Hagamos un ejercicio de imaginación. Tras una noche de celebración - nada del otro mundo -, copas, música y exaltación de la amistad, nos despertamos con la habitual resaca fruto de la ingesta masiva de alcohol con diferentes calidades y un par de cajetillas de tabaco en el pecho. ¿Lo peor? No. El también habitual amigo pesado, con su cámara de fotos entre las manos, se pasó la noche realizando un reportaje exhaustivo sobre nuestras correrías. Hace un par de años, sin ir más lejos, la cosa hubiese quedado en el envío de las instantáneas a la lista de correo de los colegas, y en alguna que otra carcajada general tras comprobar el estado general de las cosas a altas horas de la madrugada, y el beso en la boca que le diste a esa drag queen en el momento cumbre de la noche. Eso sería hace dos años. Hoy, desde mucho antes de amanecer entre terribles sufrimientos, ese que se llama amigo ya ha colgado las fotos en Facebook o cualquier otra red social, poniendo la etiqueta correspondiente que te identifica como el autor del momentazo, para que toda tu comunidad de amigos, compañeros de trabajo y familiares puedan disfrutar y comentarlo a su vez con los suyos. Tocado, y hundido.
Desde hace tiempo, son muchas las empresas que, antes de contratar a un nuevo trabajador para incorporarlo a su organigrama, bucean por Google y las redes sociales para encontrar cualquier detalle que les haga replantearse una decisión que por méritos profesionales podría estar ya tomada a favor del candidato. Si la empresa tiene un carácter conservador, nuestra foto con la drag queen, que no hemos visto porque no abrimos a menudo nuestro perfil en Facebook, puede convertirse en la sentencia definitiva para seguir engrosando la lista del paro. En el mismo orden de cosas, la investigación a los empleados que ya forman parte de la plantilla para descubrir actividades no gratas para la empresa también se ha convertido en algo habitual, y fuente de disgustos para muchos.
Alemania acaba de aprobar un anteproyecto de ley para proteger a los ciudadanos de estas prácticas, y permitir así que los comportamientos personales, en el ámbito de las relaciones que se mantienen fuera del marco laboral, queden al margen de cualquier decisión y no puedan ser utilizados contra el trabajador. El texto, ya conocido como ley Facebook, recibió el visto bueno del Consejo de Ministros el pasado miércoles, y sería aprobado definitivamente en Octubre. El director de la Agencia Española de Protección de Datos, Artemi Rallo, ha calificado la propuesta alemana como "una iniciativa que va en la dirección correcta para colocar las cosas en su sitio". A pesar de todo, son muchos los expertos que dudan de la eficacia de una ley como esta. Para César Calderón, socio de Autoritas Consulting y uno de los bloggers más reconocidos del país, será "absolutamente imposible" la aplicación práctica de un texto de esta naturaleza. Y es que la complicación vendrá a la hora de demostrar que la empresa procede al despido por lo que haya podido descubrir en nuestra actividad 2.0. Ninguna entidad pondrá encima de la mesa algo semejante, ya que podría provocar la anulación de su decisión. También, fuentes del sindicato UGT consultadas por cuartopoder, abogan por "esperar un tiempo para ver como evoluciona el modelo alemán", y consideran que "no es el momento" de una actuación similar en España. "Faltan muchos recursos para que la administración controle y vigile el cumplimiento de las actuales leyes. No tendría sentido introducir nuevos factores en un sistema ya saturado", concluyen.
Pese a toda la protección que podamos exigir de los poderes públicos para evitar abusos en el uso de las redes sociales por parte de las empresas contra sus empleados, el componente pedagógico de cara al usuario no puede ser dejado de lado. Y es que nuestros espacios personales a menudo no lo son tanto, gracias a un desconocimiento total de los diferentes niveles de seguridad que podemos utilizar para evitar situaciones desagradables. Esto último no es sólo achacable al sufrido internauta, en muchas ocasiones primerizo, ya que los caminos para llegar a la configuración de privacidad en muchas redes sociales son, como los del Señor, inexcrutables. En este sentido, deben ser también los sindicatos quienes den un paso al frente para garantizar la defensa de sus representados en todos los ámbitos. Desde la Agencia Española de Protección de Datos se apunta a los convenios colectivos de nuestro país para regular estas prácticas, por lo que los negociadores deberán tener la formación necesaria para no dejar huecos que permitan la utilización de elementos personales en decisiones que sólo deberían estar circunscritas al ámbito profesional.
Os invito a leer mi opinión sobre la seguridad y la privacidad en la red en este post que acabo de publicar:
http://observadorsubjetivo.blogspot.com/2010/08/obsesion-por-la-privacidad-en-la-red.html
Yo tengo unos apellidos falsos y admito sólo a gente con la que, como mínimo, tengo cierta confianza, prao.
Patrick – Really enjoyed the music, the story, the posvttitiiy, talking with Darren about redemption and meeting everyone I look forward to hearing from you all on the airwaves!Thanks for a great show and meaningful songs, great family story.