Maldito precario
- La tasa de paro de las personas menores de 25 años ronda el 30% en la Comunidad de Madrid
Jorge Maeso, secretario de Política Sindical contra la Precariedad de CCOO Madrid
Si ponemos en algún buscador de internet las palabras “precariedad España”, nos salen cientos de noticias que hablan sobre una especie de maldición que golpea nuestro país y azota con mucha más fuerza a la población joven.
De la precariedad se ha dicho, se dice y, si no se pone remedio, se seguirá diciendo muchísimo. Cuando hasta hace no tanto se hablaba de la generación mileurista, salario que mucha gente agradecería ahora cobrar, la realidad es que en la Comunidad de Madrid, recordemos que es la región más rica del país, la tasa de paro de las personas menores de 25 años ronda el 30% y encima su media salarial en los últimos años ha descendido mientras que en otros tramos de edad ha mejorado. Si a esta “maldición” le sumas el ser mujer, tu precariedad es mayúscula.
Pero todo esto ya lo sabes y la Comunidad de Madrid, también. Intentan a la desesperada, aún con el Gobierno en funciones, paliar los efectos que sus propios desastres han causado, a golpe de ayudas a la contratación, pero es como intentar separar el aceite del agua. El problema es de fondo, que no de fondos.
En los últimos años estamos viendo cómo la región se está des-industrializando cada vez más para convertirse principalmente en un mercado de servicios. Mercado o mercadillo, según se mire.
La ley de libertad de horarios comerciales de 2012 se supone que venía a intentar poner algo de remedio a esta precariedad. Otra maldición. Lejos de mejorar, empeoró mucho más las condiciones de las personas que trabajan en servicios y ha aumentado notablemente, otra vez más sobre las mujeres jóvenes, la parcialidad no deseada.
Con todas estas revoluciones en precario quedaba la más cool, la que mejor nos han intentado vender a los y las jóvenes y la que más daño nos está haciendo: la digitalización. Se suponía que todo esto del internet de las cosas nos haría la vida más sencilla y más que otra “maldición” que añadir al listado precario, se está convirtiendo en un infierno. Ejemplos tenemos de todos los estilos, desde los falsos autónomos de Deliveroo, recientemente reconocidos como personal laboral en un macrojuicio en Madrid, hasta los falsos becarios que trabajan sin salario. Todo muy falso, pero muy real, como la vida misma.
Hablando de vida, para la juventud madrileña cada día que pasa es más irrespirable que el aire de la ciudad. Al contrario que los salarios, el coste de la vivienda no hace más que subir. Hasta compartir piso parece más complicado que ascender la cumbre del Himalaya y con todo, independizarse es un sueño a realizar, cuando tendría que ser un proceso de vida completamente natural.
Alguien pensará que los y las jóvenes queremos vivir con los padres eternamente, pero es que esta maldición creada se ha convertido en un vudú tan real que no nos deja independizarnos, es más, cada día somos un poco más pobres en esta región tan rica.
Pero como toda buena maldición, esta también tiene su talismán o talismanes: más reparto de la riqueza generada, más políticas sociales, mejores salarios, más control para evitar fraudes en las jornadas laborales, poner coto a la temporalidad y a la parcialidad… No es tan difícil, es cuestión de voluntad política, no de chamanismo.
Si de verdad quieren que los y las jóvenes sean el futuro, si de verdad quieren que la juventud madrileña pueda tener una vida digna, que hagan todo lo posible por mejorar nuestro presente, pues no habrá futuro posible para nadie si no invertimos en nuestros jóvenes.