Jesús Cuadrado *
Las próximas elecciones las van a ganar los indignados del 15M. No tanto por las personas que se movilizaron en las plazas de España, muchas, como por la inmensa mayoría de españoles, más del setenta por ciento según las encuestas de entonces, que simpatizaban con aquella protesta. Habrá cambio de ciclo político y, si fuésemos una república como Francia, se diría que el 20D se inicia un nuevo régimen, el de la V o la VI República, por ejemplo.
Ha cambiado tanto el clima electoral que una de las muchas encuestas de estos días recoge el desconcertante dato de electores que manifiestan que van a votar a Mariano Rajoy o a Pedro Sánchez, pero, a la vez, expresan que no quieren que gobiernen ellos. El sesenta por ciento de votantes socialistas, según Metroscopia-El País, no querrían que gobernara el Partido Socialista. En fin, una inmensa mayoría de votantes de todas las tendencias ideológicas han decidido poner fin a la vieja política española y señalan a Podemos y Ciudadanos como los titulares del cambio.
Aunque el próximo 20D ninguno de los dos partidos emergentes quede primero, serán decisivos. No importa que desde todos los frentes, políticos, mediáticos, o desde los poderes fácticos, el viejo sistema, en situación de pánico, intente descalificarles como populistas, bolivarianos, marcas blancas o lo que quieran. Los electores españoles han decidido ya que su prioridad es que se ponga fin a un sistema político que consideran corrompido. Ahora lo que está en juego, y no es un asunto menor para el futuro del país, es cómo se resuelve el combate electoral entre los partidos de Pablo Iglesias y Albert Rivera. De momento, Ciudadanos ha logrado clara ventaja y Podemos se estanca.
Para las opciones electorales de Podemos, el problema no es que el IBEX 35 apoye a Ciudadanos, su problema es que el “cinturón rojo” de Barcelona, y otros “cinturones”, prefieran al partido de Rivera. Y no es la única señal. En el análisis postelectoral del CIS de las últimas autonómicas, se comprueba que ambas formaciones políticas se disputan electores directamente. En torno al siete por ciento dudaron entre votar a Podemos o a Ciudadanos. Ya no es sólo que capten votantes del PP, PSOE o IU, lo que llama la atención es la intensidad y la velocidad con la que se está produciendo el trasvase de “votos del cambio” de Podemos a Ciudadanos. Esa inquietante imagen gráfica, en la que la línea que representa los votos de Ciudadanos asciende con la misma intensidad con la que desciende la de Podemos, deja en el aire una pregunta clave: ¿por qué Podemos, el partido alfa del 15M, se atasca?
El partido de los “círculos” se ha enredado con viejas ideas que le impiden adaptarse a una política basada en la realidad. En mi opinión, Podemos ha olvidado que no puede confundir a miles de ciudadanos en las plazas del 15M con millones en las urnas del 20D. Aquí mismo identifiqué ese tránsito como “Podemos: de Lutero a Calvino”. En política, ignorar los hechos sale caro. Me viene a la memoria una famosa sentencia de Keynes: “Cuando los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Usted qué hace, señor?”. Me pregunto cómo jóvenes políticos del siglo XXI pueden mostrar admiración por personajes como Marx o Lenin, a quienes los hechos históricos descartan definitivamente como guías de nada. O cómo se puede hacer del anticapitalismo una bandera. Son las “guerras de nuestros abuelos” que pueden terminar inutilizando a Podemos como el instrumento de cambio que piden muchos españoles.
“Estoy vacunado de por vida contra los convencionales y perezosos discursos anticapitalistas”, escribe Thomas Piketty, asesor del partido de Iglesias, en su famoso libro El capital en el siglo XXI. Lo que realmente importa, viene a decir, son las políticas concretas “que permitan instaurar real y eficazmente una sociedad justa”. Es decir, política basada en la realidad. El Nobel Joseph Stiglitz es aún más contundente: “No tenemos que escoger entre capitalismo y justicia. Tenemos que escoger los dos”, sentencia.
Veo a muchos líderes de Podemos con dificultades para sacar los pies del barro de este debate inútil, a la vez que Ciudadanos les “come el pan del morral” en el territorio de las propuestas concretas. Reconozco que me preocupa ver a una fuerza política, que podría ser decisiva para imponer medidas contra la desigualdad en el país más desigual de Europa, perdiendo el tiempo en viejas guerras ideológicas, con sus frentes de izquierda o de unidad popular, que alejan a tantos electores. Los hechos ya han sentenciado hace tiempo que la mejor alternativa a las políticas económicas que producen crecimientos imparables de la desigualdad es la opción socialdemócrata.
