España no deja de sorprender a Europa en materia laboral. Tras abrazar todas las recomendaciones de burócratas y economistas prisioneros de la relevancia de la oferta, encara la realidad más dura: crece a un ritmo del 3% y mantiene un desempleo estructural de casi el 18%. Esta tasa coincide, curiosamente, con la tasa de paro media de los últimos 25 años en España, lo que parece ser uno de los principales lastres para el desarrollo de la sociedad española, y que no parece tener visos de mejorar drásticamente en los próximos años.
En un contexto de ruptura del contrato social en gran parte de la globalidad que nos rodea, el peculiar modelo de crecimiento en España tiene los días contados y solo hace falta que el precio del crudo siga subiendo, o que el BCE modifique su absurda política monetaria, para que el ciclo alcista que ya parece haber tocado techo, vuelva a declinar y entrar en otra fase recesiva, incluso con crecimientos positivos. No hay que olvidar que España apenas tiene tejido productivo capaz de generar empleo de calidad, con elevados salarios y que facilite incrementos sustanciales de productividad e innovación. Esto, de lo que tanto hablan tertulianos y economistas en Universidades y Congresos, no deja de ser una entelequia en un país donde la economía se asienta en millones de micro pymes y autónomos que apenas aportan nada al imposible cambio de modelo productivo que España es incapaz de acometer.
Este mantra, que España puede parecerse a Alemania o Dinamarca o Canadá, es sólo un sueño de campaña electoral que, de forma irresponsable, repite demasiada gente que trata de vender humo para así sofocar el ego o tratar de insuflar una falsa confianza. España no será nunca un país puntero en materia de investigación, innovación y justicia social, sino que seguirá siendo un país mediocre con altas dosis de corrupción, empresariado pequeño mayoritario en sectores de escaso valor añadido y un modelo educativo y de formación que únicamente prima la endogamia más dañina.
Mientras este modelo no se rompa, seguiremos acostumbrados a un mercado laboral poblado por trabajadores pobres que, a cambio de disciplina, son recompensados por salarios miserables y condiciones laborales que ya no son negociadas entre las partes. Esta asimetría entre rentas bajas y altas se ensancha, gracias a la revalorización financiera que consagra un modelo en el que lo financiero ha sustituido a la producción y reduce drásticamente las tasas de inversión privadas y el empleo. Por ello, las rentas salariales siguen perdiendo participación en la renta nacional, frente a las rentas empresariales, para regocijo de las organizaciones empresariales y comunitarias.
Esta tendencia se deja notar en las principales cifras de la EPA del 4trim2016 y permite resumir el año 2016. Lo más llamativo es que el empleo, aunque crece a una tasa del 2,29% anual, revela una clara moderación, anticipando probablemente un menor crecimiento en 2017, cuando se habrán esfumado gran parte de los incentivos exógenos, completamente ajenos a la acción de gobierno. De hecho, en el 4trim2016, la ocupación decreció en 19,4 mil personas, algo que no ocurría desde el 4trim2013, contradiciendo en parte la euforia tras la publicación del paro registrado. En este trimestre, disminuye el empleo a tiempo completo y aumenta el de tiempo parcial, aunque es cierto que en un año ha crecido más el empleo a tiempo completo (425.000). La tasa de temporalidad sigue por encima del 30%.
Donde más se nota el agotamiento del modelo es en las cifras de desempleo y actividad. El desempleo ha descendido en más de un 3%, dejando la tasa de paro en el 18,6%, muy cerca del desempleo estructural que podría mantenerse así, salvo que siga descendiendo la población activa al ritmo actual. Solo en el último trimestre los activos han descendido en más de 102.000 personas, dejando la tasa de actividad en el 58,9%, en niveles de 2007. En el último año la actividad ha descendido en más de 127 mil personas, lo que sin duda anticipa que los españoles no creen que el mercado laboral vaya a mejorar significativamente. Sería interesante calcular la tasa de paro actual con una población activa similar a la media europea, lo que sin duda nos llevaría a tasas de paro superiores al 25%.
En resumen, con una tasa de empleo del 47% y una tasa de actividad del 58,9%, ambas muy por debajo de países desarrollados de nuestro entorno, el mercado laboral solo puede emplear al 47% de las personas en edad de trabajar y solo atrae al mercado a menos del 60% del conjunto de potenciales ocupados. Servicios de bajo valor añadido, un peso de la industria cada vez más bajo y un porcentaje de personas que solo tienen la educación primaria entre los parados de más del 60%, nada alumbra que España logre una situación de pleno empleo a medio plazo. Pero lo que más sorprende es la alegría de la Presidenta de Andalucía al conocer que su Comunidad tiene una tasa de paro del 28%, y curiosamente quiere gobernar el conjunto del país. No hay nada por lo que brindar en una economía que pierde activos, ocupa cada vez menos y donde la calidad del empleo y los salarios señalan una economía agotada.
o sea, que el único sector con salida es el de los político profesional.
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para el cual no es necesario certificado alguno.
Con la situación política nacional e internacional actual esta gran noticia va a durar muy poco tiempo. No hay razón sostenible para lanzar cohetes.
Comparto totalmente el diagnostico del señor Iñaurrieta,lejos quedan lostiempos del absurdo «España va bien» o del estupido «estamos en la championship,hemos pasado a Italia y vamos a por Francia»,la triste realidad de España es la de un paro que dobla la media de la Unión Europea-¡¡¡dobla la media¡¡¡¡-y que se ceba sobre todo en jovenes y mayores de 5o años-un servidor sin ir mas lejos,creo que España no saldrá jamas del hoyo economico y que el pleno empleo es una quimera ,los «empresaurios» estan encantados con el estado de excepción laboral,pero a medio y largo plazo,estotambien se volvera contra ellos,a pesar de que se creen mas listos que nadie,auguro a este pais un futuro negro….negrisimo