Que Vladimir Putin es quien manda en Rusia y conecta bien con Silvio Berlusconi, que a su vez celebra fiestorros estupendos; que China domina Asia; y que Estados Unidos corteja a países latinoamericanos para aislar a Hugo Chávez. ¡Ah! Y que Gaddafi siempre viaja con su enfermera ucraniana, rubia voluptuosa.
Son algunos de los secretillos publicados por The New York Times, The Guardian, Der Spiegel, Le Monde y El País. Las cinco publicaciones están exponiendo por entregas las entrañas de la diplomacia estadounidense, gracias a una filtración masiva de datos confidenciales que han obtenido de manos de Wikileaks, el portal de internet dedicado a desvelar todo tipo de secretos, por incómodos que resulten.
Son más de 250.000 cables diplomáticos de los últimos diez años -y algunos, anteriores- entre el Departamento de Estado de Estados Unidos y sus embajadas en todo el mundo. Si bien son comunicaciones confidenciales, ninguno de los cables publicados estaba marcado como "top secret", nivel más alto de importancia.
Las cinco publicaciones llevan varias semanas estudiando la información, y se pusieron de acuerdo para comenzar su difusión en internet el domingo por la noche. Además, unilateralmente, el The New York Times explica cómo se han puesto en contacto con el gobierno estadounidense y han negociado algunos puntos sensibles. También expone sus razones para publicar la información. La principal: "los cables cuentan la historia sin barniz de cómo el gobierno toma sus decisiones más importantes, las decisiones que le cuestan más al país en vidas y dinero".
"Puede que hayan sido marcados 'secreto' pero todos los secretos son relativos", dice por su parte el editorial de The Guardian. "Hay alrededor de 3 millones de estadounidenses con el permiso de leer material clasificado de este modo", continúa, refiriéndose a que todos estos datos eran accesibles en un circuito cerrado de internet para diplomáticos de Estados Unidos.
Las autoridades estadounidenses sospechan que estos cables fueron filtrados -al igual que los documentos recientes sobre las guerras de Irak y Afganistán- por el soldado de 22 años Bradley Manning, que habría tenido acceso a ellos desde su puesto en Bagdad como oficial de inteligencia.
La secretaria de Estado Hillary Clinton no debe estar hoy muy contenta; pero la cosa tampoco es para tanto. Si bien algunos comentarios y chismorreos interceptados podrían causar el enfado de más de un líder internacional (un embajador dice que Mugabe tiene una profunda ignorancia en temas económicos), la mayoría de la información era supuesta (Estados Unidos recoloca a sus presos de Guantánamo a cambio de favores) o conocida al menos en parte (el hermano del presidente afgano Hamid Karzai es un elemento de cuidado).
Y es que infinidad de reporteros tiene acceso diario a este tipo de información a través de sus fuentes diplomáticas o políticas, personas que suelen exigir el anonimato y cuyas confesiones tejen infinidad de artículos y reportajes periodísticos. La diferencia hoy es simplemente la cantidad de información hecha pública de una vez, a lo bestia.
A partir de ahora, los diplomáticos estadounidenses tendrán más cuidado con la manera en la que comparten su información privilegiada; por su parte, la prensa tiene la responsabilidad de utilizar estos datos de manera inteligente, ofreciendo el contexto necesario que convierta toda esta avalancha de nombres, datos y acontecimientos en valiosos para el lector, protegiendo a los individuos que simplemente hacían su trabajo y evitando conflictos innecesarios entre países.
Muchos tomaron la filtración de Wikileaks sobre Irak y Afganistán como un arma contra la guerra; la de hoy sólo pretende joder fastidiar a la diplomacia estadounidense, porque cuando creíamos que nos revelaría los secretos más secretos, la garganta profunda se queda corta diciendo aquello de "hasta aquí puedo leer".
Las cinco publicaciones a las que Wikileaks ha filtrado sus documentos también tienen sus servidumbres. Contar más de lo debido les puede costar caro. Quizá en estos tiempos la única prensa libre de verdad sea Wikileaks
Zurdo, creo que lo que hace WikiLeaks no tiene nada que ver con nuestro oficio. No es periodismo. Es otra cosa.
Nada nuevo bajo el sol. La recopilacion de informacion y el espionaje existe desde antes del imperio romano. Ahora si de lo que se trata es de la sicosis antiamericana eso es otra cosa. Me pregunto wikileaks tendria alguna oportunidad de publicar algo bajo los gobiernos de China, Corea del Norte, o Iran? Ni hablar lo que le pasaria al autor de estos informes.
Pues a mí no me parece nada escandaloso lo que revela WL; era de sobra conocido. Que la presidenta de Argentina necesite un tratamiento psicológico me parece que se puede compartir con el de Italia y algún otro. Bien visto, un buen psicoanálisis lo requiere cualquiera.