REFLEXIONES SABADESCAS
No pienses en un rinoceronte
- "La obra 'El Rinoceronte' de Ionesco es una metáfora de la rápida e imparable expansión del fascismo y los totalitarismos"
- "Una de las noticias de la noche electoral catalana será el importante ascenso que Vox va a conseguir"
- "Vox ha usado la estrategia que antaño utilizó Ciudadanos en Catalunya (llevándola al extremo) y que tan buenos resultados le dio en las elecciones de 2017"
- "Ya no vale mirar para otro lado. No vale eso de no pienses en un rinoceronte, porque el rinoceronte ya está aquí"
Tras la barbarie de la II Guerra Mundial, quedó un vacío moral en Europa, un sinsentido humano que bien lo reflejaron algunas de las corrientes de pensamiento y artísticas de las décadas posteriores. Es inevitable recordar las preguntas que se hacía el existencialismo. Es imprescindible traer a colación aquella corriente teatral que tantas buenas reinterpretaciones y excelentes montajes ha dado posteriormente: el teatro del absurdo. Todavía recuerdo a Pepe Viyuela en estado de gracia en el María Guerrero interpretando a Berenger, el protagonista de El Rinoceronte, de Ionesco, dirigido por Ernesto Caballero, en el año 2014.
Teatro del absurdo. Personajes que se construyen sin ninguna causalidad psicológica ni en sus decisiones ni en sus expresiones, diálogos en muchas ocasiones ininteligibles, tramas que rompen con las normas aristotélicas y parecen carecer de significado, buceo en lo surreal e importancia de lo onírico (de los sonidos, de los colores, de la escenografía… frente a la palabra), reflejo de un vacío existencial que puede parecer humorístico pese a todo y ser motivo de una risa desternillante en el patio de butacas.
Este género teatral bien podría reflejar también y referirse al actual momento histórico. Un momento en el que, también, las consecuencias que el presente tendrá en el futuro pasan desapercibidas y no son tenidas en cuenta (vivimos un tiempo excesivamente cortoplacista), en el que el compromiso con los valores se esfuma (pues se ponen en duda a cada momento valores sólidos sobre los que construir pensamiento, personalidad, sociedad), en el que el sentido de la vida en muchas ocasiones brilla por su ausencia ante la incapacidad de comprender el mundo en el que vivimos y de acertar con el futuro que se está programando, en el que la virtualidad y la realidad se compenetran tanto que roza el surrealismo, cuesta trabajo diferenciar entre aquello que acontece en el mundo, afuera, y tan solo en nuestras cabezas, adentro. Un afuera y un adentro condicionados, además, por los distintos confinamientos de este último año.
El lingüista californiano George Lakoff, en su obra No pienses en un elefante (2004), profundiza en el mecanismo comunicativo y psicológico de la metáfora y cómo esta es crucial para el lenguaje político. Cómo los conservadores, primero norteamericanos y después del resto del mundo, consiguen generar un marco discursivo, una serie de conceptos en sus discursos y mensajes, que entroncan perfectamente con los valores que quieren representar. Así, generan el marco del debate y el resto de opciones políticas van a rebufo de lo que estos van señalando y han de posicionarse sobre el mismo.
Una de las obras más características del teatro del absurdo es la ya mencionada El Rinoceronte (1959), de Eugène Ionesco. El dramaturgo rumano plantea una perturbada situación. En un pueblo francés, los habitantes se van convirtiendo en rinocerontes, empiezan a comportarse como estos paquidermos, pierden sus cualidades de seres humanos. El único lugareño que no experimenta esta metamorfosis es el protagonista, Berenger. El pueblo pierde su humanidad y los rinocerontes, que se propagan con suma rapidez, como una epidemia, imponen sus modos de vida y sus comportamientos toscos. Llama la atención la premura con la que los rinocerontes van olvidando quiénes eran y se adaptan a su nueva condición. La obra de Ionesco es una metáfora de la rápida e imparable expansión del fascismo y los totalitarismos en los años previos a la II Guerra Mundial; la capacidad de desaparecer rápidamente que tiene la democracia (sus valores, los derechos, la empatía) entre nuestras poblaciones.
Mañana hay elecciones en Catalunya. Ya habrá tiempo para analizar los resultados. Sin embargo, no corremos demasiado riesgo de equivocarnos si anticipamos que una de las noticias de la noche será el importante ascenso que Vox va a conseguir en votos. La formación ultraderechista entrará por primera vez en el Parlament y puede obtener unos muy buenos resultados superando al PP e, incluso, a Ciudadanos. Los de Santiago Abascal e Ignacio Garriga han desarrollado una campaña bronca, brusca, insuflando su lenguaje de odio contra independentistas e inmigrantes en sus actos electorales y debates con el resto de candidatos.
