Hasta ahora se consideraba que el único foco de resistencia de la zona controlada por Gadafi era la ciudad portuaria de Misurata y que el resto de la Libia Tripolitana había sido reconquistada y “pacificada” por el Ejército tras la sublevación general de febrero. En estos últimos días, varios informes difundidos desde la sede ginebrina de ACNUR confirman un hecho que había permanecido prácticamente oculto y que cuartopoder.es ya había adelantado: en Jabal Nefusa (montes Nefusa), que van desde la localidad tunecina de Dehiba hasta unos 150 kilómetros al sur de Trípoli, existe otro frente bélico donde, desde hace más de dos meses, se ha presentado una fuerte resistencia a las fuerzas leales al “líder” libio.
Esta cordillera, que recibe también el nombre de Adrar Nefusa o Jabal al Gharbi, tiene el valor de ser la única región de la Libia occidental no situada en la costa que todavía cuenta con una elevada densidad de población. Desde aquí hasta la frontera con Níger se extienden las grandes llanuras desérticas que, al estar totalmente despobladas salvo algunos oasis saharianos, han quedado al margen del conflicto.
Igualmente adquiere relevancia esta montañosa región porque es la parte de Libia habitada homogéneamente por la etnia amazigh (bereber), demostrando así que, en contra de las informaciones iniciales, los bereberes libios han tenido, desde el principio, un destacado protagonismo en la rebelión, siendo capaces de aguantar las sucesivas ofensivas de Gadafi mientras toda la comunidad internacional centraba su atención en Misurata.
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en las dos últimas semanas y como consecuencia de los duros combates que se libran en los montes Nefusa, cerca de 30.000 personas han cruzado la frontera por la aduana de Wazin para refugiarse en Túnez. Aquí, en Remada, junto a la localidad de Dehiba, el ACNUR, en colaboración con organizaciones humanitarias locales, ha levantado un campamento inicialmente preparado para acoger a un millar de personas. En estos momentos, según informa el ACNUR, está siendo acondicionado para acoger a otros 4.000 refugiados.
Según declaró en su momento Andrej Mahecic, portavoz de ACNUR, la mayor parte de los refugiados son bereberes, fundamentalmente mujeres y niños, a los que ha dado cobijo la población local tunecina, igualmente compuesta por clanes de esta importante comunidad magrebí étnicamente diferencia de los árabes. Solamente entre el 10 y el 20 de abril, que es cuando se recrudecieron los combates, cruzaron este paso fronterizo unas 10.000 personas.
El ACNUR, desde su sede ginebrina, también informa que, de acuerdo con los testimonios de estos refugiados, algunas de estas ciudades han quedado totalmente deshabitadas como consecuencia de las sucesivas ofensivas que lanza el Ejército libio y en ellas solo quedan los jóvenes y adultos capaces de empuñar armas. Entre estas ciudades se encuentran algunas conocidas por el valor patrimonial de su arquitectura popular, muy semejante a las casas excavadas en la roca de la Capadocia turca, especialmente en Nalut y Kabaw.
Ibrahim Dabashi, uno de los máximos responsables del Consejo Nacional Transitorio, aseguró el pasado día 16, citando al ex embajador libio en la ONU, que las fuerzas de Gadafi tenían orden de arrasar toda la región y de inutilizar las fuentes y pozos de agua naturales, vitales para la supervivencia en estas montañas en avanzado proceso de desertización.
Tal y como han podido acreditar las autoridades tunecinas de Dehiba y ha informado la prensa de este país, las fuerzas rebeldes tienen capacidad para tomar la iniciativa, como se pudo comprobar el día 21 de abril, cuando, de madrugada, los insurgentes se hicieron con el control de este puesto fronterizo, arriaron la bandera verde de Gadafi e izaron la tricolor de la monarquía senussi. Ese día, las autoridades tunecinas vieron asombradas cómo más de un centenar de soldados, dirigidos por oficiales de alta graduación cruzaban, desarmados, la aduana tras no poder resistir la embestida de los rebeldes. De hecho, al menos una docena de proyectiles de artillería han caído al otro lado de la línea divisoria y el Gobierno de Túnez ha denunciado que tropas libias también habrían penetrado en su territorio para perseguir a los insurgentes.
De lo que ocurre en estas ciudades bereberes apenas ha trascendido información. Varias organizaciones bereberes denunciaron el pasado día 4, a través de la página web del Congreso Mundial Amazigh y tras una reunión celebrada en Marruecos, que en el Adrar Nefusa se estaba llevando a cabo una campaña de limpieza étnica en venganza por la posición bereber a favor de la rebelión y exigieron que, de forma urgente, los aviones de la OTAN realizaran también en esta zona incursiones para atacar los carros de combate y la artillería de Gadafi.
Por su parte, la periodista Anita McNaught ha conseguido inviar desde el interior a la cadena de TV Al Jazira vídeos difundido por Youtube donde se ve cómo los rebeldes siguen controlando varias localidades, patrullan carreteras, mantienen puestos de observación en las montañas e, incluso, lanzan mensajes en lengua tamazigh (el idioma bereber) a través de emisoras locales de radio y televisión.
Una de estas emisoras, la de Jadú, utiliza en sus emisiones una bandera del periodo monárquico adaptada a la simbología bereber, ya que ha sustituido la estrella de cinco puntas que acompaña a la media luna por el símbolo que caracteriza al movimiento amazigh en todo el Magreb.