REFLEXIONES SABADESCAS
Seguimos de rave>
- "Fragmentos, pantallas, dos elementos sin los cuales resultaría imposible comprender y reconocer la sociedad en la que vivimos"
- "Cada vez más conscientes de la evidencia de que nada volverá a ser como antes, más sabedores de fragmentos de realidad que van conformando un todo esquizofrénico"
- "Como en las obras de Richter, difícil diferenciar qué ocurre en la sociedad y qué acontece, tan solo en nuestras cabezas, como en las raves"
Fragmentos. Pantallas. Dos elementos sin los cuales resultaría imposible comprender y reconocer la sociedad en la que vivimos. Los diferentes confinamientos del pasado año, sus distintas gradaciones, profundizaron en estas dos características esenciales del ser humano que habita este siglo XXI que avanza a ritmos acelerados, volátiles e inexplicables. Las relaciones humanas, cada vez más, dependen de una pantalla. Terminales de telefonía móvil que son apéndices ya del propio cuerpo. Y a través de sus pantallas: última hora de lo que acontece al otro lado del mundo; menú del restaurante del barrio de al lado que puede llegar en bicicleta al salón de casa; cuerpos que son perfiles digitales y que están ávidos de sexo en la misma ciudad y que están dispuestos a desplazarse por ello en cuestión de minutos…
Esta es una parte imprescindible del contexto en el que se desarrolla nuestra historia y, por tanto, la política de hoy. Falk Richter (Hamburgo, Alemania, 1969), el descubrimiento de estas navidades de este que escribe estas líneas, es un dramaturgo y director de escena que basa su obra en una premisa: la política está íntimamente relacionada con el estado físico y psicológico de las personas. No es solo que lo que ocurre a nuestro alrededor nos influye como individuos, ni que lo que nos ocurre individualmente forma parte de la construcción de lo colectivo, es también que la conclusión que saquemos al intentar comprender la coyuntura social y política estará contaminada por cómo se encuentre la mente que hace el trabajo de comprensión. En las obras de Richter, por tanto, es difícil diferenciar entre lo que acontece fuera de la mente del individuo, en la sociedad, o lo que ocurre dentro de la misma.
En un momento depresivo como el que vivimos, donde reina el miedo a la enfermedad, a la pérdida de seres queridos, de empleo, a la pobreza, es de suma importancia conceder en las explicaciones y análisis de lo que sucede un hueco relevante a la cuestión psicológica y anímica. Nos creemos partícipes de todo lo que ocurre porque podemos enterarnos a través de nuestras pantallas pocos segundos después. Encerrados, en muchas ocasiones, en el salón de nuestras casas (quien tiene casa), observamos cómo el mundo muta y cómo se modifican nuestras formas de vida, nuestros derechos, sin que podamos hacer mucho por doblegar el rumbo de la historia. Cada vez más conscientes de la evidencia de que nada volverá a ser como antes, cada vez más sabedores de fragmentos de realidad que van conformando un todo esquizofrénico, cada vez más irrelevantes, tan solo números ante la pandemia y ante los planes de vacunación.
Nos adentramos en 2021, año del que vamos asumiendo que no tiene por qué ser mejor que el nefasto 2020. Nos adentramos en un siglo XXI del que, comenzando sus años 20, vamos asumiendo que no tiene por qué ser mejor que el violento siglo XX. Tan solo haremos un escueto repaso por algunos fragmentos de lo que va de año, cinco fotografías. Depende del cristal con el que se mire, bien cómico, bien trágico, podemos pasar de la risa al llanto en cuestión de segundos. C’est la vie!
Fotografía 1
Una cruz dibujada adorna el pecho de una chica semidesnuda frente a los Mossos d’Esquadra. Decenas de colgados llevan 38 horas de fiesta desde Nochevieja en una nave abandonada del municipio de Llinars del Vallès, provincia de Barcelona. Los policías desalojan. Una reunión multitudinaria en plena pandemia se convierte en noticia rápidamente, no solo eso, también en una sucesión de fragmentos que pronto se transforman en un serial de máxima audiencia.
