El futuro se adelanta (o El Estado de bienestar fue una excepción)

  • Si las subidas, en salarios o en pensiones, no se muestran al compás del coste de la vida es que se está programando la pobreza paulatina
  • El colectivo de los pensionistas ha entrado en un estado de marginación, ya que el sistema ha de castigarlo porque lo considera asistencial, incómodo e incluso abusivo

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Hemos caído tan bajo que cualquier novedad que nos mejore socioeconómicamente llega a hacernos olvidar los largos años en los que se nos ha maltratado con pretextos acientíficos, oportunistas o canallas. Así sucede con el actual Gobierno y sus primeras medidas o declaraciones, que incluso pueden hacernos creer que pertenecen a un marco histórico-económico diferente al que nos envuelve, o que portan una ideología sensiblemente distinta a la que nos ha dejado maltrechos. Por eso se celebra la subida de los salarios, se busca solución a las pensiones o se anuncia el “reforzamiento del Estado de bienestar”, como si con ello se nos perfilara un futuro sensiblemente distinto al que nos viene cayendo encima.

Con la negociación de la subida salarial, iniciada hace unos meses pero concluida en la nueva situación, el optimismo parece desbordarse cuando, en realidad, se trata de un aumento poco más que simbólico que –a más de producirse cuando los empresarios lo han decidido– consolida el retraso y la pobreza acumulados desde 2008 (y antes), dejándonos, por cierto, la sonrisa absurda que los representantes sindicales nos han dedicado tras la donación. Si las subidas, en salarios o en pensiones, no se muestran al compás del coste de la vida es que se está programando la pobreza paulatina, simultánea con el aumento de la exacción empresarial, que busca desesperadamente recuperar la tasa de ganancia de los años 1960 y 70, cuando empezó el sistema a mostrar su inviabilidad social y política.

Para recuperar la tasa de ganancia en una economía de crecimiento que muestra cada día más claramente sus límites en un mundo limitado (pero siempre a costa de incrementar la desigualdad y fortalecer un capitalismo de saqueo) el sistema se financiariza haciéndose rentista y especulador, y obteniendo resultados tan pingües como virtuales por obra y gracia de la informatización de la vida social, económica en primer lugar pero con vocación de extensión y dominio total. Es interesante, a este respecto, recordar cómo en el mismo año, 1971, se desregula el sistema monetario internacional y se crea el microprocesador; a lo que hay que añadir un tercer acontecimiento, norteamericano como los otros, que fue la denuncia alarmada, en forma de un “memorándum confidencial” del ultra Lewis Powell a la Cámara de Comercio de Estados Unidos, advirtiendo de que todas las instituciones del país estaban penetradas por el comunismo, enemigo de las libertades y los logros del país (Hay quien, más que en la fecha totémica de 1968, fija en este 1971 el comienzo de la reacción neoconservadora y el canto de cisne del Estado de bienestar.)

Anunciar el regreso del Estado de bienestar, por cierto, muestra una gran dosis de ingenuidad. Se trata de un modelo caducado por desaparición ostensible de los equilibrios frente al capitalismo que lo hicieron posible –reconocimiento del poder sindical, contención de la avaricia empresarial, papel vigoroso del Estado, fortaleza ideológica de la socialdemocracia– y el incremento del poder económico en el mundo en los últimos decenios, llevado de la ola neoconservadora de los años 1970 y 80. Muy al contrario, el empujón hacia el “malestar consolidado” de la reciente crisis forma ya parte de nuestras pérdidas y desgracias: el poder adquisitivo viene perdiendo valor desde los años 1970 y 80, pero el acelerón ha de situarse a partir de la integración en la UE y el euro, con el agravamiento adicional de la crisis de 2008.

Vista la evolución de las sociedades humanas y su probado empeño autodestructivo, está justificado preguntarse si de esta sociedad de la información, tan invasiva, hay en realidad algo aprovechable para el Homo sapiens. Sobre todo, vista la reconducción febril de la ciencia y la tecnología de esta sociedad de la información, llamativamente prostituidas por la presión del beneficio económico, hacia la sustitución y la humillación de los seres humanos en sus funciones más habituales y morales, concretamente el trabajo socialmente útil. El pensamiento liberal dominante tiene muy claro que esa tasa de ganancia ha de mantenerse o recuperarse a base de anular – laboral o económicamente– a los seres humanos ajenos a las élites dirigentes, por resultar crecientemente molestos y, además, sustituibles en la práctica.

