Ofelia de Pablo y Javier Zurita (Tokio)
“No creo nada de lo que dice el gobierno”, afirma tajante Sumiko. “Están maquillando una situación que se les está yendo de las manos; estamos hartos de que nos engañen”, dice retorciendo nervioso sus manos. Y su sentimiento no es el único. En las calles de la capital, tras el anuncio del posible terremoto del miércoles, que se espera sea de cerca de 7.0, la gente ha estallado en quejas y reclamaciones hacia el Gobierno. Anoche en una interminable rueda de prensa el primer ministro Naoto Kan intentaba dar una imagen de control afirmando que todos tenían que poner de su parte para superar la crisis de las centrales nucleares. “Es lógico –afirma Sayumi–, claro que hay que ser solidario y lo que haga falta; somos un pueblo unido, pero lo que no soportamos es el engaño”
Los japoneses que hasta ayer parecían asumir con una calma pasmosa los sucesos de los últimos días y eran fieles obedientes a la órdenes de sus gobernantes, están realmente indignados y confusos.
“Hasta he pensado en marcharme una temporada –nos responde Akio–. Tengo miedo, mucho miedo” Las palabras: explosión atómica, fuga radiactiva, Chernóbil o radiación se han convertido en el vocabulario habitual de la calle desde ayer. El anuncio de un nuevo seísmo de altas proporciones ha hecho saltar la alarma de un pueblo ya altamente crispado por las interminables réplicas que están minando hasta la paciencia nipona. “Esto no se puede soportar, me voy a casa y el metro tiembla, ayer me quedé parada de lado en el vagón, vuelvo a la oficina y mi edifico tiembla como una hoja, pongo la televisión y me anuncian una nueva amenaza nuclear”, solloza Ishi. Tiene 25 años y nunca se ha sentido así.
Los jóvenes son los más aterrorizados. Ellos tienen un gran contacto con el exterior gracias a las redes sociales y ven lo que los expertos afirman sobre la peligrosidad de los reactores. Luego miran a su gobierno cuyo lema es “esta todo controlado” y se aterrorizan más.
Ya hay numerosos grupos que acusan al ministro de no haber tomado las suficientes medidas de seguridad como la de no ampliar suficientemente el perímetro de seguridad cuando falló el primer reactor en la planta nuclear de Fukushima. Hoy todos los ojos tokiotas miran con ansiedad al cielo. Las nubes grises amenazan la ciudad de los rascacielos y las televisiones internacionales no paran de anunciar una posible lluvia radioactiva. Para completar el cuadro, la amenaza del próximo seísmo sólo empeora la creencia de que la planta nuclear no lo aguantará. Además esta misma mañana, a eso de las 10, hora local, hemos vuelto a sufrir otro terremoto, el mayor después del 8.9 del viernes y la televisión japonesa sigue emitiendo mensajes de “todo controlado”. Tal como afirma Noko: “esto sólo invita a echarse a temblar”.
Gracias por esta info a pie de calle tokiota. Sinto gran admiración por este pueblo que sufre tanto por el desastre natural y otros desastres más humanos. ¿Podréis enviar más notas callejeras? Sería interesante.