Partido orgánico, confluencias y marcas

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Hugo Martínez Abarca *

Hugo-Martínez-Abarca¿Quién ganó las elecciones el 24 de mayo? Para quienes no tuvimos que ir al colegio electoral con manual de instrucciones (es decir, una minoría políticamente muy informada que conocía los distintos nombres de las candidaturas de unidad popular y sus diferencias y similitudes con candidaturas autonómicas) la primera impresión fue que hubo una apabullante victoria de las diversas plataformas electorales ciudadanas que habían ganado en las grandes ciudades, que la victoria fue de esas candidaturas sin marca preexistente. En cuanto hubo tiempo para estudiar los datos el análisis fue más complejo y se podía ver que extrayendo Madrid capital como anomalía no se puede decir que hayamos encontrado una fórmula magistral con la que ganar elecciones sino más bien que hay datos para amparar cualquier diagnóstico. Sí es una constante que las candidaturas de cambio han obtenido sus mejores resultados allí donde no han tenido competición con otras candidaturas aparente o realmente rupturistas, ya fuera porque todo ese espacio político estaba unido en una única candidatura o porque quienes compitieran con ella quedaran reducidas a la absoluta marginalidad electoral.

Sin embargo, para una gran parte de la población (no necesariamente desinformada) el ganador de las elecciones fue Podemos. Los resultados de las candidaturas de unidad popular (cuyo modelo de relación con Podemos es diverso) se asocian en el gran imaginario a resultados de Podemos. Las polémicas fabricadas se hacen para señalar a Podemos. Esperanza Aguirre decía sobre los tuits de Guillermo Zapata que había que ver si mandaba Manuela Carmena o Podemos en Ahora Madrid pese a que ni Manuela Carmena ni Guillermo Zapata son, que se sepa, miembros de Podemos y como miembros de Podemos señala la prensa servil a los concejales de Ahora Madrid contra quienes dirigen la tinta sean o no miembros de Podemos. La maquinaria coordinada del gobierno, el PP (y algunos patéticos cómplices de otros partidos) y su pesebre mediático empezó el mismo 25 de mayo a fabricar escándalos de la nada. Y siempre señalaban a Podemos o, los más pudorosos como el presidente del BBVA, al “populismo”, es decir, Podemos.

En el imaginario popular, gracias en buena parte al odio y temor de esas élites políticas, empresariales y mediáticas, el cambio se llama Podemos. En ese imaginario popular no falta quien se haga las cuentas de ese gran resultado de Podemos el 24M sumando a las candidaturas de unidad popular la victoria de Compromís en Valencia, de IU en Zamora o de Bildu en Pamplona, independientemente de que no tengan nada que ver con Podemos. Los gobiernos de cambio, en los que ni PP ni PSOE ni CiU ni PNV suenan con razón a cambio y desde lejos y con falta de rigor institucional a Podemos.

El nombre que la gente da a lo que Manolo Monereo explicó como “Partido Orgánico de la Revolución Democrática” es “Podemos”. Existiría, pues, siguiendo a Gramsci de la mano de Monereo un “partido institución” Podemos y un “partido orgánico” Podemos. Por eso es relativamente frecuente que mucha gente (a veces incluso de buena fe) meta en el saco de Podemos a militantes y activistas e incluso organizaciones que no son de Podemos y que incluso en algunos casos tienen distancias importantes con el partido institucional Podemos. Pero en el imaginario colectivo forman parte de ese movimiento que trae de formas diversas una ruptura democrática y social al país: ése es el partido orgánico de la revolución democrática. A eso mucha gente (nos guste o no, que tanto da) lo llama Podemos.

