Tras el amplio visto bueno dado por el Parlamento el pasado día 21, Irak inicia una trascendental etapa con el mayor Gobierno de concentración posible en estos momentos. Las tres principales fuerzas políticas han conseguido un amplio acuerdo para integrar el mayor gabinete ministerial de la historia -42 ministros y altos cargos gubernamentales- después de nueve meses de intensas negociaciones con la amenaza constante de un nuevo enfrentamiento civil. Se puede decir que solo los grupos vinculados a Al Qaeda y los sectores más intransigentes de la insurgencia han quedado fuera de este gran acuerdo nacional que deberá acometer la normalización del país sin el apoyo directo de las tropas norteamericanas.
La clave de este Gobierno de concentración ha sido el entendimiento entre Ayad Alawi, líder de la coalición árabe-suní Iraqiya, y el hasta ahora primer ministro en funciones Nuri al Maliki, del partido confesional chií Estado de Derecho. Durante meses, Ayad Alawi ha exigido ser el nuevo primer ministro debido a que Iraqiya había conseguido en las elecciones generales del 7 de marzo 91 escaños, dos más que Estado de Derecho. Por su parte, Al Maliki defendía su permanencia en el cargo debido al apoyo que recibía de otros partidos chiíes coaligados en la Alianza Nacional.
La incompatibilidad entre estas dos posiciones ha sido resuelta con la creación de un nuevo Consejo Nacional de Política Estratégica, que dirigirá Alawi, y la retirada de los procesos legales contra algunos dirigentes de Iraqiya por considerarles próximos al Baas, el partido de Sadam Husein.
El caso más sorprendente de esta concesión hecha por Maliki a Alawi es el de Saleh al Mutlaq, líder del Frente Nacional, uno de los partidos integrados en la coalición Iraqiya. Mutlaq no niega sus posiciones baasistas aunque abandonó este partido a finales de los 70 debido a sus discrepancias con Sadam Husein y, por esta razón, se le vincula con el sector de la Resistencia que sigue reivindicando los valores laicos y socializantes de esa organización panarabista.
De ideas profundamente nacionalistas, Mutlaq es enemigo declarado de la influencia de Estados Unidos en Irak, del federalismo concedido al pueblo kurdo y partidario de un poder fuertemente centralizado; en definitiva, rechaza la actual constitución de Irak. Por todo ello, la denominada Comisión de Justicia y Valoración (JAC), controlada por el Gobierno de Maliki, le apartó en febrero de la carrera electoral junto a otros políticos que, como Dhofer al Aani, Rasim al Awadi y Jamal al Karbouli, fueron acusados de seguir defendiendo el partido que estaba en el poder antes de la invasión de 2003.
Debido a los acuerdos alcanzados ahora, el baasista Saleh al Mutlaq ha pasado de ser un proscrito, sin posibilidad de tener escaño en el Parlamento, a ser uno de los cuatro viceprimer ministros en el nuevo Ejecutivo. Otro importante líder de Iraqiya, Tareq al Hashemi, representante del islamismo suní moderado, ocupará el simbólico cargo de vicepresidente de Irak, ya que la Presidencia efectiva seguirá, como hasta ahora, en manos del kurdo Jalal Talabani.
En total, Iraqiya tendrá 11 de los 42 ministerios; otros 18 corresponderán a las diferentes fuerzas chiíes que respaldan a Maliki. Estos son, además de su Estado de Derecho, el Grupo al Sader, el Consejo Supremo Islámico y Fadila (Virtud). Todos estos grupos suman en total 159 parlamentarios. Por su parte, la Alianza Kurda, con 49 diputados, tendrá 7 ministerios, ente ellos el trascendental de Exteriores, que volverá a ser dirigido por Hoshiar Zibari. Como estaba previsto, la Presidencia del Parlamento también estará controlada por Iraqiya, en la persona de Usama al Nujeifi.
A partir de ahora, será del máximo interés observar si tal heterogeneidad de tendencias políticas, con intereses encontrados y en algunos casos opuestos –por ejemplo, Mutlaq y la Alianza Kurda-, pueden convivir en un gobierno permanentemente acechado por la violencia y la inestabilidad, sobre todo cuando a lo largo del año que entra abandonen el país el grueso de las tropas norteamericanas. Igualmente resulta una verdadera incógnita saber si las competencias reales con que se dote al nuevo Consejo Nacional de Política Estratégica serán de la satisfacción de Iyad Alawi, un político sin cuyas concesiones no habría sido posible este gran acuerdo y que no tolerará convertirse en un “florero” cuando Irak inicia una etapa tan trascendental para su futuro.
¿Por qué los árabes encuentran tan difícil ponerse de acuerdo para sacar adelante a su propia gente? ¿Será ese el gen clave que hemos heredado los españoles de ellos? Ojala haya suerte con esta heterogénea formación gubernamental. Tiene su gracia que sea un kurdo quien la lidere. Me gustan mucho sus artículos: aclarar la maraña de Irak comporta enorme mérito.