Siria camina hacia su desintegración

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Manifestación a favor de Bachar al Asad en Damasco el pasado jueves 26 de enero. / Youssef Badawi (Efe)

¿Hacia dónde va la revolución siria? Aunque parezca sorprendente, si se consigue evitar la temida guerra interconfesional y la consiguiente libanización del país, el futuro escenario de Siria podría ser muy similar al de Irak: el reparto institucional del poder político entre las principales religiones y minorías. Sin embargo, en el caso sirio habría una gran diferencia respecto al iraquí. Si en Irak ha sido la mayoría chií la que ha desplazado del poder a la minoría suní, en Siria ocurriría lo contrario; es decir, sería la mayoría suní quien defenestraría de los principales cargos del Estado a los clanes alawíes (los chiíes de Siria).

Esta inversión política entre las dos grandes ramas del islam sería la principal consecuencia de algo que también ha ocurrido en Irak: la desaparición del concepto de ciudadanía siria, del sentimiento de pertenencia a una misma nación sea cual sea la creencia de sus habitantes. A esta conclusión llega el sociólogo sirio Suleimán Yusuf, especializado en minorías, en un análisis que ha publicado cuando parece que la revolución entra en una fase de estancamiento.

El análisis de Yusuf se centra en este trascendental asunto y plantea sus dudas sobre si su país se mantendrá como un Estado unitario una vez que termine la actual crisis, un debate que, por cierto, también se planteó en Irak cuando comenzó la invasión angloamericana el año 2003. Entonces, en también se plantearon dos posturas opuestas: quienes aseguraban que todo el pueblo se levantaría como un solo hombre contra el invasor en una nueva Guerra de Independencia, y quienes creían que Irak era un Estado ficticio solamente unido por la brutal dictadura de la minoría suní, representada en el poder por el clan de Sadam Huseín.

Suleimán Yusuf responsabiliza de la destrucción del hecho nacional sirio a la propia oposición que, en vez de fomentar el sentimiento de resistencia popular contra la dictadura del Baath y los partidos que le apoyan, ha estado alimentando el odio sectario. Según este sociólogo, los grupos opositores no han hecho lo suficiente para atajar la expansión de este enfrentamiento interconfesional, y, por el contrario, lo han alimentado lanzando consignas en esta dirección y distribuyendo imágenes y noticias de la represión de forma intencionada.

Por ejemplo, Yusuf llama la atención de que en esas consignas hayan desaparecido las referencias al partido Baath, y que, en su lugar, se señale siempre como responsables de las muertes a las milicias “shabiha” del clan Al Asad; también que se destaque en las informaciones que los principales objetivos de la represión gubernamental son los barrios y las mezquitas suníes.

EL ROMPECABEZAS SIRIO. - El mapa esquemático muestra las distintas "regiones", destacando la zona alawi, en la costa mediterránea, el norte kurdo, dos grandes regiones suníes (Centro y Eúfrates), además de dos zonas mixtas (Damasco y Alepo), Daraa y el territorio de los drusos. / Manuel Martorell

Esta forma de presentar los acontecimientos ha hecho que, al final, en la calle avance la idea de que nos encontramos ante una lucha entre alawíes y suníes, destruyendo el carácter nacional e interconfesional que, en un  principio, tuvieron las revueltas. De acuerdo con las informaciones procedentes de ese país, ya se habrían dado casos en los que los grupos armados que actúan en las zonas rebeldes van a la caza de los alawíes, sean o no partidarios del Gobierno.

Tras esta estrategia se escondería una soterrada competición de las dos grandes coaliciones opositoras para ganar posiciones ante una hipotética caída del régimen. El que la revolución siria se interprete en clave de enfrentamiento entre alawíes y suníes favorecería fundamentalmente el discurso islamista de los Hermanos Musulmanes, principal organización que apoya el Consejo Nacional Sirio, a su vez respaldado por el también islamista Gobierno turco. Por el contrario, esta orientación juega en contra del Comité de Coordinación, el otro gran grupo opositor, integrado sobre todo por organizaciones laicas y progresistas.

