Hugo Martínez Abarca *
El liberalismo económico ha encontrado su mejor estructura política en el bipartidismo. Más o menos en solitario dos partidos compiten por ocupar las instituciones políticas. A pesar de su nombre, lo que define al bipartidismo no es que sean dos los partidos que se alternan en los gobiernos, sino en la práctica identidad de las políticas que se defienden y aplican por uno u otro partido (reduciendo las diferencias a cuestiones que no vertebran el marco político y económico), acompañada de una escenificación de diferencias abismales a menudo sobreactuada con broncas parlamentarias que simulen graves diferencias políticas. Si hay dos opciones políticas con discursos antagónicos y que en coherencia defienden modelos antagónicos, de lo que hablamos no es de bipartidismo (acaso de polarización); si las dos opciones defienden lo mismo pero no lo disimulan (algo parecido a lo que intentó Putin con Rusia Justa y Rusia Unida o en el caricaturescamente extremo caso de los tres partidos políticos que existen en Corea del Norte), tampoco hablaríamos de bipartidismo, no sé muy bien de qué hablaríamos.
En las últimas semanas se está dando en España un fenómeno muy curioso que no responde a ninguno de esos tres modelos. La emergencia de Podemos y el sorprendente boom de Ciudadanos colocan como alternativa al dúo del bipartidismo otro dúo que tiene características novedosas. Si vamos a las propuestas políticas de cada uno, vemos que responden a modelos económicos antagónicos. Las primeras propuestas económicas de Podemos las han elaborado economistas como Juan Torres, Vincenç Navarro y Bibiana Medialdea; las propuestas económicas de Ciudadanos las ha presentado Luis Garicano. Su contenido, en coherencia, responde, en el caso de Podemos, a las propuestas que se vienen lanzando desde la economía crítica (propuestas en el fondo socialdemócratas pero de apariencia radical por la extrema rigidez del neoliberalismo), mientras que en el caso de Ciudadanos, se evidencia que el laboratorio neoliberal Fedea ha tirado a UPyD al cajón de los juguetes rotos y canaliza sus propuestas a través de Ciudadanos. Podemos está proponiendo la ruptura democrática, un anhelado proceso constituyente, mientras que Ciudadanos apela a un “cambio sensato”: Ciudadanos es probablemente la respuesta más inteligente que ha dado la oligarquía española a la quiebra del régimen político para su recomposición tras un lavado de cara. Política y económicamente, Podemos y Ciudadanos defienden lo contrario. De ahí que Podemos esté recibiendo ataques de extrema agresividad de los poderes políticos y mediáticos, mientras que a Ciudadanos se le tiende por delante una alfombra roja para que corra al encuentro de los “partidos grandes”.
Sin embargo, la expresión pública de ambas formaciones no es antagónica. Ambas formaciones intentan que no se les identifique como una fuerza que ocupa los espacios que dejan libres las fuerzas del bipartidismo (PSOE, la izquierda; PP, la derecha), evitan confrontar, y cuando alguna de las dos partes lo hace, intentan que sea sobre cuestiones simbólicas, no sobre qué harán con España si un día gobiernan: así, Javier Nart destacó que su diferencia política con Pablo Iglesias era Venezuela, no nada que ver con el futuro del país si gobierna uno u otro.
Desde postulados reales antagónicos, Podemos y Ciudadanos hacen discursos bastante compatibles: un observador poco atento pensaría que son dos partidos regeneracionistas que sólo compiten con el bipartidismo porque éste se ha corrompido en exceso. Que lo que les separa es el aspecto de yerno ejemplar de Albert Rivera frente al chico de la coleta al que les gusta el rap. Sorprendentemente, parecería que ambos pretendan escenificar un nuevo bipartidismo, una pareja de partidos que competirán por el poder político pero que en el fondo no se diferencian tanto.
El bipartidismo no se rompe porque en vez de dos hay cuatro partidos que disputan el liderazgo electoral, sino porque hay partidos con fuerza que plantean un modelo de país distinto al que plantean los otros partidos que disputan el gobierno. La emergencia de Ciudadanos (si es real) es el bastón perfecto para los resquebrajados cimientos del 78, pues apoyados en Ciudadanos (o apoyando a Ciudadanos) se escenificará un lavado de cara sólo de la podredumbre más superficial que nos ha traído hasta aquí.
No tenemos cuatro partidos que rondan el 20%, sino un bloque continuista que suma en torno al 65% y otro rupturista que alcanza el 25%. Tal es la brillantez de la “jugada Ciudadanos” a la que ahora mismo el cambio resiste colocando a Podemos en primera posición.
A la gente diversa que queremos aprovechar el momento de quiebra institucional para lograr un proceso constituyente, una ruptura democrática, la emergencia de Ciudadanos nos tiene que alertar: no podemos recibirla como si nada. No se puede comunicar lo mismo cuando sólo hay una alternativa a los partidos tradicionales que han gobernado catastróficamente y que están repletos de casos de corrupción que cuando aparece en escena un nuevo actor con el que la diferencia ya no es la novedad sino que es una diferencia de fondo, del fondo que, con mucha inteligencia táctica, se ha sacado del foco del debate público. Por caricaturizarlo: Ciudadanos es un partido de la casta (sus propuestas económicas evidencian que quieren poner lo público al servicio de los poderes económicos); pero al haber identificado popularmente la casta con la vieja política no parece un enemigo del cambio (que es lo que es, posiblemente el más peligroso) sino un acompañante.
1) ¿No te da verguenza escribir un artículo así y no hablar de IU?
2) Ciudadanos se presentó hace cuatro años y no pilló nada, la llegada de Pablo Iglesias y la aceptación de su retórica ha permitido su ascenso. Esos son los peligros del «método» famoso de Podemos.
3) IU es un partido serio, que sabe los riesgos de introducir en su discurso la retórica ambiguo utilizada por los podemaicos, las consecuencias son partidos como C`s
4) La izquierda y con esto me refiero a la única que queda, IU, no puede ser ambigua, la ambiguedad la utiliza la derecha para el Pueblo vote en contra de sus intereses. Al introducir elementos de manipulación propios de partidos conservadores PPSOE, los podemaicos han obtenido una subida artificial, pero el suffle se les va a joder.
5) ¿Tantas alforjas para este viaje? El 20 % era lo que esperaba obtener IU y con la ventaja de que C`s, con el discurso claro y limpio de IU, no existiría.
Desgraciadamente para hablar de IU tenemos que hablar de demasiada mochila ‘castosa’ para tan pocos votos. Así se está rompiendo. Una lástima que la fraternal ideología de IU ni se refleje en el comportamiento de muchos de sus cuadros de mando ni haya conseguido ilusionar a una parte suficiente de la sociedad como para representar una auténtica alternativa.
Me repatea el empeño en apuñalar al afín en vez de desear que gane y tratar de mejorar su propuesta desde su victoria y no desde la derrota de todos.
Bastante acertado, salvo que no entiendo la necesidad de hablar de C’s, no están ni se les espera, por mucho que lo apoyen los ricos se comera un cagao como VOX y por ende por que darle bombo?