Los secuestros de ciudadanos sirios aumentan la tensión sectaria en Líbano

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El primer ministro libanés, Najib Mikati, a la derecha, charla, el pasado martes, con el vicesecretario de Estado de los EEUU para Oriente Próximo, Jeffrey Feltman, de visita oficial en Beirut. / Dalati & Nohra-Efe

"¿Quién cree en la neutralidad? La crisis siria ha dinamitado las fronteras. Desde el Líbano se envían grupúsculos armados y camiones de munición. En el otro sentido, los servicios del régimen persiguen opositores (...) Las manifestaciones pro y anti Assad se multiplican, los secuestros puntuales también. Los cuerpos libaneses de seguridad llevan a cabo algunas acciones pero o bien están completamente desbordados o bien son cómplices".

Así comenzaba el artículo La crisis siria fractura el paisaje libanés publicado en la revista Hebdo Magazine, un semanario político influyente y bien informado del Líbano, que se hacía eco del deterioro de la situación interna a causa de Siria. Desde que comenzara la insurrección social, las dos grandes coaliciones políticas libanesas han adoptado, como era de esperar, posiciones radicales al respecto. Pero desde el momento en que el 8 de Marzo (prosiria) y el 14 de Marzo (antisiria) representan a comunidades religiosas diferentes -la primera engloba a la gran mayoría de los chiíes, la segunda a la gran mayoría de los suníes libaneses- el sectarismo se inflama en un país donde los viejos rencores de la guerra civil aún siguen vivos.

La postura del Gobierno del 8 de Marzo, aliado estratégico de Bashar Assad, indigna a una oposición que, como definió el miércoles su máximo líder, el ex primer ministro Saad Hariri, "apoya abierta y orgullosamente el levantamiento sirio" contra su régimen. El Gabinete no sólo fue el único de la Liga Arabe, junto a Irak -cercano a Teherán- que votó en contra de las sanciones contra Siria por su represión militar: sus miembros, de forma individual, también se ha sumado a la teoría de la conspiración desarrollada por Damasco -el último ejemplo fue el discurso del líder de Hizbulá, Hassan Nasrallah, en plena conmemoración del Ashura donde defendió a su socio en un fervoroso discurso- y desvía la mirada de las violaciones de su territorio por parte de fuerzas sirias para perseguir disidentes que encuentran refugio en el norte del Líbano.

Pero son los secuestros de ciudadanos sirios los que ponen al país del Cedro en una situación límite. Al menos cinco confirmados y muy polémicos, y otros ocho más recientes de las que se ha informado poco pero por los que algunas ONG locales y el Consejo Nacional Sirio (suerte de alianza opositora en el exilio) exigen cuentas. Los secuestros de Shebli al-Ayssami -ex dirigente del Baaz sirio refugiado en Líbano que llegó a ser vicepresidente sirio secuestrado en mayo y a quien se le supone en manos de los servicios secretos de Damasco- y de los hermanos Jassem, Ali, Shabib y Ahmad Jassem -involucrados en la organización de protestas contra el régimen sirio y desaparecidos el pasado marzo- fueron denunciados por el responsable de la Seguridad Interna libanesa, general Ashraf Rifi, un hombre próximo a la coalición antisiria del 14 de Marzo que afirma tener pruebas de la involucración de la Embajada siria en Beirut en las desapariciones. Lo denunció en octubre generando un gran revuelo, ya que realizó el comunicado ante la Comisión Parlamentaria para los Derechos Humanos aparentemente sin haber informado de sus hallazgos al Gobierno.

Durante su comparecencia, Rifi detalló cómo el seguimiento de los móviles del responsable de la Seguridad de la Embajada siria (hijo a su vez de un general y ex alto responsable de la Seguridad próximo a Hizbulá y a Damasco a quien se intentó incriminar en el magnicidio de Rafic Hariri) así como varios testigos involucraban al citado jefe de Seguridad, Saleh al Hajj, en el secuestro de los hermanos Jassem. Buena parte de la población libanesa sospecha que la muhabarat (Inteligencia) siria -país que ocupó el Líbano durante 29 años- sigue operando cómodamente en el país. Dado que la ocupación sólo terminó en 2005, semejantes acusaciones tienen para algunos mucho sentido.