Los programas matutinos de las privadas disparan. Las redes sociales hacen lo propio, expanden el polígono a todas las pantallas. Y los pretendidos ávidos analistas de redes sociales, en connivencia con algunos tertulianos, convierten a los colgados en una cuestión nacional. Pupilas dilatadas, jóvenes de empalmada y pastillas azules, rojas y amarillas son el motivo del inicio del año. La cosa evoluciona, los colgados pasan a ser causa y ejemplo de teorías por las cuales son el inicio, el principio de todos los males de la izquierda. Algunos intelectuales encuentran en la rave un bastón sobre el que apoyar sus trabajadas hipótesis que vienen a decir que todo lo malo que nos ocurre es porque falta mano dura, o huevos, o vete tú a saber.
Fotografía 2
Ya no recordamos la cara de Araceli, 96 años, la primera mujer vacunada, días atrás, en el Estado español, en una residencia de Guadalajara. Una cifra: al final del verano estará vacunado el 70% de la población española, había asegurado el ministro de Sanidad y candidato del PSC a la Generalitat, Salvador Illa. Los números empiezan a temblar. Pantallazos: ninguna comunidad autónoma suministra todas las vacunas que les corresponden.
La Comunidad de Madrid vuelve a liderar el ranking del despropósito, faltan sanitarios y planificación para asegurar el ritmo que la población se merece, la que menos vacuna. Asturias vuelve a hacerlo mejor que el resto. Nos vamos haciendo a la idea, la cosa parece que se puede alargar más allá de septiembre. La bronca política vuelve a coger carrerilla, la incapacidad manifiesta de vacunar a un ritmo acelerado vuelve a dejar la salud en un segundo plano, en primer plano, las reprimendas entre administraciones y partidarias. Hospitales y UCI vuelven a asomarse a cifras críticas.
Fotografía 3
La ministra de Defensa, Margarita Robles, habla en el acto de celebración de la Pascua Militar ante los principales gerifaltes de las Fuerzas Armadas, recordando la obligatoria “neutralidad política” de las mismas (por lo que sea había que recordarlo) y alardeando de su modernidad. Durante las últimas semanas, algunas noticias, mención especial al buen trabajo realizado por La Marea, han evidenciado cómo la simbología fascista es algo bastante extendido entre las tropas y sus celebraciones, una ideología que, cada vez, se escapa más de las entrañas del Estado. Algunos ancianos militares retirados hablan sin tapujos, a través de sus pantallas, sobre un golpe que saque de Moncloa al actual Consejo de Ministros. También mandan cartas al rey, como lo niños.
El rey, Felipe VI, también habló en la Pascua Militar, como marca el guion. Ya había obviado, el monarca, cualquier referencia concreta a la situación de su padre, Juan Carlos I, escondido en Arabia desde el verano, en su discurso anual de Nochebuena y lo volvió a hacer. El día de Reyes, de nuevo, un texto repleto de lugares comunes. No hubo referencia a elementos ultraderechistas en las Fuerzas Armadas. Todavía suenan aplausos (emoticonos, claro) a las últimas palabras de Felipe VI. La Constitución (y el respeto a la misma) vuelve a ser el leitmotiv de las palabras del jefe del Estado. Sin novedad, siempre lo mismo. Hay gente que aplaude siempre lo mismo, como un mantra, les deben doler las palmas de las manos.
Fotografía 4
El mismo día, hordas de ultraderechistas estadounidenses toman el Capitolio en la solemne sesión que habilitaba a Joe Biden como próximo presidente de los Estados Unidos. Pronto, todos los chats echan humo. Los disfraces de los golpistas en la superpotencia americana se convierten en objeto de mofa y chascarrillo. Un fragmento, la interrupción del normal devenir institucional estadounidense. Hay violencia, cinco muertes en el asalto. Algo está pasando, no sabemos exactamente qué es, pero los síntomas se evidencian cada vez más en los fragmentos de actualidad.