Eso es lo que hace que unos resultados electorales complejos (buenos pero lejos de los objetivos) del partido institución Podemos, presente directamente sólo en las autonómicas, hayan sido interpretados como un paso de gigante en el cambio político del país (que lo son) y se haya centrado el foco de ese éxito en Podemos. Si antes de las elecciones había dudas sobre la robustez de “Podemos” como marca, no creo que sea muy discutible que ésta sale fortalecida de las elecciones y sobre todo de la digestión de las elecciones. De hecho es probablemente la única marca electoral que sale fortalecida (junto con, en mucha menor medida, el PSOE a pesar de sus malos resultados).

De la minuciosidad con la que leamos esa diferencia entre el resultado del “partido institución” Podemos y del “partido orgánico” Podemos dependerá en buena medida cómo de audaces seamos todos para afrontar lo que queda hasta la llegada a la meta de este agotador ciclo electoral: las elecciones generales del próximo otoño. Todo ello teniendo en cuenta las consecuencias de que las generales se disputan en circunscripciones provinciales y que el reparto de unos votos entre candidaturas rupturistas puede dejar sin escaños a ambas para regalárselos al PP, al PSOE o en Cataluña a CiU.

Hay, al menos cuatro territorios en los que tras el 24M aparece como especialmente evidente la necesidad y la relativa facilidad para el entendimiento entre Podemos y otros si se quiere llegar a las generales con posibilidades reales de disputar La Moncloa. Tales son Cataluña, Galicia, País Valencià y Baleares. Sin embargo renunciar en el resto de territorios a fórmulas de unidad popular, de entendimiento entre los actores rupturistas para candidaturas comunes de cara a las elecciones sería un suicidio. Si nos atenemos a lo que arroje la calculadora, sería muy difícil que por las decenas de provincias sobrerrepresentadas por nuestro sistema electoral haya diputadas y diputados para el cambio a poco que haya una disputa real por los votos entre distintas candidaturas rupturistas. En otras provincias más pobladas, como algunas andaluzas, la pugna electoral entre Podemos y la Izquierda Unida más organizada y con mejores resultados electorales del Estado supondría sin duda la entrega de diputados de cambio al bipartidismo. Ello no quiere decir que todo valga: la suma debe de ser entre actores realmente rupturistas. Ahora Madrid es un ejemplo nítido de amplia convergencia en la que están todos los que son y son todos los que están. Como decía en una entrevista imprescindible (por muchas de sus reflexiones) para quien quiera entender el camino que podemos desarrollar en las próximas semanas Juan Carlos Monedero nadie puede esperar que otros quieran tragar con quienes han puesto palos en la rueda al cambio o han servido a lastres nocivos para sus propias organizaciones.

Si para las municipales parecía que la principal cuestión de principios que dificultaba la convergencia era la fórmula jurídica (coalición, agrupación de electores, partido instrumental…) hoy parece que la cuestión crucial es la marca, el nombre y logotipo que llevarán las papeletas electorales. Pocas semanas después de las elecciones municipales tenemos ya la perspectiva para ver cuán estúpida era aquella cuestión crucial. Es del todo secundario para la transformación de la vida de los habitantes de Madrid, Barcelona, Zaragoza o A Coruña si el gobierno ha cambiado con una fórmula electoral u otra. Y en buena medida es también irrelevante para las partes que han formado esos instrumentos de cambio. La cuestión de la marca (el nombre y logo) se antoja igual de secundaria en lo real pero igual de problemática en el camino hacia las elecciones.

La marca electoral es un instrumento. Sería un suicidio renunciar a que la marca Podemos lleve el protagonismo de esas candidaturas. Esa innegable asociación del partido orgánico del cambio político y social al nombre “Podemos” no sólo es real sino que es un instrumento a usar en beneficio del cambio. Es una marca en auge y tras las municipales y autonómicas es el símbolo con el que va a confrontar abiertamente el Partido Popular y sus palmeros. Especialmente si Pablo Iglesias se traslada cuanto antes desde Bruselas para centrarse en la batalla de otoño. La experiencia de quienes formamos parte de Convocatoria por Madrid y fuimos en las candidaturas de Podemos en las autonómicas nos enseña que es perfectamente factible el trabajo por el cambio con los compañeros de Podemos sin ningún tipo de disolución ni absorción siempre que el horizonte político tenga más que ver con la recuperación de nuestras ciudades, regiones y país que con la reorganización de estructuras partidarias e identitarias.

