¿Quién defiende a la escuela pública?

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Jesús Cuadrado *

Jesús_CuadradoMientras se desarrolla la timba de póquer de la política española, las acometidas neoliberales contra nuestro Sistema Nacional de Educación continúan sin descanso. Estos días, el arma es otro estudio derivado de PISA 2012, “Estudiantes de bajo rendimiento”. Como en ocasiones anteriores, nuestros neoliberales locales manipulan descaradamente los datos para avalar sus tesis. Según ellos, tendríamos una educación secundaria de baja calidad, que sería la causa de nuestros problemas de “capital humano” y de la baja productividad y competitividad de nuestra economía. Responsables, por supuesto, los malos centros escolares y los malos profesores.

Me imagino el estado de ánimo de Julio Carabaña, catedrático en la Universidad Complutense de Madrid, y uno de nuestros mejores expertos en sociología de la educación, cuando decidió escribir su libro La inutilidad de PISA para las escuelas. Se miden, con pruebas realizadas a medio millón de alumnos, “no los conocimientos que se adquieren en las escuelas”, sino competencias que se logran en toda la experiencia vital de los alumnos. “No se trata de un fallo secundario o accidental, sino de un fallo esencial, fatal, que convierte a PISA primero en un fracaso, y, con el tiempo, en un fraude”, dice el profesor Carabaña. No está sólo; un grupo de expertos firmaron recientemente una carta, publicada en The Guardian,  denunciando las manipulaciones de PISA, dirigida a Andreas Schleicher, director del estudio y pope del movimiento neoliberal en educación en Europa.

Del estudio PISA, en el que participan 65 países, incluidos los 34 de la OCDE, obtienen su artillería quienes están lanzando los mayores ataques contra nuestro Sistema Nacional de Educación. En un artículo anterior me refería al encargo del gobierno del PP de un Libro Blanco a José Antonio Marina, un juego de parvulario si lo comparamos con la utilización de PISA que hace FEDEA, centro de estudios financiado por las grandes empresas españolas. Si la izquierda española, sindical y política, no estuviera tan dormida y entretenida en guerras de religión, verían que el principal enemigo de la enseñanza pública en España no está en el Vaticano, sino en la OCDE, no en la Conferencia Episcopal, sino en FEDEA, en los núcleos doctrinarios de neoliberales que identifican escuela y mercado.

Lidera esta “fábrica de ideas” Antonio Cabrales, catedrático de economía en la Universidad Carlos III. Sus tesis: la educación secundaria española, “medida por las pruebas internacionales estandarizadas”, es decir, PISA, es de baja calidad y debe ser modificada a fondo, sobre todo, porque “la mejora del capital humano disponible es uno de los principales motores del crecimiento”. Se confiesan en el “Manifiesto para mejorar el rendimiento del sector educativo en España”, firmado por académicos habituales de la fundación empresarial, incluido Luís Garicano, que lo ha convertido en programa electoral del partido de Albert Rivera.

Bien financiados, llevan años analizando estudios, sobre todo de EEUU, orientados a medir los rendimientos escolares como si se tratara de los rendimientos de las fincas de patatas. No han conseguido ningún resultado, por eso ahora se agarran a PISA como tabla de salvación. Pero, si lo que se pretende es medir rendimientos de centros y profesores, PISA es un fraude, como demuestra con puras evidencias empíricas el profesor Carabaña. De hecho, la ley de educación de George Bush, tan utilizada por FEDEA, ha sido un fracaso, por lo que el Congreso de EEUU ha aprobado una nueva ley y, como dice la experta Helen Ladd, “ahora los Estados ya no requieren evaluar a los docentes según los resultados obtenidos por los estudiantes en las pruebas”. Como ella misma señala, el esfuerzo debe centrarse en lo que asegura “un cuerpo docente de alta calidad”, y no en medidas que solo crean distorsiones en el sistema.

Cuando las supuestas evidencias sobre mediciones de rendimiento escolar se les desmoronan a los expertos de FEDEA, se aferran a lo que les parece inapelable: el fracaso escolar. Cierto, el porcentaje de alumnos que no consiguen en España el graduado escolar es record en Europa. ¿Malos centros y profesores o malos ministros? Veamos qué dicen las evidencias empíricas.