Especiales televisivos a este lado del Atlántico. El fascismo se hace fuerte, por unas horas, en Washington DC, pero los secuaces de Donald Trump ya han adquirido demasiado protagonismo en otros muchos países. El debate, a través de las pantallas, vuelve con fortaleza y hay corresponsales en cada salón español. Twitter echa humo. Las derechas se espantan de lo sucedido, no tanto porque censuren lo ocurrido (pues lo propician en otros lugares, como España), sino por impopular, y hablan de polarización política y social para explicarlo, es decir, equiparan fascismo con antifascismo.
Programas televisivos priman la inmediatez, el fragmento, y olvidan el contexto, y algunos dan voz a defensores del fascismo del siglo XXI. Precisamente, ocultar los motivos, el análisis e ir a la superficie para explicarnos es, en buena medida, una de las causas de este auge ultraderechista global. Si lo ocurrido en el Capitolio esta semana se leyera en un libro de Historia, colocado entre dos capítulos (sus causas y sus consecuencias) en vez de ser comunicado a través de las apariciones efímeras en nuestras pantallas, produciría pavor, pero tal y como ha sucedido, es más una cantera de nuevos memes. Una noticia más que mañana puede ser olvidada. Trump no empieza y acaba con la noticia de su llegada o de su marcha, Trump es una ausencia de valores compartidos, un cúmulo de reacciones a los problemas de nuestro siglo a golpe de tuit y una práctica comunicativa que sustituye el rigor por el grito.
Fotografía 5
Nieva. Es invierno y nieva. Este invierno se llama Filomena (Mortadela podría haber dado lugar al chiste fácil). Que la naturaleza haga acto de presencia en la agenda mediática puede, incluso, ser una buena señal, puede ser un nuevo punto de partida para mirar al cielo y al suelo, para recordar que uno de los temas más acuciantes tiene que ver con la crisis climática, medioambiental y poblacional en la que la humanidad está sumida y en la que está en juego la propia salud del planeta.
Cada cual tiene su encuadre, como una ventana. Las nevadas son tantas como personas las viven, como cámaras que las captan desde sus respectivos ángulos. Algunos han bajado a pie de calle, para inmortalizarla cubierta de blanco, y se han resbalado; otros se han atrevido a ir al monte, héroes; muchos se esmeran en asomarse a la ventana, ni siquiera al balcón, para tener también su propia imagen de la nieve en invierno.
Rave, vacunas, Pascua Militar, Capitolio y nevadas. Vaya, cinco temas importantes sin preverlo: juventud y el tratamiento que esta recibe por parte de los medios y buena parte de la sociedad; la pandemia como elemento disruptivo, rupturista y acelerador de todos los aspectos del momento actual; España en crisis y sus contradicciones atávicas; Estados Unidos como símbolo de un sistema mundo en pleno declive; la naturaleza como la mayor crisis que viene en un corto plazo de tiempo. Fotografías, imágenes, pinceladas informativas que nos entretienen en nuestros respectivos encierros, fragmentos. Ensimismados en las pantallas, en los estímulos constantes, sin mirar en primera persona qué ocurre fuera, sin salir de la burbuja. Como en las obras de Richter, difícil diferenciar qué ocurre en la sociedad y qué acontece, tan solo, en nuestras cabezas. Como en las raves. Al final va a ser que seguimos de rave.
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Política Versus Placebo.
Vida o Necropolítica.
99% vs 1%.
Para tod@s todo, para nadie nada.
RAVE 78
(R78)
Pues claro que todo es una jodida locura, como en una RAVE… (madrileña, estadounidense, mediopensionist o inequalitaria)
Acaso esta «gentuza» no debría haber abortado ?…
Acaso algo funciona ?…
Quizás somos un problema cuando somos pobres (y conscientes)?