Sin embargo, sería un error que esa constatación dificultase procesos necesarios hacia la victoria en las generales. En la citada entrevista Monedero planteaba la posibilidad de una apertura de la marca que permitiera el entendimiento con más actores a través de un guión: “Podemos-Lo que sea”. A primera vista parece difícil que sin una fórmula de ese tipo hubiera un acuerdo en Valencia, Cataluña, Galicia y Baleares. Al mismo tiempo y para facilitar la vida al elector (que no acude precisamente informado al colegio electoral como supo Podemos cuando acudió a las elecciones con la foto de Pablo Iglesias como logo en la papeleta) sería deseable que ese “Lo que sea” fuera el mismo en todas partes. Eso facilitaría mucho llegar a fórmulas abiertas aceptables para todos y que no desdibujaran los logros electorales que ya tenemos al alcance y evitaría eternizarnos en discusiones bizantinas disfrazando lo irrelevante como prioridad.

Quedaría obviamente la parte organizativa de las candidaturas. Hoy parece imposible para ningún actor no entender que son las primarias abiertas las que deben regir el proceso de elaboración de candidaturas. En un proceso tan crucial serían sin duda muchos miles las personas que participaran en un proceso de este tipo. Y en esas condiciones sería muy fácil garantizar que las candidaturas fueran muy dignas y que tuvieran cierto blindaje popular ante oportunistas o ante la organización de minorías para obtener cuotas de poder. Los temores que pudiera suscitar la confluencia en ese sentido son relativamente sencillos de evitar.

Por último, sería un grave error dilatar en el tiempo el proceso. Fue agónico el proceso de consecución de candidaturas unitarias para las municipales. Parece un milagro el resultado electoral habiendo llegado tan apurados. Todos los actores saben la situación en la que estamos. Cuanto antes lleguemos a acuerdos o constatemos la imposibilidad de llegar a ellos más tiempo tendremos para preparar con solidez la que será la madre de todas las batallas de este intenso ciclo electoral. Son necesarias la audacia, la inteligencia y la altura de miras, pero también cierta rapidez porque a nuestro pueblo le importa poco (y en buena parte le superan) estos procesos de ensimismamiento y lo que necesita es que tras las elecciones de otoño haya un gobierno decente que recupere la soberanía política y económica para la construcción de un nuevo país, democrático.

(*) Hugo Martínez Abarca. Miembro de Convocatoria por Madrid y diputado autonómico de Podemos. Es autor del blog Quien mucho abarca.
16 Comments
  1. morgan says

    Podemos Ganar. Hay que crear una coalición estatal de IU, Compromiso, Equo, ANOVA, Cups, etc, que se llame Ganar

  2. alejandro says

    Por lo que tengo leído, Pablo Iglesias y con más nitidez Rafa Mayoral, consideran que la Unidad Popular es Podemos. Eso es un gran disparate. Podemos es un partido político, con su estructura, su estrategia, su ¿ideología? y no puede pretender ser el paraguas con el que encumbrar el cambio que necesita el país. Podemos no es Siryza, por mucho que le pese a su Consejo Ciudadano.

  3. Floz says

    Ah, o sea, que el «partido orgánico» es Podemos? Mi madre, pobre Gramsci. Tanto esfuerzo el pobre hombre y casi nadie le entiende.

    Mejor di que la derecha social quiere que se identifique a Podemos (el partido institución) con el partido orgánico de la izquierda (o los de «abajo»). Pero una cosa es lo que la derecha pretende y otra lo que «es» por un lado, y lo que «debería ser» por el otro. Y evidentemente la derecha quiere eso para evitar que el partido orgánico, el real, hoy disperso y mal comunicado, se articule social y políticamente. Le va la vida en ello en que no se articule y organice ese partido orgánico (o «sopa de siglas» que dirían los frikis del clan de la compu).