En el estudio sobre “estudiantes de bajo rendimiento”, que  utilizan los de FEDEA, se puede comprobar que en Suecia, por ejemplo, el porcentaje de alumnos de bajo rendimiento, es decir, con calificación inferior al nivel 2 de PISA, son el 27%, y que Eurostat señala que su “fracaso escolar”, es decir, los alumnos suecos que no consiguen el graduado en secundaria obligatoria, es de un 6%. En España, los alumnos que según PISA están por debajo del nivel 2 son un 23%, y el “fracaso escolar” es según Eurostat de un 20%. Se pueden comparar datos, que apuntan en la misma dirección, con Dinamarca, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Francia o Italia. ¿Por qué teniendo nuestros alumnos mejor nivel, según el admirado PISA, “fracasan” más? Obviamente, porque el listón que nuestro sistema pone a los alumnos españoles para conseguir el graduado escolar es más elevado. ¿Malos profesores o malos ministros?

¿Qué pretenden, pues, nuestros neoliberales? Quieren clasificar centros y profesores, con el fin de segregar alumnos; quieren, como intentó Sarkozy en Francia; prenderle fuego al mapa de la red de centros, cambiando el actual sistema de elección “para disminuir el peso de la primera opción (de matrícula)”, como si no supiéramos qué tipo de segregación produce eso; quieren primar la escuela de titularidad privada porque, dicen, “claramente aporta beneficios para los alumnos por la vía de los efectos pares (peer effects)”, es decir, sirven para el aprovechamiento de un mundo de relaciones sociales que compensaría el mayor coste para las familias, cuando hasta los neoliberales de PISA tienen que reconocer que, excluido el efecto de los niveles educativos de los padres, en sus pruebas no observan diferencias de rendimiento entre centros privados y públicos en España.

Me pregunto por qué se atreven a un ataque tan descarado contra el Sistema Nacional de Educación, pero no, con la misma virulencia, contra el Sistema Nacional de Salud. Creo que la clave está en que en éste han encontrado una resistencia decisiva en los profesionales del sector. A pesar de todo, el sistema público de enseñanza tiene una valoración igualmente muy positiva en la opinión pública española. El estudio basado en más de doce mil encuestas de la Fundación Europea Sociedad y Educación no deja lugar a dudas. Los españoles valoran a profesores y centros de enseñanza con notas excepcionales: el 29 por ciento les dan un sobresaliente, el 50 por ciento, un notable, y sólo les suspenden un 3 por ciento.

Si nos libramos de los que están anclados en “certezas metafísicas” de todo tipo, podremos mejorar nuestro sistema de enseñanza. Y los grandes banqueros, como Ana Patricia Botín y Francisco González, responsables de FEDEA, antes de dar lecciones sobre educación y productividad, deberían entender que la cohesión educativa, la igualdad de oportunidades, es irrenunciable e imprescindible. Y, para no liarse con esto, deben aprender a distinguir entre la asignatura de matemáticas, y la literacia matemática, que no es lo mismo.

(*) Jesús Cuadrado es militante y exdiputado del PSOE.

 ¿Malos ministros o malos profesores?

3 Comments
  1. Karlos says

    Casi peor que el ataque a la enseñanza pública es la falta de respuesta. Es cierto, la izquierda española tiene un despiste de caballo con la educación. No se enteran.

  2. benedito2 says

    Estando de acuerdo en lo que dice, no cree que el PSOE debe pedir perdón por establecer el sistema de concertación (que sustituyó a las subvenciones franquistas) en 1984 y que es segregatorio y causa de todo. Y luego, hablar y proponer

  3. Angel San Juan Marciel says

    El problema fundamental en España es y ha sido no hacer unos planes de estudios consensuados con todos los partidos políticos, con las Asociaciones de Padres, con la participación del Profesorado y porqué no con las Asociaciones de alumnos y del mundo empresarial y sindical. Este consenso supondría la estabilidad de las leyes de educación en lugar de hacer cambios cada Gobierno que llega al poder. La educación-variable dinámica- con el devenir del tiempo, exige retoques de actualización y sobre todo facilitar la formación permanente del profesorado. Esto ha sido expuesto de forma un tanto improvisada,pero creo se debería tener en cuenta a la hora de legislar algo tan importante como es la educación de los niños/as y jóvenes de un País considerando que son personas y no mercancias como suelen hacer los evaluadores de la enseñanza por parte de los neoliberales. Saludos

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