"La gente debe saber la verdad tras los secuestros", afirmó Rifi recientemente al Daily Star. Lo cierto es que los antes referidos han sido de los pocos casos confirmados por el Instituto Libanés para los Derechos del Hombre. En declaraciones al diario local L'Orient Le Jour, su presidente, Nabil Halabi, ha afirmado "haber recibido numerosos informes, pero en la mayoría de los casos no tenemos suficiente información para confirmarlos". El ILDH ha documentado 13 secuestros de ciudadanos sirios o antisirios, si bien Halabi afirma que entre el principio de las protestas , a mediados de marzo, hasta el 20 de septiembre se han producido unas 20 desapariciones vinculadas a la crisis siria.

La cifra amenaza con aumentar, si continúan las incursiones de tropas sirias en el Líbano. En el norte suní del país, en la frontera con Siria, los vecinos denuncian numerosos intentos de secuestros de refugiados por parte de tropas sirias y también de las fuerzas de Seguridad libanesas, a las que consideran cómplices de Damasco. El malestar de la comunidad suní contra el Gobierno, cercano a la comunidad chií, está adquiriendo tintes preocupantes, hasta el punto de que son muchos los líderes que advierten del riesgo de que vuelva a estallar un conflicto civil en el Líbano.

A finales de noviembre, la prensa local informaba sobre el secuestro de dos hombres, Ahmad Kassem Abu Naser y Ali Ghazuan Ashaal, en la villa de Khodr, muy cerca de la frontera sirio-libanesa. Por esas mismas fechas, en la localidad de Ersal los vecinos abrían fuego contra cuatro coches que pretendían arrestar a un refugiado sirio: según el alcalde, Ali Houjairi, en los vehículos viajaba personal de la Seguridad libanesa y de la Seguridad siria. Dos de los automóviles quedaron calcinados por la acción popular.

Unos días después, el 3 de diciembre, la cadena de televisión libanesa MTV reportaba la entrada de 15 sirios en la localidad de Qneisé para intentar secuestrar a los refugiados Abdallah Baghdadi y Faisal Ahmad, otro incidente que evitaron los vecinos. El propio primer ministro libanés, Najib Mikati, confirmó en una entrevista con la BBC en árabe los secuestros notorios de los Jassem y el ex vicepresidente sirio, si bien los calificaba de incidentes aislados y se eximía de responsabilidad porque por entonces él no lideraba el Gobierno libanés.

Como norma general, se evita confirmar las desapariciones. A principios de noviembre, la Presidencia libanesa emitía un comunicado según el cual se anunciaba que "no se han producido [secuestros] con la excepción de las desapariciones previas que todos conocemos", en referencia a los casos de Ayssami y los hermanos Jassem. La continuación del artículo donde se informaba del anuncio presidencial, publicado por Al Hayat, era sin embargo inquietante. "El desmentido llega tras un encuentro entre el presidente Michel Sleiman y el general en jefe del Ejército Jean Qahwaji, y tras otros encuentros entre Sleiman con los responsables de los cuatro servicios de seguridad. Fuentes de la Seguridad han declarado a Al Hayat que la información dada al presidente muestra que dos personas han sido secuestradas en un hospital de Akkar, además del arresto de otras dos personas en el aeropuerto el pasado sábado. Los oficiales indicaron también que cuatro personas han sido arrestadas en la Bekaa, sumándose a los hermanos de la familia Jassem (...) y a Shebli Ayssami".

Las desapariciones han movilizado a la diplomacia occidental, que ha exigido al Líbano que haga honor a los tratados internacionales que impiden entregar a un ciudadano a un Estado donde corre riesgo de ser torturado.

2 Comments
  1. jneid says

    debido a la prohibicion de la informacion independiente la mayoriade los casos de secuestros no llegan

  2. jneid says

    me da nauseas como el mundo no puede pararle el pie a ese criminal,claro si medio mundo usa la represion contra sus pueblos y ej.de ello Rusia y CHina

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