El clan Gadafi o la 'cosa nostra' libia

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Gadafi, en septiembre de 2009, durante una reunión del Parlamento Africano en Trípoli. / Sabri Elmhedwi (Efe)

No es que en Occidente desconociésemos la tendencia criminal de los dictadores con los que firmamos jugosos contratos mientras hacemos la vista gorda sobre décadas de torturas, represión, falta de libertades o desprecio por los derechos más básicos de sus ciudadanos. El problema es que, mientras son poderosos y nos reportan beneficios económicos, los abusos son ignorados -y eso nos incluye a los medios, corresponsables de todo esto-, y cuando caen en desgracia -nunca la suficiente- nuestros líderes se “horrorizan” por sus acciones, como le pasó el martes a Ángela Merkel.

La familia Gadafi tiene un largo historial de violencia, excentricidad, autoritarismo y sobre todo impunidad internacional que ya podía haber sido denunciado por cualquier gobernante -desde Estados Unidos, que normalizó relaciones en 2003, hasta Venezuela, que le invistió con la orden del libertador- en lugar de haber sido premiado sacándole de su aislamiento.

No es sólo el patriarca que ayer aseguraba sin inmutarse que todavía no ha empleado la violencia contra los suyos, cuando unos 2.000 muertos -es la cifra que se maneja en los medios árabes aunque parece en exceso prudente- se amontonan en las morgues y calles de Libia. Sus rarezas -el maquillaje, las amazonas supuestamente vírgenes, su absurdo vestuario- son sólo la cara más frívola de su extraña familia, descrita mediante los cables diplomáticos recién filtrados por Wikileaks como una dinastía poderosa y enfrentada en una situación que evoca los últimos días de la familia Mubarak en el poder, cuando según la prensa árabe, Alaa y Gamal, los hijos del antiguo rais terminaron a puñetazos y tuvieron que ser separados por los guardaespaldas al acusarse mutuamente de arruinar la carrera del padre.

Es probable que en el palacio de los Gadafi, cuyos nueve hijos se han repartido el poder, las empresas estatales, las competencias de Seguridad e incluso el liderazgo e instituciones deportivas y humanitarias durante los últimos 41 años como si el país, sus recursos y sus habitantes les perteneciesen, la tensión sea similar. En el cable titulado La sucesión libia, complicada por la destructiva guerra entre los hijos de Gadafi, fechado en marzo de 2009, se describe la “profunda tensión a propósito de las contradicciones entre las reformas económicas y políticas propuestas por Saif al Islam, que podrían dañar los intereses económicos de sus hermanos, y el método de vieja escuela mediante el cual ha intentado monopolizar los sectores más lucrativos de la economía. El arresto y la intimidación de un importante número de aliados desde el pasado verano y los movimientos para circunscribir el papel de Muatassem en la adquisición de material militar sugieren que el actual nivel de desacuerdo entre los hijos de Gadafi es agudo”.

La polémica fue pública y notoria, sobre todo porque al clan Gadafi no le desagrada la idea de airear trapos sucios. A principios de 2010, Saif al Islam, considerado delfín del dictador y conocido por sus fiestas en Europa y su propensión a los excesos -viene de familia- se le acusó de haber pagado un millón de dólares para que Mariah Carey cantase cuatro temas en una fiesta privada que dio en una isla caribeña con motivo del fin de año 2009. No era cierto, sino que fue su Muatassem el que contrató a la Carey. En su periódico libio, OEA, Saif respondió denunciando que el manirroto era su hermano, quien meses atrás había pedido al presidente de la Corporación Nacional de Petróleo 1.200 millones de dólares para montarse su propia milicia. El presidente de la citada empresa, Sujar Ghanem, dimitió: no podía darle el dinero pero tampoco negarse sin temer por su vida y por la de su familia, como se refleja en el citado cable diplomático.

Saif al Islam, durante una rueda de prensa, en Trípolí, el 4 de agosto de 2010. / Sabri Elmhedwi (Efe)

Saif al Islam y Muatassem se enfrentan por la sucesión de su padre. La mera presencia del último en el país sorprende, dado que este teniente coronel huyó de Libia hace años tras ser acusado de organizar un golpe de Estado contra el rais Muamar. Fue perdonado e invitado a regresar años después, para convertirse en responsable de la Seguridad Nacional y formar una unidad especial armada. No es el único vástago que tiene su propia milicia: Jamis, a quien se situaba hasta hace unas semanas en España estudiando en el Instituto de Empresa, es conocido por tener su propia división del Ejército, entrenada en Rusia: según la BBC habría estado a cargo de la represión de los manifestantes en Bengasi, segunda ciudad, hoy en manos de la población y no del régimen.

Hay que felicitarse porque Hanibal, otro de los hijos, nunca organizase su propia fuerza de seguridad: es conocido por haber sido detenido en París y en Ginebra por agresiones: en la primera capital se le acusó de golpear a su novia, embarazada, en 2005; en la segunda, la denuncia por malos tratos fue presentada por dos de sus empleados domésticos en 2008. Aquel penoso incidente le costó casi la ruptura de relaciones con el país europeo.

A Saadi, otro de los hijos más implicados en la política libia, le van más los negocios si bien también ha tenido problemas con las autoridades europeas por su afición por los golpes. En otro cable, titulado ¿La oveja negra es buena? se describe cómo el ex futbolista, ex presidente de la Federación de Fútbol Libia -cómo recuerda todo a la familia de Sadam Husein- y productor cinematográfico, que no dudó en invertir 100 millones de dólares en su primera película, planeaba levantar una zona de libre comercio de Zuwara, al oeste del país, un proyecto multimillonario destinado a atraer inversiones extranjeras ahora que su padre había hecho las paces con Occidente tras ser el prototipo del enemigo oficial.