Un grave error (ya van muchos sobre este tema) es la constante presencia de una candidatura (hasta hoy extraparlamentaria en Catalunya) en los medios de comunicación. No sorprende la actitud de algunos medios (periódicos, radios y televisiones) privados, pues vienen dorándole la píldora y allanando el terreno al neofascismo desde hace años. Sí que es censurable que hayan tenido tanto espacio en medios públicos, como en los debates de TVE y TV3. Vox ha usado la estrategia que antaño utilizó Ciudadanos en Catalunya (llevándola al extremo) y que tan buenos resultados le dio en las elecciones de 2017: polarizar con el independentismo sin ambigüedades, pero también sin ningún tipo de decoro ni respeto por el debate democrático. Buscar el conflicto en la calle, consiguiendo así portadas. Vox, además, le añade violencia. Mascarada digna de mención: Abascal simulando encararse a los antifascistas que protestaban junto a su mitin.
Ciudadanos, hace ya tres años, se caracterizó por usar un lenguaje de odio contra el independentismo y por apelar a las más bajas pasiones del electorado que estaba harto del procés. Así ganó unas elecciones, aunando el voto contrario a los partidarios de la independencia en un momento en el que los ánimos estaban muy caldeados. Vox ha hecho lo propio, pero exagerándolo, en un momento, además, en el que la preocupación es otra, la preocupación es la pandemia y la crisis económica y social derivada de la misma. Por ello, ante el miedo y las incertezas de buena parte de la población, señalan como culpable al otro, al de abajo, al inmigrante.
La ultraderecha se crece sola, el fascismo se expandía con rapidez en El Rinoceronte. Vox, como Ciudadanos hizo en su momento (recordemos a Albert Rivera, Santiago Abascal y Pablo Casado buscando lugares de Euskadi, Navarra o Catalunya donde fueran repudiados), han acudido a barrios y pueblos donde generan rechazo en busca de la polémica y la portada. Por otro lado, el movimiento antifascista se marca como objetivo disputar a la ultraderecha el espacio público y no cederle la calle, pero al sobrepasar determinados límites consiguen el efecto contario. Vox ha logrado, esta campaña, situarse como víctima ante buena parte de la población y un gran foco mediático. El movimiento antifascista tiene, en este sentido, un análisis y un debate pendiente.
Al mismo tiempo, en la campaña catalana se ha podido comprobar cómo a algunos partidos les viene de maravilla el protagonismo de los ultras de Vox. Eso les hace ser percibidos como más progresistas o de izquierdas de lo que en realidad son. Por otro lado, cabe destacar las palabras, nada más y nada menos, del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso de la semana pasada. Sánchez llegó a alabar el “sentido de Estado” de los de Abascal para debilitar al PP. Repetimos: el presidente socialista pronunció que la ultraderecha conserva algo de “sentido de Estado”. Una gran irresponsabilidad. Mientras, la debilidad del PP puede consolidar a Vox como fuerza emergente de la derecha durante un tiempo.
Mañana por la noche surgirán muchos discursos acalorados entre los candidatos haciendo referencia a la necesidad de estrategias para frenar a la ultraderecha, cordones sanitarios y estrategias antifascistas, tal y como ocurrió tras las elecciones andaluzas de hace ya más de dos años. Ya llegan tarde, pero aún así es urgente una estrategia común y compartida por medios de comunicación, partidos políticos y organizaciones sociales para poner pie en pared ante la naturalización de esta lacra. También un compromiso desde los juzgados para investigar y sancionar esta propagación del odio y leyes que le pongan freno. El compromiso por el antifascismo y la democracia desde los tribunales fue esencial para debilitar a Amanecer Dorado en Grecia. Lamentablemente, cuesta creer que en el Estado español las altas instancias judiciales vayan a ser avanzadilla y vanguardia en este sentido (tampoco buena parte de los medios de comunicación, lamentablemente).
Ante la actual crisis migratoria y la incapacidad de la Unión Europea y del Estado español de poner en marcha políticas de migración, refugio y asilo coherentes con los derechos humanos, la situación en Canarias es cada vez más grave. El racismo y la xenofobia están calando en buena parte de la población de las islas. Salvapatrias llegan inyectando el discurso del odio para sacar provecho, el propio Abascal el pasado mes de diciembre. En Catalunya, Vox tendrá otra tribuna privilegiada en las instituciones para lanzar su mensaje. Ya no se puede seguir mirando para otro lado, decir eso de no pienses en un rinoceronte, porque el rinoceronte ya está aquí, lleva tiempo y cada vez es más grande. Y se mueve como pez en el agua en el escenario del absurdo.
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No le dé más vueltas…
En un erial yermo provocado por el placebo político (P$0€, pricipalmente sumiso + UP, coyunturalmente arrodillado y acobardado) solo germina el fascismo.
Aún así podemos dar gracias que UP se incorporase a este gobierno aunque solo les quedo solamente la posibilidad de «sujetar un poco a la » cuadriga socialista » , que si no ; andarían » desbocad@s…» y toda la mafia que es en si la totalidad de este régimen : » miel sobre hojuelas:» .
Salud .