La Socialdemocracia no es una fórmula mágica, es una opción que hoy, como respuesta a los desastres actuales, tiene que ser reinventada. Otra vez, frente a la fórmula de Marx, “todo lo hace el Estado”, o la de Hayek, el santón de los “neocons” del PP, “que el Estado no toque nada, que ya se autorregula”, está la respuesta socialdemócrata para una política basada en la realidad. Lo que importa es levantar una nueva narración moral capaz de aportar ética a las decisiones públicas donde otros sólo buscan objetivos utilitarios, hacer del Estado el medio para reparar las deficiencias en la vida de la gente. En eso, la Socialdemocracia tiene avales históricos y ejemplos que mostrar; no debe ser por azar que, tanto Ciudadanos como Podemos, pongan a Dinamarca como modelo. Con el PSOE perdido en la celebración de sus “victoriosas derrotas”, veo dificultades para el futuro de la alternativa que Tony Judt en Algo va mal, un tratado sobre la regeneración de la Socialdemocracia, calificaba como “la mejor de las opciones que tenemos hoy”.
Está en juego quién lidera el cambio político en España. Iglesias, Errejón, Bescansa y todos los líderes de Podemos deberían darse prisa en romper la idea que se ha ido imponiendo, por interés de sus contrincantes, pero también por errores propios, sobre su ubicación en viejas y fracasadas políticas del pasado. Deberían dejar claro que ellos no están en la guerra entre comunismo y capitalismo, sino en la de políticas de cohesión social frente a la erosión de la sociedad mediante la política del miedo. Para eso tendrían que liberarse de algunas mochilas. Lo que muchos esperan de Podemos es que ponga en la carrera del 20D la pasión por la igualdad con medidas concretas y creíbles.
Ahí está Tsipras, que sigue vivo porque, aunque nos ha sorprendido a muchos, fue capaz de cambiar de opinión cuando cambiaron los hechos. Porque, viniendo del comunismo más rancio, se ha convertido al realismo socialdemócrata. Se ha librado de las mochilas anticapitalistas de Syriza con solvencia y hoy es un líder legitimado que depende de sí mismo para modernizar Grecia. Además, tiene una baza impagable: “Tsipras tiene una cosa que no es nada fácil de encontrar en Grecia, está limpio”, como ha señalado el gran Costa-Gavras. No sé si Podemos tendrá también una segunda oportunidad. De momento corre riesgo cierto de perder la que tiene el 20D. Se verá.
Jesús me ha parecido interesante tú análisis de la realidad de los partidos emergentes, me hubiera gustado hubieras añadido que el futuro gobierno se constituirá por el consenso de varios partidos, ya que el bipartidismo está en crisis como consecuencia de la corrupción.Me gustaría seguir comentando, pero creo sea mejor me facilites una dirección para enviarte un libro mio que trata de los problemas de nuestro País España.Un saludo Angel
Más o menos lo que vimos en el debate en la 6ª. Pablo Iglesias tiene que adaptar el discurso para un programa de gobierno. Tiene razón Cuadrado, que pregunten por qué no les votaron en el cinturón rojo de Barcelona; eso del derecho a decidir no se lo compran ni en Hospitalet ni en Cadiz
No tengo para nada claro que el declive de Podemos tenga que ver con que se ubique en viejas políticas, sino que más bien está en su cada vez más decepcionante tibieza. Las propuestas que a muchos nos engancharon a Podemos fueron aquellas más rompedoras que poco a poco han ido abandonando, o descafeinando: auditoría de la deuda, nacionalización de sectores estratégicos, rescate ciudadano, etc. No sé si estas propuestas son o no socialdemócratas, pero sospecho que no demasiado, si la socialdemocracia de hoy la encarnan tipos como Renzi o Pedro Sánchez.
En mi opinión, Podemos haría bien en recuperar su discurso de cambio disruptivo si quiere volver a ganarse al electorado, porque somos muchos los que estamos hartos de que el Estado se dedique a estafar y robar a la ciudadanía en vez de trabajar para ella. Eso, y una decidida confluencia de nombres para formar una candidatura unitaria de izquierda, es lo que creo que devolvería la ilusión a la gente. Ojalá no se ya demasiado tarde.
Jesús: vuelvo a comentarte que porqué no hay ningún partido que ofrezca la eliminación de aforados y que el poder judicial sea independiente y no supeditado a los intereses del bipartidismo, por cierto ¿a cuántos políticos con problemas con la justicia que han sido juzgados como aforados en el Tribunal Supremo, han sido condenados?Saludos Angel