Son los nuevos reyes de Internet, poseen canales en YouTube con cientos de miles de seguidores y, en algunos casos, han conseguido hacer de la creación de contenidos audiovisuales para la red propiedad de Google su modo de vida.
Sin embargo, “vivir de ello” es algo que sólo acaba logrando un grupo privilegiado entre los denominados youtubers, que no son sólo la decena de jóvenes estrellas a los que se rifan las marcas para que asistan a sus eventos o incluso para que protagonicen sus campañas de publicidad.
Youtubers hay muchos más. Entre ellos se debería también contar a las miles de personas, de todas las edades, que han hecho de la plataforma de vídeos de Google su canal de expresión y que, a pesar de contar con muchos seguidores y dedicar muchas horas de trabajo y esfuerzo para crear sus vídeos, no consiguen sumar cifras astronómicas a final de mes. La mayor parte de ellos no han logrado dejar sus empleos para dedicarse profesionalmente a la gestión de sus canales y, sin embargo, se sacrifican para publicar periódicamente nuevos contenidos.
Unos y otros tienen que convivir con las iras de los trolls en Internet, pero también con la creencia generalizada de que “haciendo vídeos para YouTube uno puede hacerse rico fácilmente”. ¿Qué hay de cierto en esto? La mayoría de los youtubers se niega a hablar abiertamente de dinero, sobre todo quienes han alcanzado una mayor popularidad e incluso se molestan si se les preguntas por ello. En lo que todos coinciden es en que conseguir vivir de ello “no es nada fácil”.
Así lo asegura Susana, conocida en la red como Dakidissa. Fue una de las primeras creadoras de vídeos de fitness en castellano, hace ya casi cinco años. En su canal de YouTube supera los 584.000 suscriptores y a pesar de haber aglutinado tal masa de seguidores reconoce que en España es especialmente difícil vivir de la creación de vídeos para YouTube.
La principal forma de obtención de ingresos es la inclusión de publicidad en y junto a los vídeos gracias al sistema de monetización del propio YouTube. La compañía paga a quienes suben contenidos a la red según el número de visualizaciones que consigan sus creaciones. Sin embargo, no sigue un criterio uniforme en todos los países. “Es algo de lo que nos quejamos constantemente los españoles y así se lo solemos decir a YouTube cuando nos reunimos. Los youtubers americanos pueden obtener fácilmente entre seis y diez veces más ingresos por publicidad que lo que cobraría un usuario en España”, señala.
Según Dakidissa, para ganar un sueldo digno habría que conseguir más de 100.000 reproducciones diarias y tener un canal con centenares de vídeos, algo que no es fácil de lograr. “Todo el mundo quiere ser youtuber porque piensa que se gana mucho dinero, pero no es fácil, se requiere mucho esfuerzo y dedicación para crear los contenidos, y además hay que cuidar a la comunidad. Por ejemplo, yo paso más de una hora diaria respondiendo a los comentarios de los usuarios”, señala. Y todo eso sin contar el tiempo de elaboración, grabación, montaje, edición… de los vídeos, que puede suponer perfectamente el tiempo de una jornada laboral. O de dos, en algunos casos.
La otra forma que tienen los youtubers de obtener ingresos es a través de las marcas, que en ocasiones les buscan para que hablen de sus productos en sus vídeos o para desarrollar otro tipo de acciones. “Cada vez más empresas buscan relacionarse con influencers, no sólo con las grandes estrellas, sino también con blogueros o youtubers especialistas en un área determinada o con una comunidad de seguidores que pueda resultar atractiva y afín a sus intereses”, señala María Gamero, directora de la agencia Influenzia, del Grupo Hello Media.
Algunos, los más populares, cuentan incluso con managers y representantes, pero la mayor parte de estos creadores establece una relación directa con las empresas o con las agencias que buscan en ellos la manera de llegar más fácilmente a sus posibles clientes, pero… ¿cuánto les cobran por las acciones?
“Depende. Generalmente entre mil y tres mil euros, aunque nos han llegado a pedir hasta cinco mil por una acción que requería más implicación”, establece Adriana Bombín, directora de cuentas de la agencia Drygital, acostumbrada a proponer a empresas el desarrollo de actividades con bloggers y youtubers.
Gamero sube la cota económica. En su agencia se han encontrado con presupuestos de hasta 30.000 euros, pero realiza una salvedad: “Aunque con algunos si ocurre, para muchos youtubers el dinero no es la única motivación. Muchos valoran que la propuesta de la marca encaje con su comunidad y no se arriesgan a ofrecer un contenido que no vaya con ellos, porque saben que así perderían influencia. Para la mayoría, es más importante el valor experiencial o la posibilidad de ofrecer un contenido de interés a sus usuarios que el dinero a la hora de participar en un evento o establecer algún tipo de relación con las marcas”.
El importe varía dependiendo del nivel de influencia del youtuber, que se suele medir tanto por el número de suscriptores que tenga su canal como por la adecuación al público objetivo que busque la empresa, sobre todo si es muy especializado. El presupuesto que recibirá la marca también depende de la implicación que se le solicite al creador de los vídeos, ya que las acciones que se suelen proponer son muy variadas y van desde la inclusión de un producto en cámara a la realización de un análisis pormenorizado del mismo hasta la participación de viajes o eventos corporativos.
Pero al final, el que tiene la última palabra sobre lo que cobra es el youtuber (o, en algunos casos, su manager). No hay precios establecidos ni baremos que seguir. Cada uno pone precio a su trabajo y valor a la comunidad que le sigue. Lo que sí es cierto es que, para todos, lo importante es cuidar a esa masa de usuarios que poseen, porque son “todo lo que tienen”.
“A mí no me gusta hacer publicidad directa en mi canal y las suscriptoras me lo agradecen”, señala Dakidissa. Cuando algunas marcas le regalan productos para que hable de ellos, lo que hace es organizar un sorteo entre las personas que le siguen. “Es mi forma de aportarles valor y cuidarles”, afirma.