El problema del caso sirio está en que ninguna de estas dos coaliciones ha conseguido un liderazgo efectivo de las movilizaciones populares, control que, cada vez con más evidencia, parece recaer en el emergente Ejército Libre de Siria, por cierto, igualmente apoyado logística y militarmente por el Gobierno de Tayip Erdogán.

Otros tres importantes elementos deben ser tenidos en cuenta a la hora de pensar en el futuro que le espera a Siria. El primero es el mantenimiento de una relativa cohesión, pese a las numerosas deserciones, de las poderosas y bien organizadas fuerzas armadas, que no dejan de recibir suministros de Irán y Rusia. El segundo es que las protestas, pese a casi un año de brutal represión, no han cuajado en las dos principales metrópolis –Damasco y Alepo-, donde vive el grueso de la clase media, la burguesía y la importante comunidad cristiana. El tercero es que la población kurda –en torno al 15 por ciento del total- ha creado su propia plataforma unitaria con el objetivo de conseguir algún grado de autonomía en las zonas donde es mayoritaria.

A todo ello hay que añadir que, debido a su repercusión internacional, parece difícil que la OTAN apoye desde el aire al Ejército Libre de Siria como lo hizo con los rebeldes en Libia. Ante tal situación e incluso en el caso de que este Ejército Libre logre derribar al Gobierno, solamente el reparto del poder podría alejar el fantasma de una guerra interconfesional como la que hizo añicos el Estado libanés en la segunda mitad de los años 70. Por ello, como ha ocurrido en Irak, los distintos cargos institucionales –Presidencia, Gobierno y Parlamento- tendrían que distribuirse entre suníes, alawíes, kurdos y cristianos, comunidades que, de facto, administrarían sus territorios con normas adecuadas a sus señas de identidad.

6 Comments
  1. jneid hassan t akkal says

    Assad y su familia llevan decadas gobernando Siria con mano de hierro,han acumuado el poder economico y militar en su etnia,son los eligidos,la elite,han despreciado a la etnia mayoritaria y la han humillado,el partido BASS es una farsa mentira no tiene poder ninguna,a quien quiere engañar Sulaiman Yusuf,por el nombre es Alawita y es normal acusa a la oposicion de que quieren desitegracion siria,los sirios estamos unidos sunitas,alawitas,cristianos…en expulsar la tiranea de nuestra vida.

  2. Ali says

    Ni Sulaiman ni Yusuf son nombres Alawitas, pedazo de burro! son nombres MUSULMANES que llevan tanto sunnies, como shiies.
    Esa burrada que acabas de soltar me hace suponer que pese a tu nick NI SIQUIERA ERES SIRIO, seguramente eres un fracasado Neocon español, o algún israelí con mucho tiempo libre haciendose pasar por «opositor sirio»…
    PIERDETE!

  3. Mohamed says

    callense los dos trimalditos, y anden a darse por ese culo

  4. jneid hassan t akkal says

    Sulaiman termine mi comentario diciendo los sirios estamos unidos , no pasa por la cabeza de nadie pensar en la desitegracion siria,solamente la familia Assad y su entorno que hay de todo,me parece tu eres de esa basura ,el pueblo sirio esta unido y estara pese a quien pese,en libertad y democracia.

  5. Ivan says

    Si la Onu y la Otan permiten lo que está sucediendo en Siria quiere decir que la humanidad ya no puede tener esperanza alguna en sus dirigentes, por lo que sólo queda y cabe una revolución, un descabezamiento de los poderes políticos como los conocemos y llevar la llama del poder de nuevo al pueblo. 1saludo.

  6. Jaimsa says

    Quisiera equivocarme, pero los acontecimientos desde Irak pasando por Túnez, Egipto, Libia, Siria, también Malí, próximamente Irán, entre otros muchos, apuntan a la tutelada incubación de guerras civiles, al empobrecimiento humano de esos territorios y su neocolonial reconstrucción posterior. El crudo, el uranio etc., y sobre todo el agua, hace tiempo que están en el punto de mira de los lobbies que nos destruyen

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