    Así que si analizamos en base a como la derecha quiere que analicemos (o incluso como el «sentido común» quiere que analicemos), en ese caso el desastre está asegurado.

    Podemos ni es, ni puede ser, ni debe ser, el partido orgáncio. Lo diga el «sentido común» o lo diga quien sea, y mucho menos si lo dice la derecha, faltaría.

    El resto del artículo ni lo he leído, y no sé si luego el autor arregla el estropicio con el que empieza. Echando un ojo rápido y por encima, veo que insiste en el disparate conceptual ese de hablar de Podemos como partido institución y luego Podemos como partido orgánico. Mi madre, que mal estamos en la izquierda de materia gris. Esto no lo arreglamos, me temo. Y el Pablito alias maquiavelo partiéndose la caja con tanto flautista de Hamelin despistado.

  4. Floz says

    Ah bueno, espera que ahora veo que el Hugo este es de Podemos, incluso diputado electo. Ahora ya lo entiendo mejor el despropósito conceptual y teórico del artículo. No falla. Los nazguls andan sueltos. Quillo, que puta cruz.

  5. Pepe says

    A ver, entonces, «Podemos» es el Partido Orgánico porque la Caverna del PP identifica a todo lo que se mueve como «Podemos»…

    Entonces, hace un año, ¿el Partido Orgánico era ETA?

  6. La Unidad Popular soy yo y por mis cojones. says

    Hugo, tengo una propuesta de «nueva forma de hacer política» que lo flipas, a ver si se la trasladas a tus colegas o amigos de Podemos y les convences (si es a la cúpula del ordeno y mando, esa que de la Democracia no conocen ni la D, ya sería cojonudo).
    .
    Mira, es muy fácil, pero al mismo tiempo super eficaz y tecnocrático (como gusta a los podemitas): Tenéis que subir a un ático muy alto (tipo Beatles), y allí arriba gritad bien alto cien veces «¡Sí se puede!». Y luego (ahora viene la parte importante) hay que ponerse en fila e ir saltando uno por uno desde arriba del ático con el grito de guerra «¡Pabloooooo!». No sufráis, que Pablito el Levitador os recogerá a todos en el aire y os posará delicadamente en el suelo.

    (a ver si hay suerte y cuela, que estos frikis se tragan cualquier chorrada, desde el Laclau hasta el Maquiavelo).

    Venga pequeña langosta, ¡salta!

  7. girondoe says

    Hugo, me da pena que no te des cuenta la imagen que das. Es mucho mejor que optes por defender a PODEMOS oficialmente desde dentro, te integres y fuera. La alternativa de ser un invitado tolerado por los que se sienten todopoderosos para que viva en las afueras de PODEMOS y anime a otros a acercarse a recibir las migajas que estos dejan caer, resulta indigno.

    Nadie, salvo que sea un sectario y acrítico seguidor de Pablo, o que tenga intereses en juego, puede defender otra postura que la crítica a lo absurdo de la postura de la cúpula de PODEMOS. La mayor parte de la gente de PODEMOS con quien me trato son muy muy críticos, lo que hace más triste tu postura de tratar de justificar lo que no es justificable.

    Vamos Hugo, te hemos tenido muchos de nosotros mucho respeto. No dejes caer tu reputación y tu trayectoria tan bajo.

  8. ceronegativo says

    Tío, se te va la pinza. ¿Qué te han hecho? tu antes no eras así

  9. Paulo says

    Grave error en el diagnóstico en mi humilde opinión. Desde Galicia (y creo que desde algún otro territorio también) superponer la marca Podemos se vería en general con muy malos ojos. El éxito de las mareas aquí vino precisamente del liderazgo ciudadano y, aunque el apoyo de Podemos fue importante, son muchos los votantes de ellas que no las hubiesen apoyado si el liderazgo fuese de Podemos. En las primarias en A Coruña, el primer miembro de Podemos elegido salió en el puesto 14. 13 personas (la mayoría independientes, pero también alguna de IU, Anova y EQUO) lo superaron. La endeblez de la organización en Galicia es evidente. Me temo que la visión (sin acritud) excesivamente madrileña del tema hará caer a Podemos en un error histórico. Al tiempo.

