COMUNIDAD DE MADRID
Esperando a Aguado
- "Hace meses que dejó de ser un secreto que el tándem Ayuso-Aguado hace aguas"
- "Un entendimiento PSOE y Ciudadanos en Madrid, el sueño húmedo de buena parte de medios de comunicación y de sectores de influencia para el resto del Estado"
“Cualquiera, siempre que sea gris”. Cuentan que con esta frase escogió el dramaturgo irlandés, Samuel Beckett, el color de su lápida, antes de morir en 1989. Casi medio siglo antes, a finales de la década de 1940, escribía la que sería la cúspide de su obra, Esperando a Godot. La II Guerra Mundial había pasado, dejando tras ella un mar de incomprensión del ser humano hacia sí mismo, sabedor de ser capaz de llevar a cabo las mayores atrocidades jamás imaginadas. Ni la pomposidad de esta introducción de este artículo pretende hacer un paralelismo histórico entre el entonces y el ahora, por mucho que la pandemia pueda dejar también la desolación a su paso, ni asemejar a ambos personajes entre sí: Godot, el que no llega, e Ignacio Aguado, que está por ver si se atreve a llegar.
Lo que nos interesa, quizás, es pintar el cuadro de grises, ahora que los blancos y negros, los contrastes gritados a pleno pulmón, predominan. "Cualquiera, siempre que sea gris": un color que describe al que no brilla, al que deja pasar la vida cromática sin atreverse a ser protagonista, al que no acaba de llegar y se maneja entre las sombras, sin entrar a foco, desapercibido para el patio de butacas. Esperando a Godot, que no llega, así pasan la vida, Vladimir y Estragón, dos personajes que vienen y van, de y a ninguna parte. Esperan…
Esperando a Aguado parece que es el título de la obra política madrileña de este verano. El vicepresidente del Gobierno de la Comunidad de Madrid, de Ciudadanos, se sustenta como número dos de la popular Isabel Díaz Ayuso ante la marejada. Las buenas investigaciones periodísticas, destacando las de Infolibre y otros medios, sonsacan la gestión del ejecutivo autonómico durante la pandemia en relación a las residencias de ancianos. El caso puede acelerar el futuro de Ayuso como presidenta, llega al Tribunal Supremo, una vez se conocen informaciones internas que instigaban a que la hospitalización de personas mayores de las residencias enfermas de covid-19 no fueran prioritarias. Los correos del 22 de marzo de Alberto Reyero (Cs), consejero de Políticas Sociales, a Enrique Ruiz Escudero (PP), de Sanidad, advirtiendo que muchos ancianos “podrían morir de forma indigna” deberían tener consecuencias.
El jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, desembarcaba en la Puerta del Sol en enero para construir entorno a la presidenta madrileña una imagen a la ofensiva contra el Gobierno central de coalición. La Comunidad de Madrid se configuraba como el principal ariete de la oposición a la coalición Pedro Sánchez-Pablo Iglesias. El 26 de abril, los servicios de prensa autonómicos distribuían una imagen de la presidenta llorando en la misa por los fallecidos durante la pandemia. Lágrimas negras, el maquillaje de Ayuso descendía por sus mejillas, la imagen protagonizaría sonoros debates en platós y redes sociales. “Las lágrimas del mundo son inmutables. Cuando uno que empieza a llorar, en otra parte hay otro que cesa de hacerlo”, escribía Beckett en Esperando a Godot.
Hace meses que dejó de ser un secreto que el tándem Ayuso-Aguado hace aguas. Las tensiones internas dentro del gabinete de gobierno madrileño han saltado a la opinión publicada en distintas ocasiones. Las contradicciones entre los equipos de ambos dirigentes han sido constantes desde casi la formación de la coalición gubernamental el pasado verano. Mientras desde Ciudadanos se mosqueaban por el caso de Avalmadrid, el propio Rodríguez, en septiembre, afeaba que el padre de Aguado había recibido un contrato de la Asamblea de Madrid de 102.000 euros en 2011. El caso de las residencias de mayores y la filtración de los correos de Reyero son un capítulo agravado de una serie de tensiones que no cesan.
Esperando a Aguado. El próximo 14 de agosto se cumplirá un año desde que Ayuso fue investida presidenta en la Asamblea de Madrid. Desde entonces, en lo político destaca la repetición de las elecciones generales de noviembre, que supuso un duro batacazo para Ciudadanos: la formación naranja pasó de 57 a 10 escaños en el Congreso, lo que llevó a la dimisión de Albert Rivera al frente del partido. La llegada de Inés Arrimadas al liderazgo de Ciudadanos ha supuesto un cambio de estrategia reconocida por todos: alejamiento del bloque de PP y Vox y disfraz de centro ofreciéndole al PSOE llegar a acuerdos. Este viernes, una delegación de Ciudadanos mantenía una reunión en Moncloa con parte del equipo de Sánchez y el Gobierno, y parece que no será la última. A pesar de que Arrimadas ha asegurado que las alianzas autonómicas de su partido no corren peligro, las voces que auguran una ruptura Ayuso-Aguado cada vez se sintonizan con más frecuencia.
