su opinión, estas elecciones van a limitar la competencia política a los dos sectores que actualmente forman el núcleo duro del régimen: el representado por el Presidente del Gobierno, Mahmud Ahmadineyad, y el que sigue al Guía de la Revolución, Alí Jamenei. Ambos luchando por el control del Majlis (Parlamento o Consejo Islámico) y para aumentar así sus respectivas parcelas del poder fundamentalista. Estas serán las dos únicas opciones para los iraníes que se animen a votar; en términos coloquiales, podrán elegir “entre Guatemala y Guatepeor”.

En frente, tendrán a toda la oposición; desde las organizaciones ilegales –izquierda, nacionalistas, autonomistas, liberales, monárquicos…- hasta el Movimiento Verde, surgido de las propias filas del régimen tras las elecciones presidenciales de 2009 y que tienen como líderes a los entonces candidatos Karrubi y Musavi, desde hace un año en prisión domiciliaria. Igualmente se han unido al boicot los seguidores del ex presidente Muhamad Jatami y todos los grupos, algunos todavía con presencia legal o tolerada, que integran el Frente de Participación, base política que respaldó la Presidencia reformista entre los años 1997 y 2005.

El Movimiento Verde, a través de su Comité de Coordinación, ha realizado un llamamiento a todos los iraníes para que el día de la votación se queden en casa y que en la víspera, el 1 de marzo, acudan en masa a lugares públicos, como parques o centros comerciales, para mostrar activamente el rechazo a la nueva farsa electoral. De todas las formas, solo un cuidadoso análisis de la asistencia a los centros de votación podrá permitir saber si el boicot ha tenido éxito, ya que en Irán todo el proceso electoral, desde la selección de los candidatos al recuento de las papeletas, está bajo control oficial.

De acuerdo con este sistema, por ejemplo, no se pueden presentar listas electorales de partidos, entre otras razones porque no existen legalmente, sino candidaturas nominales que, además, deben tener el aval de una comisión específica, encargada de valorar si esas personas son fieles o no a los principios de la República Islámica. De los 5.000 presentados inicialmente, solo 3.400 han cumplido los requisitos. Estos candidatos habrán tenido apenas una semana para dar a conocer sus programas mediante papeletas o carteles por la calle.

Otro de los grandes inconvenientes que tendrá el boicot estriba en que, pese a no estar penalizado quedarse en casa el día de la votación, en la práctica el voto es obligatorio. Una vez introducida la papeleta en la urna, el responsable de la mesa electoral “marca” tu voto con un sello en una tarjeta imprescindible para gozar de subsidios, ayudas gubernamentales o disfrutar de numerosos derechos en la vida cotidiana, como pueden ser la promoción en empresas estatales, en la Universidad o en la Administración del Estado. Salvando las distancias, es como si en España no recibieran el seguro de paro aquellos que no van a votar. En Irán, además, asumes un evidente riesgo a ser detenido en un cualquier control policial ya que la ausencia de ese sello te “marca” como simpatizante de la oposición al régimen.

Si todo esto no fuera suficiente para anular la validez de las elecciones, destacadas figuras religiosas han realizado declaraciones asegurando que no votar es pecado ya que supone un atentado contra la República Islámica y, por lo tanto, contra la religión y contra Dios. Mehdi Karrubi, desde su prisión domiciliaria y a través de sus familiares, ha reiterado, por su parte, el llamamiento al boicot diciendo que se trata de unas “elecciones marcadas”, en referencia al sello electoral, de una “exhibición teatral” ya que, como ocurrió en las presidenciales de 2009, podrán “llenar las urnas con votos falsos”, además de celebrarse en un “creciente clima de terror, miedo e inseguridad”.

Ni siquiera el Majlis que salga elegido el 2 de marzo tendrá capacidad legislativa, ya que sus decisiones o leyes pueden ser revocadas tanto por Alí Jamenei como por el Consejo de Vigilancia, otro organismo controlado por el Guía de la Revolución, que, en definitiva, es quien da el visto bueno a los candidatos de estas elecciones “nulas” antes de celebrarse.

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