Las palabras y las balas

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Policías, miembros de servicios de rescate y ciudadanos, en el lugar donde se produjeron los hechos. / Gary Williams (Efe)

El miércoles pasado el Partido Republicano tomó control de la Cámara de Representantes. Su primera acción como grupo mayoritario fue realizar la lectura pública de la Constitución de Estados Unidos, ya que muchos votantes y legisladores piensan que el país se ha desviado del sagrado texto fundacional durante los últimos años. Esta semana tomarán una importante segunda medida, también simbólica: someterán a votación la revocación de la Ley de Reforma del Sistema de Salud, conocida popularmente por sus opositores como Obamacare (que suena a título de película de terror).

Familiares y amigos de Giffords, en el homenaje que rindieron ayer domingo a la congresista demócrata. / G. W. (Efe)

En medio de este clima político salió la congresista Gabrielle Giffords este sábado a realizar un evento político en un supermercado de Tucson, Arizona, parte de su campaña "El Congreso en tu esquina". Se encuentra en estado crítico, tras un tiroteo que ha vuelto a conmocionar a todo el país. De las 19 personas alcanzadas por los disparos, seis han muerto. Entre ellas, un juez federal y una niña de nueve años nacida el 11 de septiembre de 2001.

Reporteros, comentaristas, opinadores y analistas debaten ahora si la dura, cruel -y en más de una ocasión, irresponsable- retórica política de los últimos años tiene algo que ver con esta masacre. "No hay que replegarse, sino recargar" ("Don't retreat, reload!"), ha sido el grito de guerra de la autodenominada Mamá Osa -Mama Grizzly- del movimiento ultra-conservador que determinó el resultado de las últimas elecciones legislativas, la ex-gobernadora de Alaska Sarah Palin. Como estrategia de campaña, la popular ideóloga -que trabaja como analista para la cadena de desinformación Fox News- distribuyó un mapa nacional que estampaba objetivos de mirilla de fusil en aquellos distritos que podían ser arrebatados de manos demócratas. El de la demócrata Gifford -distrito tradicionalmente conservador- era uno de ellos (si bien, a pesar de todo, logró retener su escaño en la Cámara de Representantes). "Cuando la gente hace eso, se tiene que dar cuenta de que hay consecuencias", se quejaba Gifford el año pasado. Palin se apresuró el sábado a condenar el atentado.

No sería justo culpar al movimiento conservador -llámese Partido del Té, o lo que sea- de esta tragedia. Este grupo de votantes que ha disfrutado de generosa cobertura periodística durante los últimos meses merece tanto respeto como cualquier otro movimiento ideológico o político. Sí es verdad que compañías de radio y televisión han encontrado un filón en comentaristas radicales que, aprovechando la desesperación de un país en grave crisis económica y social, escupen lo peor que se les pasa por la cabeza para subir sus índices de audiencia. Si bien las autoridades parecen concluir que Gifford era el objetivo del sospechoso,  Jared Lee Loughner, todo apunta a que el joven de 22 años no estaba bien de la cabeza.

Estado en el que quedó una de las vetanas de la oficina de Giffords, tras el ataque de marzo de 2010. / Foto difundida por la oficina de distrito de Gabrielle Giffords

"Cuando uno ve a gente desequilibrada, como responden a la virulencia que sale de algunas bocas sobre derribar el gobierno", decía en rueda de prensa el sheriff del Condado de Pima, Clarence Dupnik, "la ira, el odio, la intolerancia que estamos viendo en este país se está llegando a lo escandaloso y desafortunadamente Arizona se ha convertido en más o menos la capital", lamentaba Dupnik, que se opuso a la Ley SB 1070 que en el estado fronterizo de Arizona criminaliza al inmigrante indocumentado y obliga a las autoridades a parar a todo aquel con pinta de no tener papeles. "La retórica virulenta que oímos todos los días de gente en la radio y alguna gente en la televisión... Éste no es el agradable Estados Unidos en el que la mayoría de nosotros crecimos".

Giffords pertenece al grupo de demócratas conservadores Blue Dogs. Sin embargo, votó a favor de la polémica Ley de Reforma del Sistema de Salud. El día después de hacerlo, su oficina de distrito, en Tucson, fue destrozada. En otra ocasión, la semana pasada, se encontró un arma abandonada en el lugar donde había celebrado un encuentro con constituyentes. De ahí que hubiera expresado en público el temor que ella y sus colegas experimentaban al no contar con ningún tipo de seguridad.

El horno no está para bollos... algo que ya saben desde hace tiempo Obama y sus seguidores. Veremos si este trágico incidente dirige al país hacia un ejercicio de introspección, como pedía ayer el sheriff Dupnik, o simplemente calienta más los ánimos en una batalla ideológica que mantiene al país peligrosamente dividido.

5 Comments
  1. el zurdo says

    Sarah Palin y su cohorte de telepredicadores no puede eludir su responsabilidad en la matanza de Tucson. Ellos, con sus andanadas cargadas de odio y su lenguaje bélico, azuzaron a un pirado como ese Jared Lee

  2. Roberto Gutiérrez says

    Claro, zurdo. lástima que no haya ninguna prueba de que este tipo haya siquiera oído a Palin y se sepa que odiaba a la congresista desde 2007 cuando nadie sabía quién era esa gobernadora de Alaska. Hay que ver cuánto retorcemos la lógica con tal de arrimar el ascua a la sardina.

    Por cierto, «periodista»: ¿qué tal sin informas, por ejemplo, de los mapas con dianas de los demócratas? ¿O mencionas que el sheriff en cuestión se presentó por el Partido Demócrata y quizá no sea, ejem, imparcial? ¿Cuántos artículos de este género escribiste cuando los demócratas fantaseaban con el asesinato de Bush, que llegaron a poner en formato peliculero?

    ¿Y luego te atreves a llamar a otros medios como «cadenas de desinformación»? Mírate al espejo.

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