Sin que su padre lo supiese, Saadi inició un viaje a Europa que desagradó a Muammar. Y el rais decidió intervenir antes de que sus hijos se emancipasen demasiado: puso a la única hermana del clan, Aysha -hasta hace unas horas, embajadora de buena voluntad de la ONU- a vigilar a los díscolos Saadi y Hanibal y al no menos problemático Saif al Arab, (en español la Espada Árabe, no confundir con Saif al Islam o Espada del Islam: su padre debe tener fijación por las espadas, tan emblemáticas en la cultura islámica), quien parece vivir en Alemania, donde su ruidoso Ferrrari ha tenido problemas con la policía. “Vive en Munich donde persigue intereses empresariales indefinidos y pasa la mayor parte del tiempo de juerga”, se dice en el cable sobre las disputas familiares acerca de Saif. “El embajador alemán nos ha dicho que es cuestión de tiempo que tenga problemas”, se añade.

Aysha hizo bien su papel de vigilar y defender a sus hermanos, a juzgar por el citado documento. La detención de Hanibal en Ginebra y las presiones para que fuese liberado reportaron un serio revés a las relaciones entre ambos países, pero en lugar de informar a su padre, Aysha maquilló el problema para exculpar a su hermano. Le tocó a Saif al Islam, el reformista por excelencia y amigo de Occidente, tratar de resolver el entuerto: lo hizo en una cumbre en Davos, cuando según el cable “Saif aprobó un acuerdo que hacía que Suiza se plegase literalmente a las demandas libias. Tras hacer una llamada telefónica, volvió como si hubiese sido amonestado y rescindió el contrato”. Los vínculos familiares por encima de negocios y relaciones diplomáticas, y en última instancia, por encima del bien del país.

Aysha al Gadafi, embajadora de buena voluntad de la ONU, corta la cinta inaugural en un acto de la ONG OM Ships International, celebrado a bordo de un barco, en el puerto de Trípoli, el 23 de octubre de 2010. / omships.org

Aysha, abogada de formación, que formó parte del equipo de defensores del dictador iraquí Husein, y Hanibal son conocidos por su estrecha relación en el seno de una familia dividida y enfrentada. Ellos son alianza, y Saif al Islam y Muatassem representan la discordia. “La competencia entre Saif al Islam (…) y Muatassem, cuya viabilidad como potencial sucesor alternativo ha aumentado desde su nombramiento como asesor de la Seguridad Nacional, ha aumentado”, se confirma en el cable.

Para describir el padre, el gran capo de esta peculiar mafia, de 68 años de edad, se reservan el cable fechado el 29 de septiembre de 2009 y titulado Un vistazo sobre las excentricidades del líder libio Gadafi, donde el embajador norteamericano -que por cierto tuvo que dimitir a raíz de las revelaciones de Wikileaks- revelaba que el dictador libio siempre viaja acompañado de su enfermera ucraniana más experimentada, descrita como “una voluptuosa rubia” llamada Galina. “Parece disgustarle o temer intensamente la idea estar en pisos altos, se dice que prefiere no sobrevolar el agua y parece disfrutar las carreras de caballos y el flamenco. Su viaje más reciente también sugiere una disminución de su dependencia hacia su legendaria guardia pretoriana femenina, dado que una sola guardaespaldas le ha acompañado a Nueva York”, se leía en el cable, firmado como los anteriores por el embajador Gene Cretz, y filtrado hace dos meses.

El círculo del rais libio advirtió aparentemente a la Embajada norteamericana que Gadafi nunca sube más de 35 escalones, así como que “nunca vuela más de ocho horas seguidas” ni admite sobrevolar el agua alegando que le produce dolores de cabeza. En el cable también se detalla que el dictador cuenta con cuatro enfermeras ucranianas que se encargan de su bienestar, si bien sólo una de ellas, la citada Galina, de 38 años, resulta imprescindible porque “conoce su rutina”.

Las rarezas del dictador, al que un diplomático francés definió como "un kamikaze que jamás pierde el control", siempre fueron notorias pero desde que renunció a su programa de armas de destrucción masiva y su país fue reincorporado a la comunidad de naciones, su jaima, sus amazonas, su rubia voluptuosa, sus ideas disparatadas, sus orgías y su escaso sentido de la estética comenzaron a hacer una gracia imponderable en Occidente. Hasta que los muertos que se acumulan en las morgues abatidos por mercenarios y aviones de combate no abrieron los ojos de los ciudadanos, nuestros líderes no se han mostrado horrorizados por las tendencias homicidas su amigo libio. Que a nadie le extrañe que las nuevas generaciones árabes, y con suerte los  regímenes que salgan de esa juventud desengañada y revolucionaria, recelen de Occidente.

7 Comments
  1. Aguila says

    Si ahora es que se entera Europa lo que es Gadafi, donde han estado en los ultimos 40 anos? El cinismo de Europa es mas que notable con todos los negocios de Europa con este lunático. Pero como dice el dicho, del árbol caído todo el mundo hace lena. Aunque me importa poco su destino esperamos que Al Qaeda no tome el poder. Con todo el mundo árabe en convulsion, lo menos que se puede esperar de todo eso es una guerra donde todo Occidente este envuelto.

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