  10. Paulo says

    Una simple consulta entre bastantes amigos y familiares votantes de la Marea Atlántica me dio mucho que pensar en esto. La pregunta era clara: ¿Votarías a la Marea si fuese liderada o tutelada por Podemos? Las más de quince respuestas fueran la misma: Un no rotundo. Por muchos factores, pero también por uno que pocas veces se entiende: sin un componente galleguista/nacionalista y/o defensor de la lengua y la cultura propia, Podemos no alcanzará nunca el liderazgo de la izquierda en Galicia. De hecho, de quedaría en una anécdota.

  11. Dan says

    Yo creo que ya saben que no van a ganar, que a lo que pueden aspirar es a darle un bocao al PSOE y tener influéncia en las políticas de Sánchez. Y sabiendo eso, que Podemos si hacen las cosas bien ganará no estás, si no las próximas elecciones pues prefieren hacerlo a su manera. IU? la conocen demasiado bien. Y creo que saben que hasta que no se den la hostia que se merecen electoralmente, no van a hacer caso a Anguita refundándose. Creo que cuando todo el mundo dice que Garzón está siendo muy generoso y valiente, no se está reconociendo que implicitamente hay una derrota ahí. Garzón ha combatido Podemos hasta hace media hora, los populismos carentes de ideología pueden tener un resultado electoral pero no cambian la sociedad decía. Bien, ahora le están diciendo que sea coherente, que lo saque adelante. Y digo Garzón porque con sus afines son el futuro ahí. Me imagino como decía Monedero la pereza de tener que aguantar a según que veterano que en el fondo de su alma no pueden aguantar que unos «niñatos» les estén haciendo desaparecer.
    Te puede gustar más o menos Podemos o lo que hacen, Monedero dice que haga lo de Lula e Iglesias lo que hace es ir a cuatro ayuntamientos, no hombre, se trata que te recorras la península. Que duermas en los barrios más humildes, en casa de vecinos que gustosos te van a abrir la puerta. Hablar con ellos. Se trata que si buscas poner en alza el carácter plurinacional de Podemos, te pases un par de semanas en cada una de esas realidades y conozcas de primera mano los debates de la calle y los del poder. Que puedas responder cuando te pregunten por el corredor mediterráneo por ejemplo.

  12. Floz says

    Oye Dan, a ver si cambiamos el chip podemita. El asunto de la unidad popular no se trata de un asunto entre IU y Podemos, IU o Podemos, o IU contra Podemos o viceversa. Por mucho que el clan de la compu insista en ello de forma descaradamente manipulatoria, no va de eso el asunto de la Unidad Popular, pues el asunto abarca a mucha más gentes, grupos y tradiciones políticas aparte de IU y Podemos, pero muchísimos más. Teneis ahí algunos un problemón de concepto de cuidado. O eso, o a algunos os va la marcha manipulatoria, como al clan de la compu.

  13. fjmm says

    Me temo que vuestra experiencia es la del partido de Carrillo en el PSOE, 10 minutos de autonomia y luego absorción pura y dura. Es mucho más elegante la solución de Barcelona en que la gente iba con sus siglas que en Madrid que se exigió el abandono de IU a la gente de Valiente. Eso no se puede tolerar nunca más.
    Y, por cierto, vendría muy bien a la izquierda que volvierais a IU para desde ahí formar un polo izquierdista en esa unidad popular común. Me temo que en Podemos váis a ser absorbidos sin contrapartida. Claro que los mal pensados podrian decir que eso es lo que queriais desde el principio, cosa que yo, que soy muy ingenuo, nunca me creí.

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