La periodista Delia Rodríguez acaba de publicar "Memecracia. Los virales que nos gobiernan", un libro en el que trata de desmenuzar un fenómeno, el de los memes (mensajes virales que se extienden por Internet a velocidad de crucero), que nos envuelve y que ha seducido a todo tipo de profesionales y sectores, especialmente a políticos, el ámbito publicitario o el periodístico por su poder manipulador y su influencia en el comportamiento humano. Analizamos con la autora los elementos que debe reunir un meme para sobrevivir, quiénes están detrás de aquellos que triunfan y se contagian entre nosotros, así como el papel que tienen los medios en este contexto repleto de arquetipos que logran captar la atención ciudadana y guiar su comportamiento hasta extremos impensables.
– ¿A qué alude exactamente el concepto de Memecracia?
– Un meme es cualquier idea que nos contagiamos los humanos entre nosotros. Son memes un refrán, una receta, una leyenda urbana, el Gangnam Style, la expresión “hilillos de plastilina” de Rajoy o las bromas sobre el “relaxing cup” de Ana Botella. Le he querido dar el nombre de Memecracia al sistema de información en el que vivimos, donde estos memes se han multiplicado exponencialmente gracias a la explosión de internet y el fin de los medios como filtro.
– ¿Qué ingredientes debe tener un meme para que sobreviva?
– Muchas disciplinas, como el marketing, la publicidad o la política están obsesionados en encontrar la fórmula que hace contagiosa una idea, porque para ellos sería como dar con la piedra filosofal. La realidad es que resulta más fácil que te toque la lotería que hacer un vídeo viral. Sí se sabe que las emociones intensas (por ejemplo la hilaridad, la indignación, la sorpresa, etc.) impulsan a compartir y que cuando estamos viendo un vídeo viral en el cerebro se enciende la parte de pensar en los otros. Algo impactante y que nos haga decir “esto tiene que verlo fulano ya” tiene muchas posibilidades de triunfar. Pero hay más factores que influyen. Por ejemplo, lo tienen más fácil los memes que usan el storytelling (el contar historias de toda la vida), los que apelan a las necesidades humanas (de las más básicas a las más elevadas), los que llegan en el momento adecuado, los que cuentan con la difusión de medios y famosos, los que se prueban antes de ser lanzados, los que son atractivos para nuestros sentidos... De todas formas en los memes hay una parte, emocional y social, que es impredecible y que probablemente nunca llegue a despejarse.
– ¿Cómo se ponen en marcha estos memes? ¿Quiénes están detrás de esos virales que se extienden como la pólvora por la red?
– Desde el punto de vista de su nacimiento, los hay espontáneos y provocados. Los primeros triunfan incluso a pesar de sus protagonistas, por ejemplo, una metedura de pata de un político, como el “relaxing cup” de Ana Botella o un suceso impredecible como el Cristo de Borja. Los segundos son sembrados para que triunfen, por ejemplo, un documental como Kony.
– ¿En cuál de los ámbitos que analizas en el libro se recurre más a esta clase de mensajes? ¿Por qué?
– Nuestra atención es un recurso muy escaso y muchos compiten por ella. Los políticos saben que tienen que conseguir una foto, un titular o un mensaje que se haga viral para sobresalir y ser recordados. Igual pasa con la publicidad, con el periodismo, con el mundo del espectáculo, con el activismo, con el arte... todos compiten contra todos para conseguir que sus memes triunfen.
– ¿En qué debemos fijarnos para detectar un meme y evitar que nos manipulen?
– Creo que debemos pararnos a pensar, reclamar un espacio crítico entre la emoción y la acción, mantener una cierta “higiene memética” siendo respetuosos con lo que contagiamos a los demás. Y preguntarnos de vez en cuando: ¿Es bueno que yo comparta esto? ¿A quién beneficia? ¿Hago daño a alguien? ¿Estoy siendo manipulado?
– ¿Por qué afirmas que Barack Obama es el personaje que mejor maneja la memecracia?
– Da entrevistas en Reddit (una de las principales fuentes de memes del mundo), fomenta montajes y remezclas de vídeo e imagen a su alrededor, incluso libera fotos en Creative Commons en Flickr para ello, usa el storytelling como nadie en sus discursos, aprovecha a los famosos como en el vídeo del "Yes we can", utiliza ganchos llamativos en sus debates para distraer la atención y vencer al contrario, por ejemplo, los famosos caballos y bayonetas que centraron su debate con Romney. Es más, calcula cuidadosamente los tuits para que sean redifundidos (su tuit de la reelección fue el más retuiteado de la historia). Pero, sobre todo, aplica los nuevos descubrimientos de las ciencias sociales y de redes cuando está en campaña.
– ¿Qué papel tienen los medios ante los memes? ¿Somos capaces los periodistas de detectarlos o nos subimos a la ola?
– Los medios, especialmente los digitales, están a la deriva del meme. Se están dejando llevar por su atractivo porque les da los mayores picos de tráfico, y tráfico es igual a dinero. Pasa con la información de entretenimiento, con la política, con la tecnológica, con la deportiva, con toda. Pero aunque están entregados al meme no acaban de entender sus propias listas de lo más visto y dan palos de ciego. El gran reto del periodismo en los próximos años debería ser comprender su funcionamiento y utilizar lo aprendido para hacer un periodismo mejor y más útil.
– ¿Hay adictos a los memes? ¿Qué les define o caracteriza?
– Decir que alguien es adicto a los memes es como decir que es adicto a compartir y recibir ideas de los demás. Todos lo somos, es nuestra naturaleza humana.
Meme= consigna elevada a la n potencia gracias a internet. Nada nuevo.