La discusión sobre las pensiones es clarificador a más no poder: si, por una parte, el aumento del 0,25 por 100 con que tan exultantemente nos regalaba la añorada ministra Báñez ya era un gesto impositivo de pobreza, la periódica amenaza del descenso espectacular de la “hucha de las pensiones” tiene como resultado –premeditado o no, es lo de menos– amedrentar y angustiar: con la crisis y las medidas del PP (como la de vaciar esa hucha de las pensiones) el colectivo de los pensionistas ha entrado en un estado de marginación y miserabilización de escasas perspectivas, ya que el sistema ha de castigarlo porque lo considera asistencial, incómodo e incluso abusivo: el sistema liberal se siente, de siempre, extraordinariamente molesto con la pobreza, con cuya responsabilidad ninguna relación quiere tener; y por eso, porque se ve obligado a culpabilizar a sus sufrientes, ve legítimo castigarlos y amedrentarlos.

La pobreza infantil, por ejemplo, no es cosa a resolver mediante una campaña o un presupuesto de emergencia (como hacen en América algunos países de régimen bananero sin modificar el estado de cosas que hunde a los niños en la pobreza y la desnutrición); ya que es la consecuencia de la pobreza general y rampante en una sociedad sometida a políticas económicas dirigidas contra la cohesión y la equidad.

El Gobierno actual no parece en condiciones de asumir posturas e iniciativas trascendentes de cara al futuro, sustituyendo esto por medidas poco más que puntuales y con mucho de provisional. Y como, siguiendo la costumbre de los gobiernos socialistas desde Felipe González, pone al frente de los ministerios económicos a los más conservadores (o conservadoras) de la tribu, pues muy poco de sólido o definitivo puede perfilarse entre sus sudores de Gobierno minoritario e inestable. La definición que se ha hecho de la ministra Calviño –“europeísta convencida, reformista y defensora de la competencia”–, que se expresa decidida a ganarse “la confianza de los mercados”, expresa los límites de nuestra directora de la política económica, una tecnócrata de libro para la que el futuro está hecho de “crecimiento sólido y sostenible”, con “salarios adecuados y empleo de calidad”: cuadraturas del círculo que ignoran (además de la geometría) la estructura perversa de un futuro marcado por fuerzas antisociales y destructivas (como las de la Unión Europea, con la que tan en sintonía se siente). De una ministra tecnócrata que escasamente llega a socialdemócrata y que, adicionalmente, se muestra satisfecha de la herencia económica recibida del PP, no se puede esperar mucho más que un lenguaje socialmente ambiguo y económicamente convencional, del más puro cuño bruseliano. Pero se necesita mucho más vigor moral, criterio independiente y actitud crítica para alterar sensiblemente nuestra depauperada evolución socioeconómica.

Mientras tanto, el país se llena de plataformas, grupos y asociaciones reivindicativas como producto social sustitutivo a la acción político-institucional propiamente dicha, que muestra así su indolencia o su incapacidad para atender las demandas ciudadanas, sean estas de renta mínima o pensiones dignas, sean ambientales o de calidad global de vida.

1 Comment
  1. florentino del Amo Antolin says

    Pedro, el sufrimiento la única cosa real de estos regimenes falsarios. Lo controlan todo y suplen la empatía social…. ¡ Programando la pobreza continua paulativamente !. Además de comerte la moral vaciando la hucha de las pensiones, derívan las ilusiones de las personas más débiles y sin ninguna opción de reponerse económicamente núnca !. Los partidos que gobernaron, sus ejecutivas gatopardianas, tienen un banquillo amplio; y para nuestra desgracia se ufanan en hacerte creer… ¡ que no hay solución y es lo mejor que se puede hacer !.
    Pedro, solo ganan los mercados… siendo unos MERCADERES de La Obra bendecidos por un dios selectivo, que las plagas de Egipto fueron una mierda comparadas con tantas décadas de exilios, abusos y tecnócratas gusanos termiteros del bien social.
    Claro, que hay plataformas para todas las sensibilidades ( que son muchas )… ¿ Como vas ha dejar el sudor de años que tu enemigo lo pueda administrar ?. ¡ Ni hablar ! somos más y se ofrecen otras opciones de votar, que pueden ser nuestros valedores…
    ¡ Los descafeinados, tambien hacen daño, cabrones !.

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