Dicen en televisión que el próximo sábado el Congreso de los Diputados, el órgano constitucional que representa al pueblo español, será un edificio “encapsulado”. Es decir, impermeabilizado, desconectado, incomunicado. Seguramente desamparado. La delegación del Gobierno prepara un dispositivo especial para que precisamente el pueblo español, ese que está representado por el Congreso, no se acerque demasiado a quienes les representan. La explicación de esta sinrazón es muy sencilla: con sus protestas, el populacho podría deslucir la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.
Para que el pueblo no se aproxime demasiado al órgano que le representa, la Brigada de Información de la Policía Nacional y la Junta de Seguridad han previsto un operativo de 1.500 efectivos, la mayoría antidisturbios de las Unidades de Intervención Policial. No es el único aislante utilizado por el Congreso. La Ley de Seguridad Ciudadana, la famosa ley mordaza, se levanta como un Everest entre el pueblo y los políticos: establece multas de hasta 30.000 euros para quienes perturben de forma grave la seguridad en el perímetro de la Cámara Baja.
Un Congreso encapsulado es el sueño de los diputados que se duermen en la cámara, que juegan con el iPad, que no contestan a la prensa, que no votan porque están en el bar, que terminan en el grupo mixto, que se aferran a su escaño como las ladillas al pelo púbico. Un Congreso encapsulado es lo contrario a un Congreso. Un Congreso encapsulado es el resultado de una democracia herida, en la que los diputados de un partido corrupto y sus cómplices son incapaces de mirar a los ojos a sus votantes.
La distancia entre la calle y el Congreso es enorme. Pero aún puede ser mayor. La investidura de Rajoy nace deslucida y enferma, pero no por las protestas callejeras, absolutamente legítimas, sino por los antecedentes de muchos de los señores diputados. Esa triple coalición conservadora creada para que nada cambie. Encapsular una investidura como la del sábado, un presidente podrido (sobres, SMS, tesoreros, financiación...) consecuencia de una traición, es como encapsular una fosa séptica. Un imposible: la acumulación de gases hediondos hará que antes o después todo explote.
¡La verdad es que el panorama es desolador…!
Pues ayer, en la mani de Educación, había tantos polis antidisturbios y lecheras como si fuéramos a rodear al Congreso, al Palacio de la Moncloa y la de la Zarzuela a la vez. ¡A gastar, que para eso estamos forrados!
En Córdoba, chopos de 2m y 90kgs. entrenados para zurrar, cargaron contra los chavales que se manifestaban contra la LOMCE … ese es el nivel … modo aviso ON.