El 10 de febrero de 2019, por primera vez, posaban en una misma foto Pablo Casado, Santiago Abascal y Rivera. Era la foto de Colón, tras la manifestación convocada por las tres derechas y ultraderechas contra el diálogo del Gobierno central con la Generalitat de Catalunya. Arrimadas no asistió a la manifestación, alegando problemas en el vuelo de Barcelona a Madrid, y no figura en la imagen inmortalizada sobre el teatro Fernando Fernán Gómez. Aguado aparece en la primera fila, justo a la derecha de Rivera, entonces todopoderoso en su partido. El vicepresidente madrileño destacaba por usar un lenguaje excesivamente duro contra las izquierdas.
El líder de la oposición en la Asamblea de Madrid, el socialista Ángel Gabilondo, está, desde hace meses, en las quinielas que le sitúan como futuro Defensor del Pueblo. Gabilondo, durante la pandemia, ha mantenido una oposición de perfil bajo ante las excentricidades y provocaciones de la presidenta madrileña y la grave crisis de las residencias. Sin embargo, las malas relaciones en el seno de la coalición gubernamental madrileña, y también la presión interna en el propio PSOE, le empujan a tener que hacer algo, más allá de esperar. Gabilondo, con 37 diputados, fue el ganador de las autonómicas de mayo del 2019.
“¿Cuál es nuestro papel en este asunto?”, se pregunta Estragon, ante el aburrimiento de que nada acontezca. Cuatro escenarios se abren en la política madrileña. Que nada pase y siga todo como hasta ahora. La entente gubernamental Ayuso-Aguado tiene, con los apoyos parlamentarios de Vox, mayoría suficiente para agotar la legislatura. La relación entre ambos dirigentes seguiría deteriorándose de continuar la inercia vista hasta el momento. Otras dos opciones merodean en los mentideros madrileños: una moción de censura a Ayuso o unas elecciones anticipadas convocadas por la presidenta. Así, de reojo, PP y Ciudadanos irían aireando sus desconfianzas hasta que uno de los dos se decida a apretar el botón, pues ni se puede convocar elecciones con una moción de censura en marcha, ni se puede presentar una moción de censura con unas elecciones convocadas.
Un cuarto escenario: que la justicia, ante el caso de las residencias, actúe con premura y Ayuso se convierta en un problema capital, en la capital del Estado, para el propio PP. Ayuso fue una apuesta personal de Casado, pero un buen resultado en las elecciones gallegas de julio de Alberto Núñez Feijóo y un mal resultado, en las vascas, de Carlos Iturgaiz, pueden desequilibrar la balanza en el PP, entre quienes apuestan por una oposición más moderada que busque el centro y otra extrema que frene la huida de votos a Vox, a favor de los primeros.
El pasado 2 de mayo, ABC publicaba una encuesta de GAD3 por la que el PP madrileño casi duplicaba sus diputados en la Asamblea llegando a los 57 (ahora tiene 30), mientras que Ciudadanos perdía desde los 26 hasta los 10. De confirmarse los resultados pronosticados por el rotativo conservador, Ayuso podría gobernar junto con Vox y olvidarse de Aguado. A pesar de que la presidenta ha negado su intención de adelantar los comicios madrileños, solo tendría que hacerlo, y dejar a su actual vicepresidente fuera de juego. Por otro lado, una moción de censura frente a Ayuso contaría, en principio, con los apoyos tanto de Más Madrid como por Unidas Podemos.
La diferencia en votos entre PSOE y Ciudadanos en las autonómicas del año pasado fue de más de 250.000 para los socialistas. Gabilondo consiguió 37 diputados, frente a los 26 de Aguado, tercera fuerza en la Asamblea. Si Gabilondo se animara a presentar una moción de censura a Ayuso, para que esta saliera victoriosa, habría de contar con el apoyo de Ciudadanos. La formación naranja rompería un Gobierno en el que la bronca interna es una constante, Aguado podría ser vicepresidente de Gabilondo. ¿Y si fuera Aguado el que se animara a ser el candidato de una moción de censura? Si esta se materializara, Ciudadanos pasaría a presidir la Comunidad de Madrid, y actualmente no preside ninguna comunidad autónoma, en un gobierno de coalición con los socialistas, lo que daría a Más País y Unidas Podemos la oposición desde la izquierda y dejaría a PP y Vox arrinconados en la oposición desde la derecha. Un entendimiento PSOE y Ciudadanos en Madrid, el sueño húmedo de buena parte de medios de comunicación y de sectores de influencia para el resto del Estado.
Esperando a Aguado, en cartel este verano en los teatros madrileños. Pero... la cosa iba de colores. “Cualquiera, siempre que sea gris”, reclamaba Beckett para el color de su lápida en el cementerio parisino de Montparnasse. Del gris al chillón, de las sombras al foco. En política, hoy, la escenografía es casi tan importante como la trama. Y una buena escenografía no es tal sin una gama cromática cuidada. Por si acaso, ya que los teatros no podrán llenar sus aforos por motivos de contención de la pandemia, compren sus entradas pronto, no se queden sin ver esta tragicomedia en dos actos: Esperando a Aguado.
VLADIMIR: Con esto hemos pasado el rato.
ESTRAGON: Hubiera pasado igual, de todos modos.
VLADIMIR: Sí, pero menos rápido.